Capítulo 40

1K 123 15
                                    

Creyó encontrar la paz entre la calidez de sus brazos; pero no lo hizo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Creyó encontrar la paz entre la calidez de sus brazos; pero no lo hizo.

La presión en el pecho seguía presente, como si de alguna forma una espina venenosa le hubiera traspasado su corazón de una sola estocada. El estómago se revolvía enervado, mas no sabía de qué o porqué. No tenía sentido que se sintiera tan afectado por algo que él no había presenciado. Y aun así lo hacía, sentía un profundo pesar. «¿Por qué —Se preguntó, inhalando el aroma a flores que poseía Forest—. ¿Por qué me duele tanto si yo no hice nada?»

Dejó de cavilar por ello y se dejó envolver completamente por los brazos de la guardiana. Él también lo hizo, presionó con fuerza enterrándose más en ella. Percibió como Forest se sobresaltaba, mas no hizo ningún ademán de alejarlo, permitió que se acobijara entre su cuerpo, esperando quizá, que se calmara.

—Eso pasó hace mucho tiempo, David —murmuró en su oído. De alguna forma, el chico se tranquilizó al escuchar su melodiosa voz. Ya no le parecía tan recia como antes. Desde que lo conoció había cambiado—, ya no me duele.

Inevitablemente sintió como las lágrimas volvían a asomarse, sin quererlo. Su cuerpo le exigía continuar llorando, ¿por qué? No entendía la frenética necesidad de que su alma se desahogara, como si fuera culpable de las desgracias de la guardiana. Debía admitir que se entristeció muchísimo al conocer su pasado. No pudo evitar sentirse ridículo ante la nimiedad de su infancia comparada con la de ella. Sin embargo también encontró similitudes. Ella sufrió del rechazó, quizás uno más fuerte que el de él; y gracias a ello no disfrutó de la vida tanto como David deseaba hacerlo.

Negó, intentando eliminar el nudo que se había instalado en su garganta. «Es mentira —Quiso decirle—, te sigue doliendo tanto como la primera vez, porque si no... ¿Por qué te costó decirlo? ¿Por qué sentí que todas tus lágrimas estaban allí, sin importar que no eran perceptibles? Lloras cada vez que recuerdas tu pasado, solo que no te das cuenta de ello»

—No son necesarias las lágrimas para que el alma llore sin consuelo alguno —logró musitar, dejando a un lado la presión que sentía en su pecho, y que no aminoraba. «No, debes calmarte —Le dijo su subconsciente—, si sigues así puedes empeorar» Sintió como la mano de Forest acariciaba su cabello negro.

—Tienes razón —contestó la guardiana en un susurro—, ya eso no importa. Hace mucho que no lloro y mi alma se acostumbró a convivir con la sombra del pasado. No sigas sintiendo pena o remordimiento por algo que pasó hace mucho tiempo.

David negó.

—No es eso... no siento pena por ti, sólo... rabia hacia todos quienes te hicieron daño —explicó sin saber realmente como continuar—, él sobre todo. Después de tantas promesas, después de tantas muestras de afecto ¿Por qué lo hizo?

—La respuesta es fácil —dijo con rapidez. David ladeó su mirada hasta vislumbrar la expresión de Forest. En ella, una sonrisa nostálgica se había apoderado—. Todos le tememos a la muerte —David frunció su ceño, dispuesto a refutarle su afirmación, mas la guardiana no le dejó—. Sé que muchos deben decir lo contrario. Pero es falso. Se intentan engañar a sí mismos de que nada ocurre; se hacen los valientes, pero aquí —Tocó con suavidad el pecho de David, en donde estaba su corazón—, el temor persiste. Y cuando llega ese momento, cuando sientes que todo acaba para ti, piensas en lo que pudiste hacer con vida; en todo lo que querías y ya no podrás lograr. Sientes un frío mortal que te taladra los huesos y piensas «No quiero morir» Hasta que te das cuenta de que es muy tarde.

La diosa del bosqueWhere stories live. Discover now