Capítulo 17

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Jueves 20 de marzo, 2014.

Daehyun estaba a punto de desmayarse, y es que cuando los nervios lo dominaban le era demasiado difícil, por no decir imposible, calmar las ansias. Por fin había llegado el día de la tan esperada discusión filosófica y lo había empezado con dolor de estómago y sin muchas fuerzas para comer. Debido al evento había tenido que levantarse un poco más temprano para ir a trabajar en la cafetería y llegar a las ocho de la mañana, pues una falta significaba menos pago a final de mes y él no estaba dispuesto a ello, porque necesitaba dinero. El plan era reunirse con su profesor a las once en la universidad para ir juntos, junto con otros alumnos destacados, hacia el lugar del debate. En aquel momento se encontraba repartiendo cafés y panes a los clientes madrugueros.

La campana que habían puesto en la puerta —cortesía de Sowon, quien aún se reprendía su descuido de tiempo atrás— tintineó por la llegada de nueva clientela y ambos alzaron la voz en un cortés ¡Bienvenidos!

—¡Dae! —la peliuva llamó a su compañero desde el mostrador y éste terminó de tomar un pedido para entregárselo a ella.

—Pastel de queso con arequipe y un cappuccino.

—Vale —acató la chica—, ahora ve y atiende a ese muchacho de allá.

Señaló una de las mesas y el pelidorado se sorprendió enormemente al ver sentado en ella a Yoo Youngjae, quien miraba a la ventana con rostro aturdido. Tal imagen le hizo inquietarse, como si la emanante angustia del menor fuera suya propia y estuviera acabando con él, y brevemente se olvidó de su nerviosismo. Caminó hasta el chico y se sentó en la silla contigua a la ajena, sacándole de sus cavilaciones y haciéndole sonreír un poco. Pero aquella sonrisa parecía más bien forzada, y se fue tan pronto apareció.

—Jae, ¿qué te pasa? —se vio tentado a acariciarle la espalda para hacerle saber que iba a estar ahí para él, pero decidió que tocarlo no era una buena idea—. ¿Por qué luces tan cansado?

—Madrugué para nada —respondió el castaño—, nuestro maestro nunca apareció y no tengo ganas de ir a la biblioteca a trabajar.

El pelidorado asintió y sonrió para tratar de animarlo, queriendo transmitirle la poca energía que poseía.

—Vamos, arregla esa cara. ¿Quieres tomar algo? —soltó una risita cuando el menor le miró pucherudo.

Se levantó de su lugar y fue tras el mostrador para preparar una humeante taza de café con leche, porque sabía que al menor le gustaba beber el café de esa forma. Sowon se había encargado de recibir y atender a los demás clientes mientras él hablaba con su enamorado. Regresó con la taza, se la dejó a Youngjae sobre la mesa y éste le agradeció sintiéndose un poco mejor. Daehyun, aún con su amable y tímida sonrisa, carraspeó y tomó la palabra:

—Youngjae, quería disculparme nuevamente por lo de la fiesta —dijo a media voz. Youngjae se sonrojó y sopló de su café para enfriarlo y poder sorberlo.

—N-no hay problema.

Los dos estaban rojos. Era evidente que lo ocurrido todavía lo sentían como si lo hubieran vivido recientemente, como si al verse sus mentes recordaran las manos del contrario sobre cada espacio de su piel. Se miraban y sonreían sin parar, tímidos pero no incómodos.

—¿Por qué no llamas a tu mejor amigo para que te haga compañía? —inquirió el mayor unos segundos después—. Ya que estás solo... Quisiera quedarme contigo, pero no me puedo quedar mucho tiempo.

Youngjae sonrió con un sentimiento agridulce instalado en su pecho.

—Discutí con él y no quiere hablarme.

[B.A.P] «fishing for love».Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt