51. Jonathan

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Hablaba con Jonathan a menudo, especialmente por WhatsApp. Desde que lo conocí se ha mostrado muy atento conmigo y la química que hay entre nosotros es innegable. Por eso, cuando me invitó a su casa no pude hacer otra cosa que aceptar:

-Dos amigos y una botella de tequila. Cenita informal, ¿qué me dices?

No me venía mal dejarme querer un poco, aunque para mí Jon fuera solo un amigo. Además, todo lo que me ayude a olvidarme de Luka por un rato bueno es. Ha cesado en sus llamadas, pero sigue escribiéndome de vez en cuando sin obtener aún respuesta. Ya he asumido que lo he perdido para siempre, aunque a veces se me pase por la cabeza que este no pueda ser nuestro final.

Hoy, viernes, estoy arreglándome en la habitación de la residencia con Marta, Rocío y Vero calentándome la cabeza.

-Tienes que despejarte, y qué mejor que con un buen mozo-dice Rocío con su humor cotidiano, guiñándome un ojo.

-Pero yo no estoy para nada de eso...-me excuso.

-Tú ve con él, cena gratis, bebe tequila y si suena la flauta, pues que suene-insiste Vero.

Ruedo los ojos y me aplico el pintalabios sin hacerles el más mínimo caso. Me despido de mis niñas y cojo un taxi hasta la dirección que Jon me envió.

Su edificio es moderno y muy bonito. Hay un guardia de mediana edad en la puerta que me saluda con excesiva amabilidad. O eso, o que estoy tan áspera últimamente que cualquier forma de felicidad por pequeña que sea me toca las narices.

Llego a la quinta planta y toco en la puerta B. Jonathan me recibe con un jersey verde botella y unos vaqueros. Su atractivo es innegable.

-¿No vas muy guapo para ser una cena informal?-le pregunto después de abrazarlo.

-Para una compañía como la suya señorita, debería ponerme esmoquin-bromea haciendo un ademán con la mano para que entre a casa, sacándome una sonrisa.

Me lleva a su terraza, en la que reina una mesa de centro preparada para la cena. La única luz que se aprecia proviene de unos pequeños farolillos colgados de una de las paredes. Las vistas de la noche madrileña son preciosas.

-Wow-es lo único que acierto a decir.

-¿Te gusta?-me pregunta a mi espalda.

-Mucho, pero dijiste cena informal y esto parece un hotel de cinco estrellas.

Se ríe ante mi comentario.

-Eso es porque no sabes lo que he preparado para cenar.

Me guía hacia la cocina, donde saca dos pizzas del horno. Río ante su mirada de culpabilidad.

-En mi defensa he de decir que son caseras, no son de la Casa Tarradellas, ¿eh?-se justifica.

-Cuando me conozcas mejor sabrás que nunca puedo exigir con el menú, porque soy un puto desastre con los fogones-confieso.

Viene a mi mente un recuerdo de Luka sentado en la encimera de su cocina, riéndose de mí mientras intento hacer unas tortitas en condiciones sin ningún éxito. Tras el pique, ambos acabamos manchados de masa y entre besos. La imagen es como un pequeño pinchazo en el corazón, por eso la borro lo antes que puedo.

Dos pizzas, dos botellines de Mahou y unas vistas increíbles de Madrid. Reconozco que es bastante fácil ganarme, pero es que no necesito nada más. Lo paso muy bien con Jonathan, hablando de cosas sin demasiada trascendencia y conociéndonos mejor.

Sueño cumplido (Luka Dončić)Where stories live. Discover now