Capítulo 9

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Viernes 7 de marzo, 2014.

La fila para entrar al punto de pago era bastante larga y eran ya las once de la mañana. Es que si tan solo no hubiera una sola persona atendiendo, probablemente todos ya hubieran sido atendidos y pagado sus deudas hacía un buen rato. Yongguk miraba aburrido a la gente que pasaba mientras arrancaba restos de una pared un poco desgastada, había decidido ir a sentarse apartado del resto, pues hablaban demasiado y a él le dolía un poco la cabeza por no haber desayunado.

Soltó un bufido cuando divisó a Youngjae cruzando una calle y corriendo hasta él, sacudiendo una de sus manos para saludarlo. Tenía el cabello revuelto como una vieja escoba y vestía una ancha camisa blanca de botones bastante arrugada.

—Lo siento —se excusó tomando una bocanada de aire y respirando fuertemente—, me quedé dormido.

El mayor lo miró de arriba abajo, levantándose de donde estaba y sacudiéndose la ropa.

—Pareces un pedazo de pared —dijo, señalando la camisa de su mejor amigo.

—¿Qué? —el menor frunció el ceño sin comprender pero no le dio importancia. Se giró a mirar la extensa fila y silbó—. Hay mucha gente.

—Dime algo que no sepa.

Youngjae lo miró con enfado y le golpeó en el pecho con la mano.

—¿Qué diablos haces aquí? Debiste ir haciendo la fila, ahora tendremos que esperar más tiempo.

El moreno se rascó en el lugar que le habían golpeado, agarró la mano de su amigo y lo guio hasta un anciano que había en la fila, casi entrando al lugar. Youngjae lo reconoció como el hombre que el año pasado se había caído de unas escaleras frente a ellos y Yongguk había cargado hasta el hospital más cercano. El pelinegro inclinó la cabeza hacia adelante para agradecerle al mayor y éste le sonrió amplio, enseñando una dentadura amarillenta. El castaño hizo una reverencia también y se ubicó detrás de su mejor amigo, un poco tímido por las miradas que les dirigían un par de jóvenes adolescente que habían allí, pues aún estaban cogidos de las manos y él, extrañamente, no se quería soltar.

—¿Qué pasa?

Yongguk lo sacó de sus pensamientos y él negó rápidamente con la cabeza.

—Nada...

Mirando por última vez a su mejor amigo, quien conversaba con el anciano torpe, bajó la vista hacia las manos de ambos. Desde hacía unos días venía sintiéndose raro, y decía raro porque cada que estaba cerca de Yongguk se sentía nervioso, y eso lo extrañaba de sobremanera. ¿Por qué iba él a sentirse nervioso con su mejor amigo? No era como si le gustara o algo por el estilo, ¿verdad? Sacudió la cabeza alarmado y alejó aquellos pensamientos de inmediato, porque eran demasiado absurdos, él no podía tener sentimientos amorosos hacia el mayor de un día para otro. A lo mejor algo en su cabeza seguía diciéndole que se iba a quedar soltero el resto de su vida y que mejor saliera de una buena vez con Yongguk, esa voz en su cabeza llamada Tío Shin.

«No seas tonto, ¿y qué va a pasar con Daehyun?». Se exaltó al escuchar la voz de su conciencia. ¿Que qué iba a pasar con Daehyun? ¿A qué se debía esa pregunta salida de la nada? Con él no iba a pasar nada, apenas se estaban conociendo, no había nada entre ellos. Se mordió el labio inferior y se preguntó cómo era posible que hubieran dos voces en su cabeza.

Un jaloneo volvió a despertarlo y se vio siendo arrastrado por Yongguk hacia el interior del puesto de pago, dos personas más habían llegado para atender en las cajas y la fila avanzó casi que de inmediato. Esperaron unos diez minutos más hasta que por fin los atendieron. Yongguk le había pedido dinero prestado a Youngjae para que le ayudara a pagar las cuentas de febrero, pues la fecha había vencido y el dinero que había reunido lo había usado para pagar una deuda que su fallecido padre había dejado en sus hombros. Por suerte, al moreno le faltaban algunas cuotas más de la deuda de su padre y podría estar a paz y salvo. El castaño accedió sin pensarlo mucho.

[B.A.P] «fishing for love».Where stories live. Discover now