Capítulo 24

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Daehyun sacó los auriculares del bolsillo más pequeño de su mochila y resopló al verlos tan enredados, odiaba cuando eso pasaba, era la razón principal por la que compraba audífonos cada mes, porque siempre los rompía. Con una leve inclinación de cabeza se despidió de los porteros de la entrada de su universidad y estiró el cuello al encender la pantalla de su teléfono y chequear que eran las siete de la noche. Los viernes su jornada culminada a las seis de la tarde, pero la mayoría de las veces se quedaba charlando con sus amigos cuando terminaban las clases. Terminó de desenredar sus auriculares para conectarlos a su móvil justo en el momento en que éste empezó a sonar, con una canción extraña que recién había descargado como tono de llamada entrante.

Miró la pantalla y frunció el ceño al leer el nombre de Youngjae parpadeando, ya no estaba seguro de quién le llamaba del otro lado, pero aun así tragó saliva y contestó dudoso.

Hola —saludaron en la otra línea, pero Daehyun en sus nervios no logró identificar la voz y permaneció pensativo por algunos segundos.

—¿Quién habla?

Una risita divertida resonó por el receptor de su celular revolviéndole el estómago y obligándole a sonreír inconscientemente, sintiendo que se derretía por dentro. El hecho de que se le hubiera confesado al menor días atrás y que aún siguieran hablando como si sus palabras nunca hubieran sido pronunciadas le calmaba un poco.

Soy yo —habló Youngjae en tono tranquilo—. ¿Te golpeaste la cabeza o algo?

«Nada de eso, pensé que tu mejor amigo me engañaba de nuevo». Daehyun negó divertido pese a que el otro no lo veía y empezó a caminar por la transcurrida calle iluminada por blancas farolas, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro antes de responder:

—No, no.

Debido a que su hermana se había llevado el carro al no querer prestárselo porque aquel viernes se hallaba muy cansada, él tendría que irse en bus, y la pereza que le estaba dominando de repente lo obligaba a caminar lentamente hacia la parada de buses.

Dae, ¿puedes ir hoy al bar? —el castaño hizo una breve pausa—, p-para que podamos hablar.

El pelidorado de pronto se sintió tenso, había llegado la hora y tenía que mostrarse firme sin importar el cómo acabara todo, aunque había otro asunto que también le inquietaba y ponía nervioso hasta la médula...

—No lo sé, Yongguk...

Está bien —aseguró el menor—, no dejaré que te haga nada.

El pelidorado lo meditó un breve instante y, como se había prometido horas atrás cuando el moreno lo citó en su lugar de trabajo, decidió que no era tiempo de temerle a Yongguk. Él estaba ansioso por obtener una respuesta de Youngjae, así que si el mayor se esmeraba en separarlos o interrumpirlos él no se iba a contener y lo mandaría a la mierda, aún si eso implicaba noquearlo para que les diera un respiro. Ya había sido muy paciente.

Desvió sus pisadas hacia una nueva calle y apuró el paso.

—Vale —contestó al celular—, voy para allá.

       

        

Youngjae meneaba la cabeza de un lado a otro al ritmo de la música, las últimas canciones que estaban de moda eran demasiado pegajosas, como la de Katy Perry, Dark Horse, cuyo vídeo musical había salido el mes pasado y a él le había parecido una mariconada un poco extraña, pero la canción en sí le había encantado. Se encontraba sentado en una de las mesas del bar bebiendo un Jaibol mientras esperaba por la llegada de Daehyun, el muchacho en el que no había dejado de pensar los últimos días después de que éste le confesara sus sentimientos. Dio un sorbo a su bebida y sopló el aire al percibir la pizca de whisky con la que habían mezclado su cola, tamborileó la mesa con los dedos al escuchar Suit & Tie inundando el lugar y clavó su mirada en el hielo del licor de su vaso, meditando una y otra vez en las palabras del pelidorado, esas que le habían revuelto el estómago y le habían hecho sentir pleno y querido.

[B.A.P] «fishing for love».Where stories live. Discover now