Capítulo 3

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Su padre una vez le había dicho que ser escritor era la carrera o el hobby más hermoso del mundo, el mejor que podía existir

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Su padre una vez le había dicho que ser escritor era la carrera o el hobby más hermoso del mundo, el mejor que podía existir. Cuando le había preguntado el porqué, le respondió: «porque plasmas conocimientos en un papel. Entonces tus pensamientos y lo que en alguna vez en tu vida creíste correcto, toma valor al escribirlo. Es hermoso porque tus sueños, tus deseos y esperanzas pueden ser transmitidas y por sobre todo, porque te vuelves inmortal»

Al principio no le había preocupado encontrarle mucha importancia o sentido a aquello, al final de cuentas tendría unos siete años cuando se lo había preguntado y tenía cosas más interesantes en las que preocuparse, pero en ese momento, luego de haberse hecho aquella promesa, recordó el día lluvioso impregnado de paz en el cual se había pronunciado esa incógnita. Y ahora cada una de esas palabras cobraba sentido en su mente, como pequeñas piezas de rompecabezas que empezaban a encajar.

Su padre no escribía porque le generase dinero. Sí las obtenía, siempre existía uno que otro lector. Igual no era suficiente para ser considerado alguien rico y con lujos. Escribía porque le gustaba, porque sentía pasión al plasmar palabras en un papel, así como él sentía éxtasis al entrar en contacto con la naturaleza y rodearse de la pureza que le brindaba. Le jactaba decir que él contempló a su corta edad paisajes que nunca se borrarían del baúl de recuerdos de su mente. Y de cierta forma su padre era igual.

«Después de todo no somos tan diferentes como en algún momento lo creí» pensó sosegado. Y no lo eran, uno se refugiaba en letras y en el embriagador olor de los libros viejos y nuevos; él, buscaba el placer entre ramas, agua salada o dulce; entre colinas, desiertos; entre la libertad que le proporcionaba las bellezas del mundo. Y, a pesar de la dificultad que se le presentaba, siempre terminaba acudiendo a alguna de ellas, aunque sea para contemplarlas un rato en paz.

Luego de terminar la clase se sintió feliz de haber tenido ese momento de reflexión, después de todo no sentía rechazo por parte de su padre y ahora lo entendía. Buscaba la soledad tanto como él sentirse libre, ¿y a quien no le encanta hacer lo que le apasiona con tanto fervor? «Es como una droga —pensó—. Una más bonita y sana»

La clase había terminado y él seguía en su ensimismamiento, hasta que Hernesto le movió el hombro con brusquedad y chasqueó los dedos al frente de él.

—¡Hey! Señor alegría, despierte, tenemos cosas que hacer, ¿recuerda?

David pestañeó varias veces y de repente entendió que estaba aún en la universidad, rodeado de sus amigos que lo miraban impacientes por alguna reacción.

—Sí, claro —respondió con voz adormilada. Era mentira, no recordaba qué tenían que hacer. Xavier soltó un pequeño bufido.

—Estaba soñando despierto Hernesto, no recuerda —inquirió el moreno.

«No estaba soñando despierto, sólo meditaba, idiota» Reprochó mentalmente, pero al final no quiso exponer todos sus pensamientos a sus amigos que estaban interesados en algo más.

La diosa del bosqueWhere stories live. Discover now