Capítulo 12

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—¿Qué haces aquí? —preguntó Youngjae mirando a su mejor amigo con desconcierto. No lo esperaba en su casa ese día.

Había hablado con él el día anterior y le había dicho que aquel martes iba a estar bastante ocupado, así que esperaba que lo disculpara si no podían verse. De hecho, había comprado galletas que tenía pensado darle después. Todo el día había estado de aquí para allá y casi se había olvidado de la existencia de Yongguk.

—Dije que vendría, te envié un mensaje —explicó éste mirando el interior de la casa por encima de su cabeza.

—No me enviaste...

Su teléfono empezó a vibrar en el bolsillo trasero del jean holgado que llevaba puesto y lo sacó de allí. Frunció el ceño al leer el mensaje: "Voy para tu casa". Notificó la hora de envío y se dio cuenta de que éste había sido recién mandado. Abrió la boca incrédulo y miró a su amigo con enfado.

—¡Lo acabas de enviar!

Pero el mayor pasó de él con facilidad y ya se encontraba dentro de su apartamento, escaneó superficialmente la estancia y se tumbó en el sillón con las piernas abiertas. El castaño suspiró con desgana y cerró la puerta, caminando con un puchero hacia el moreno.

—La próxima vez que vengas escribe una carta —le amenazó—. Hoy tengo una visita, agradecería que no hicieras un alboroto.

—¿Cuándo he hecho yo un alboroto? Siempre respeto a tus acompañantes —Yongguk le miró desinteresado y no pudo más que volver a suspirar.

El timbre de la casa resonó por las cuatro paredes y Youngjae se dirigió a la puerta para recibir a su invitado. De verdad esperaba que su mejor amigo no lo avergonzara, tenía un trabajo muy largo que presentar y le habían asignado trabajar junto aquel chico con el cual nunca había platicado. Iba a ser muy incómodo si Yongguk hacía de las suyas y se metía con ese tipo.



Luego de animarse a bailar un poco, Junhong y Jongup tomaron asiento en la barra. Siempre se sentaban en las mesas más apartadas y ocultas de todo, pero aquel día el rubio se sentía muy contento y quería que todos notaran su felicidad. El castaño revisó de nuevo a su alrededor y botó el aire al confirmar que el pelinegro aterrador no estaba por ningún lado. La noche estaba muy caliente y el bar estaba repleto de gente a pesar de ser martes.

—Ya puedes contarme por qué estás tan risueño hoy —dijo, sonriendo ante el humor brillante de su amigo.

—Hoy en la tarde me topé con Yongguk y hablamos por un breve momento —comentó con alegría—. Él es muy bueno, y se lo ve muy tranquilo. Siento que podremos ser muy buenos amigos.

—También me topé con él en la tarde y pienso todo lo contrario —murmuró el mayor, sintiendo un escalofrío recorrerle la espina dorsal.

Un empleado llegó a la barra junto con otro chico, que se sentó al lado de Jongup, y ocupó el lugar del barman que los había atendido, haciendo el cambio de turno.

—Te escuché —sonrió Junhong—. Ahora que lo pienso, ¿cómo hiciste para que Yongguk aceptara verse conmigo? Te da demasiado miedo, ¿cómo pudiste siquiera enfrentarlo?

El más bajo dejó escapar una risita nerviosa, recordando aquel día horroroso en el que el moreno casi lo asesina en los baños de la universidad.

—Bueno, verás... él no dejaba de negarse —el rubio asintió, mirándolo atento—, así que le dije que si aceptaba yo sería su esclavo hasta el final del año.

Una estrepitosa carcajada retumbó por encima de la música y los dos chicos miraron confundidos al tipo que había llegado a reemplazar al barman. Tenía la piel clara y el cabello negro y lacio, sus labios estaban curvados en una amplia sonrisa y no dejaba de sacudirse por la risa.

[B.A.P] «fishing for love».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora