Capítulo 24

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Las cosas eran más simples de lo que se imaginaba, y a la vez, eran difíciles de afrontar

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Las cosas eran más simples de lo que se imaginaba, y a la vez, eran difíciles de afrontar. Quería renunciar a todo: al bosque, a la guardiana, lo mágico que era el lugar, pero a la vez no lo deseaba. Estaba sumido en una desdicha plena, sin ganas de regresar ni hacer nada. Sólo que aún estaban sus amigos, todo era por ellos. ¿Cuántas veces lo ayudaron? Tanto en sus problemas físicos como mentales. Hernesto y Xavier habían sido su pilar. Gracias a ellos la tristeza y el miedo al rechazo habían desaparecido. Ahora temía al desafortunado regreso de esas emociones que siempre vivieron a la sombra de su alegría, esperando el momento de regresar y volver su vida un caos mayor.

Sentía un vacio en su estómago, ¿qué era? Pensó mucho en ello mientras iba en el bus de regreso a casa. Era algo que tenía muchísimo tiempo sin sentir. Era similar a la tristeza, y a su vez, rabia unida a la frustración de no saber qué hacer.

Cada vez se le dificultaba estar más en ese bosque, cuando era tan hermoso. No aceptaba el odio de la guardiana hacia él, ni si quiera lo conocía. ¿Por qué tratarlo de la forma en que lo hacía? Sus palabras habían parecido insignificantes, mas fueron todo para David. Era saber que sus amigos no regresarían, y que viviría solo toda su vida. Además ¿A quién le agradaba estar con un enfermo como él? Tan frágil y débil como un vidrio delgado.

Estaba cansado de que las personas tuvieran esa idea de él; de que vieran a un niño indefenso que necesita ser protegido todo el tiempo. Ni siquiera pudo parecer fuerte delante de la guardiana del bosque; sólo había demostrado que cualquier cosa podía lastimarlo. Eso le frustraba. Deseaba tanto ser normal... ser alguien que puede protegerse así mismo, e incluso a otros. Su imagen ideal se borraba al verse en el espejo, allí veía a un chico con problemas cardiacos, delgado, frágil.

Rompible.

«Traté de ser alguien gentil. Traté de caerle bien y ser su amigo ¡Pero nada funciona! Me trata como una basura ¿Por qué debería regresar? —Se preguntó mientras veía por la ventana del bus. De repente resonó la respuesta; en voz de Hernesto—. ¿Nos vas a abandonar?» Apretó sus puños con toda la fuerza que podía, hasta que los nudillos se le pusieron blancos. ¿Cómo salvar a sus amigos sin perecer en el intento? Era ridículo tan si quiera pensar que podría hacer algo al respecto, o ablandar el corazón de esa mujer tan impía como Esmeralda. «Ese no es su nombre, aunque ¿Qué más da?»

Por un momento había creído que realmente le importaba; cuando notó en su mirada una tenue preocupación por su situación. Temblaba por el frío que sentía, y ella le había llevado un abrigo, uno tan cálido como los rayos del sol. Nunca había tenido en sus manos una capa tan gruesa y hermosa como aquella. A la guardiana eso no parecía preocuparle, o en todo caso, sorprenderle. Ni si quiera le gustaba.

También se sorprendió cuando agarró su mano y la detuvo. Pensaba en que no quería estar solo; por un segundo el pánico había dominado su cuerpo y el impulso de detenerla fue inevitable. ¿Cómo describir el temor de estar solo? A sabiendas que las preocupaciones de su infancia acechaban muy cerca, esperando el mejor momento para llevarlo al abismo de la desesperación.

La diosa del bosqueWhere stories live. Discover now