Capítulo 34

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Daehyun acomodó la almohada entre su pecho y el colchón y, sin expresión alguna, releyó la actualización que hacía más de una hora Él había publicado.

20140409. «¿Alguna vez se han sentido tan confundidos que llegan a un punto en el que dudan de todos sus principios, creencias y los conocimientos que les han inculcado desde muy pequeños? Dejan de ser ustedes mismos y se encuentran suspendidos en un vacío, flotando en un lugar donde no existen el espacio ni el tiempo. Entonces despiertan, con una sensación de pérdida en el pecho, y solo sienten que nada está en su lugar.

Lamento la escasez de actualizaciones, últimamente no me encuentro de ánimos. Espero poder mostrar un mejor lado de mí la próxima vez. Hasta pronto.»

Abrazó más fuerte su almohada y un gruñido se escapó de su garganta. Nadie estaba de ánimos, en realidad. Su cabeza se llenó con la imagen de Youngjae y le inquietó lo que éste pudiera pensar de él cuando se enterara de que le había roto la nariz a Yongguk. ¿Se enfadaría? ¿Iría a buscarlo y le devolvería el golpe? Se removió un poco y meditó que eso no debería inmutarle, lo que el castaño pensara de él no tendría por qué importarle... pero, de alguna manera, lo hacía, y eso lo frustraba hasta un punto que le dejaba exhausto. Observó el celular en su mano, lo encendió y luego lo apagó. Si Youngjae no le había contactado desde el lunes era porque de verdad no quería nada con él, aunque, bueno, no se esperaba nada de todos modos, porque siempre era así.

Un golpeteo en la puerta evitó que el pensamiento que decía «fuiste tú quien le dijo que olvidara todo» se cruzara por su mente y el cuerpo de Kangho apareció en el umbral, cabello hecho un lío y aspecto de llevar un mes enfermo.

—¿Desayunaste? —preguntó su cuñado con una voz que denotaba sueño y cansancio.

Hejun había mejorado de sus fracturas lentamente con el paso de los días, sin embargo, aún no podía ir a trabajar, por lo que en medio de su desesperación empezó a hacerlo en casa a pesar de tener permiso de su jefe. Su novio había decidido quedarse en la casa de los Jung desde el domingo, pero la distancia de allí a su trabajo era mucho mayor y el día anterior había llegado casi muerto de su jornada laboral, por lo que apenas despertaba. Daehyun vio la hora en su móvil y suspiró al ver que eran las dos y media de la tarde.

—Sí, lo hice.

—Ah, perdón por no levantarme para prepararlo —explicó, bostezando—. Sé lo mucho que te gusta mi comida.

—No tenías que, no soy un niñito —reclamó—, yo podía hacerlo solo. Te guardé un poco, ponlo a calentar.

—Gracias —sonrió el mayor y sus ojos se hicieron más pequeños—. ¿No tuviste clase hoy?

—A las cuatro, dentro de poco salgo.

Kangho asintió, rascándose el abdomen por debajo de la camisa, y abandonó la habitación del menor para dirigirse a la puerta principal, la cual estaban tocando. Daehyun volvió a su celular y escuchó desde su lugar la voz de Himchan, lo cual le hizo refunfuñar contra las sábanas, pues no había hablado con su amigo desde la exposición y éste era uno de esos cotillas que interrogaban por todo, en ningún momento el mayor le había escrito o buscado para preguntarle cómo había terminado todo con Youngjae, aunque también era culpa suya por andar tan amargado y distanciarse de él. La voz quejumbrosa de su hermana ahogó la de Himchan y resonaron un par de risas masculinas, rato después su puerta fue nuevamente golpeada.

Toc, toc —Daehyun miró hacia atrás sin molestarse en ponerse de pie y observó a su amigo sacudir la mano anímicamente, su aura tan relajada como de costumbre—. Hola.

[B.A.P] «fishing for love».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora