Capítulo 30

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Por primera vez en muchísimo tiempo se sintió necesitada de la compañía de un humano

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Por primera vez en muchísimo tiempo se sintió necesitada de la compañía de un humano. Quizá la última vez que ansió estar junto a un mortal fue en su primera vida.

«Pero me dijo que regresaría mañana. Él va a regresar —pensó nerviosa. Las tribulaciones e inseguridades que invadían sus pensamientos le hicieron hacerse muchas preguntas—. ¿Y si no lo hace? ¿Si me abandona al igual que él lo hizo?» Le aterraba la idea de que la historia se repitiera de nuevo, así que debía evitar a toda costa encariñarse demasiado con ese humano. No sólo erradicar cualquier sentimiento más allá de un leve cariño, sino que mantener siempre entre ellos una desconfianza que él no percibiera.

Ya suficiente había sufrido a causa de los humanos, no podía permitir que la hirieran de nuevo.

Muchas cosas ocurrieron ese día, cosas que jamás se esperó que ocurrirían, y quizá la más importante fue perdonarlo. No planeaba hacerlo, una parte de ella le insistía en que debía echarlo del bosque, hasta que recordó las palabras de Vida «Si le doy una oportunidad, me doy una a mí misma, la de saciar ese rencor y reemplazarlo por algo más»

Recuerda cuando observó aquellos ojos azules tan vacíos. No podía describir lo que sintió en ese momento. Quizás era la culpa la que manejó su cuerpo para detener a ese chico. Simplemente no podía permitir que acabara así ¿Qué sería del alma de David si lo hubiera dejado partir? No quería recibir noticias de que Muerte se lo había llevado, aun cuando ese era el final del camino para todos los mortales.

Recuerda como el pecho le dolió al verlo tan triste y arrepentido. Suplicante, desesperado, queriendo acabar con su vida como si no valiera nada. Algo en su estómago se revolvió en ese momento, había sido una punzada de dolor que le impidió cumplir con sus deseos. Ese chico no merecía morir o desaparecer de esa forma; la muerte antes de tiempo nunca era la solución, después su alma se lamentaría por toda la eternidad, sin importar el lugar en el que estuviera.

Haberlo abrazado fue extraño. Tenía muchísimo tiempo sin sentir el cuerpo de un humano entre sus brazos, «creo que la última vez fue cuando era humana —recordó—. Desde ese entonces más nunca he tenido un contacto directo con ellos» Al hacerlo sintió la calidez que emanaba esa pequeña alma, tan dañada por los incontables golpes de la vida que en cierto punto le recordó a sí misma. Percibió su sufrimiento, fue entonces que quiso de alguna forma apaciguarlos, esperando quizá que el abrazo surtiera algún efecto al igual que las palabras que brotaron de sus labios. El señor viento se encargó de demostrarle su sorpresa, pero en aquel momento no se preocupó en pensar mucho sobre ello, sólo habló sin rencores, como los viejos tiempos.

También se sorprendió por las veces en las que sonrió, o en las que intentó hacerlo. El rostro se le había entumecido y ya casi no recordaba la sensación de estirar los labios en una mueca que denotaba alegría o ternura. Por algún motivo ese chico lo logró; pudo despertar los sentimientos enterrados de Forest, esos que la habían vuelto tan vulnerable en su momento.

La diosa del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora