Capítulo 43.

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Era impresionante observar cómo su mundo se derrumbaba frente a ella, en cámara lenta, suave y sin ningún ruido

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Era impresionante observar cómo su mundo se derrumbaba frente a ella, en cámara lenta, suave y sin ningún ruido.

Antes de que se cumplieran treinta y cinco días sin ver a David, despertó con la desagradable sorpresa de que ya no podía transportarse de ninguna forma mágica posible a otro lugar. El viento dejó de abrazarla en su manto y su magia perdió tanta capacidad que ya no pudo convertir la materia de su cuerpo en animales que le permitieran volar o andar a distintos lugares de su hogar.

Ahora tendría que caminar mucho.

Ya llegado el atardecer de trigésimo segundo día sin ver a David, los animales corrieron a informarle que alguien había entrado al bosque. Al principio creyó que era él, no obstante, los animales le transmitieron otra cosa. No, no era David, sino un intruso.

Pudo confirmarlo cuando sintió una parte de su cuerpo ser lastimada. Una herida surgió en su antebrazo derecho como si una flecha hubiese rozado su piel. No gimió ni gritó de dolor, estuvo atenta a sus oídos y comprendió que el herido era un árbol. Reanudó su marcha en dirección al humano para cumplir con su deber de convertirlo en algo preciado para el bosque, pero no pudo. Cuando llegó al frente del claro rodeado por árboles, el humano ya se había ido.

Se maldijo todo el día, frustrada. Sus peores miedos se estaban comenzando a hacer realidad, todo se estaba yendo de cabeza, así que de forma inevitable un pensamiento afloró en su mente. «¿Qué me matará primero? ¿La Tierra o los humanos?» Si estos comenzaban a ir más seguido a su hogar, las heridas serían más frecuentes, y como pudo comprobar, ya no sanaban tan rápido como antes.

No le dolía mucho la herida, estaba acostumbrada al dolor, sin embargo cuando David le sujetó el brazo se le escapó un pequeño chillido. Fue lo peor que pudo hacer puesto que hizo que el joven se preocupara más. Él tenía sus propios problemas, ¿por qué le importaba lo que sucediera con ella? «Me pregunto si no fue un error haberme hecho su amiga»

Regresó al presente cuando David soltó una exclamación de sorpresa. Debía admitirlo, estaba emocionada por el detalle tan hermoso que él le había hecho al bosque. A ella nunca se le hubiese ocurrido, aunque tampoco es como si tuviese muchos amigos humanos a quienes habérselo pedido.

Quizá sus problemas evitaban que saltara de alegría frente a él. Después de todo, ella no podría verlos crecer, pronto su vida acabaría y aún no encontraba la forma de decírselo a David. ¿Cómo hacerlo? Estaba tan feliz y emocionado que no quería arruinarle esa mínima felicidad con algo tan banal como su vida.

Apretó con fuerza el ramo de flores. Por un segundo deseó que todo se detuviera. Quería quedarse allí, con él, regalarle millones de sonrisas y enseñarle todo lo que ocultaba ese majestuoso lugar. Lamentablemente ella no le había podido mostrar sino menos de una cuarta parte de ese inmenso terreno, mas para él, parecía ser suficiente siempre y cuando estuviera su lado.

Sonrió al verlo intentar cavar un pequeño hoyo para las semillas. Pudo contar alrededor de unas treinta. No todas germinarían, pero las que lo hicieran se erguirían en el futuro como hermosos pedestales naturales, fuertes y brillantes. Reconoció a los abedules, esos que no habían en el bosque, y también a los castaños y limoneros. ¡Vaya elección! Había una enorme variedad de árboles y David escogió los más indicados para rellenar ese terreno vacío.

La diosa del bosqueWhere stories live. Discover now