—N-No sé cómo empezar... pero desde que te conocí mi vida cambió. D-De alguna forma me e-e-na-namo-moré de t-ti. —Vio cómo su rostro se teñía de un rosado intenso. Maldijo para sí lo nervioso que estaba. ¡Si apenas era un espejo! Estaba practicando y sus nervios estaban peor que su corazón.
Suspiró intentando recobrar la compostura y la normalidad en sus latidos. Una sonrisa afloró en su rostro cuando al cerrar sus ojos la vio de nuevo. Su sonrisa, su cabello rubio, la diversidad de flores que la rodeaban, y la calidez que emanaba. Aunque todo aquello se desvaneció de repente al percibir en ella una preocupación inusual. Algo no andaba bien. ¿Cómo podía ayudarla?
Llevaba media hora practicando y no obtenía resultado. El tartamudeo le ganaba, las palabras salían mecánicas, llenas de terror. Su corazón se aceleraba al verse la cara en el espejo; sus mejillas se arrebolaban e inevitablemente bajaba su mirada, como si de alguna forma ella realmente estuviera al frente de él. Apenas y había pasado un día y ya la extrañaba.
Cuando llegó a su casa su madre lo recibió con una gran reprimenda. Estaba preocupada y lo primero que hizo fue inspeccionarlo de pies a cabeza. Se calmó al notar que David se hallaba en perfecto estado, bueno, por esa vez. No quiso entrar en detalles, no planeaba contarle sobre Forest y lo que había ocurrido, sólo regresó a su habitación con una gran sonrisa.
Su corazón no paraba de palpitar de alegría. No sabía si era o no peligroso, sólo reaccionaba así al recordar su angelical rostro. Era un sentimiento que no podía explicar; ya sabía la palabra, y le parecía tan extraña que no paraba de susurrarla.
—Te amo... —Volvió a susurrar mientras pasaba el pulgar por sus labios. Sonrió nervioso. Aún no estaba seguro de cuando se lo diría, pero tenía que hacerlo.
Se acostó en su cama sin dejar de pensar en ella. Le preocupaba, tanto que al día siguiente iría a verla. No podía permitir que alguien volviera a entrar y la dañara. Realmente se alarmó al verla herida; por primera vez sintió la necesidad de proteger a alguien a pesar de lo débil que era. «Oh, Forest, ¿qué tienes? ¿Por qué no me lo has dicho?» Una punzada en su pecho se hizo presente al imaginarse lo peor. Negó. Ella no era humana, viviría incluso después que todo el mundo olvidara la existencia de David, o eso pensaba él.
Recordó la herida que tenía en su brazo. Se levantó con rapidez con el objetivo de buscar un botiquín de primeros auxilios, quizás eso podría ayudarla a sanar. Al hacerlo de forma tan brusca se sintió un poco mareado, así que esperó unos minutos. Bajó a la cocina y buscó el cajón en donde estaba. Al encontrarlo subió y lo colocó en su mochila. Antes de volver a acostarse miró su reloj.
Eran las diez de la noche.
No supo por qué, pero al ver la hora sintió una presión en su pecho.
Fue como si de alguna forma algo malo se avecinara. Y su corazón lo sabía.
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La diosa del bosque
FantasyLa humanidad se ha convertido en el cáncer que ha empezado a destruir su propio planeta. Tala y destruye árboles, destroza hectáreas de naturaleza con el único objetivo de beneficiarse, pero, ¿realmente lo están haciendo? ¿O se conducen ellos mismos...