9. Despertares

1.4K 44 0
                                    

Me despiertan un brazo alrededor de mi cintura y unos labios besándome el cuello.
Intento abrir los ojos pero los vuelvo a cerrar ante la luz clara que se cuela por la ventana de una habitación que no es la mía.

Me giro y veo a Marcos. Con el pelo revuelto, los ojos verdes entreabiertos y su cuerpo desnudo, solo cubierto por una sábana a la altura de la cintura, está para comérselo.

-Buenos días dormilona-me dice mientras me besa. Echaba de menos despertarme acompañada.

-Bueeeeenos días-contesto bostezando y estirándome-. ¿Qué hora es?

-Las dos.

Me sobresalto. ¿Cómo puede ser tan tarde? ¿A qué hora llegamos ayer? Empiezo a recordar: Bailamos toda la noche y cuando nos metimos en su coche vi que el reloj digital marcaba las cuatro y cuarto. Recuerdo entrar en su habitación a hurtadillas; prefiero no imaginarme lo que pasaría si el guardia nos hubiera pillado.

Allí dentro ninguno de los dos andamos con tonterías. Nos teníamos ganas, se notaba desde la primera canción que habíamos bailado. Nos desvestimos con hambre el uno al otro y nos dejamos llevar.

Ahora estoy desnuda, tumbada en la cama de uno de los chicos más guapos de la residencia. Aunque su presencia me gusta, me inquieta la intimidad con la que me trata, como si hubiéramos pasado muchas más noches juntos.

Media hora después estamos vestidos, bajando en el ascensor al comedor. No puedo evitar mirarnos en el espejo; parecemos sacados de una película de terror. Mi cara está pálida como la de un fantasma y tengo restos de rímel en las pestañas inferiores. Él tiene unas ojeras generosas y los ojos rojos.

Las bromas que tenemos que aguantar al llegar a la mesa donde están nuestros amigos no son pocas:

-¡Uy, aquí viene la parejita!-grita Pablo-.¡Vivan los novios!-Álvaro, Marta, Rocío y Vero le corean.

-Anda que perdéis el tiempo, ¿eh?-dice Vero.

Marcos y yo nos limitamos a ignorarles e ir a por nuestra comida, pero no podemos aguantarnos la risa. Cuando regresamos con nuestras bandejas comienza el interrogatorio:

-Cris, ¿Marcos es tan bueno en la cama como él dice?-me pregunta Álvaro, siempre picado con Marcos.

-¿Por qué dais por hecho que nos hemos acostado?-pregunto yo contraatacando.

-Uno, no estás respondiendo a la pregunta; y dos, porque dos personas que se van de copas y se atraen no pueden acabar durmiendo en camas diferentes. Venga ya, ¿acaso tenéis quince años?-Marta se entromete y continúa con la emboscada.

Miro a Marcos, que tiene sus ojos fijos en mí; la forma en que me mira me hace sentir importante. Nos reímos con complicidad, recordando los detalles de una noche que es solo suya y mía, por mucho que nuestros amigos quieran saberlo todo.

-Hacéis una pareja ideal, sinceramente-apunta Rocío-. Parecéis sacados de una revista.

Por mucho que Marcos y yo nos empeñamos en negar que somos pareja, nuestros amigos siguen bromeando e imaginando nuestra velada romántica.

Tras sortear el interrogatorio con éxito consigo irme a mi habitación. Necesito un tiempo para estar sola y adelantar trabajo de la redacción.

Cuando me quiero dar cuenta ya son las ocho de la tarde. Me doy un largo baño y llamo a mi hermana para contarle lo sucedido anoche:

-María, cómo sé que si no te llamo yo lo ibas a hacer tú...

-Cuenta todos los detalles, con pelos y señales-me interrumpe ella impaciente.

-Pues cenamos por la Castellana y fuimos al Museo Chicote de copas. Bailamos mucho, mucho y acabamos al ritmo de Ed Sheeran en una balada en la que nos besamos.

-¡Ohhh, parece de película romántica!-me dice sabiendo que odio lo cursi-.Pero ahora a lo suculento, ¿qué pasó después?

-Me colé en su habitación intentando que no nos viera el guardia de la resi y lo demás ya te lo imaginas.

-¿No me vas a dar más detalles, en serio? ¿Tanta espera para esto?-pregunta desesperada.

-Pienso que si lo cuento, el recuerdo pierde valor. Además, aunque seas mi hermana no está de más guardarme estas cosas para mí, bonita, que tú luego tomas nota de todo-afirmo con sarcasmo.

A las nueve bajo a por un sándwich y me vuelvo a la habitación, dispuesta a seguir corrigiendo artículos.

A las diez alguien llama a mi puerta, pero muy bajito. Cuando la abro me encuentro a Marcos en pijama, susurrándome:

-¿Puedo dormir contigo?

¿Y quién es capaz de negarle algo a esa carita?

Sueño cumplido (Luka Dončić)Where stories live. Discover now