Capítulo 10

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20140308. «Se preguntarán qué hago escribiendo a las tres de la madrugada, bueno, la verdad es que un pensamiento extraño cruzó por mi cabeza y quería compartirlo con ustedes: ¿se es posible adquirir algo prohibido sin algún sacrificio o castigo de por medio?»

    

    

Domingo 9 de marzo, 2014.

El señor Park era un hombre con una sonrisa angelical que era muy amado por sus hijos y al que, en el pasado, le había costado engatusar a la mujer que ahora era su esposa. Teniendo un cuerpo atlético, siendo el chico más popular y guapo de la preparatoria y siendo incluso muy listo y talentoso, no bastó para cautivar el corazón de la señora Park, hasta que, luego de casi un año de tratar de conquistarla, ella accedió a concederle una primera cita, y desde entonces no dejaron de salir.

—Y a eso, chicos, yo le llamo esfuerzo y dedicación.

Youngjae soltó una carcajada y los hijos del matrimonio Park aplaudieron animados. Se sabía esa historia de memoria, pues en todos los cumpleaños de la bella dama su esposo siempre narraba lo difícil que había sido enamorarla.

—Es que eras muy idiota —expresó la mujer sentando a su hijo segundo en su regazo y dejándose abrazar y besar de éste—. Muy fanfarrón.

—¿Qué es fanfarrón? —preguntó la hija menor.

—Es cuando una persona habla mucha caca de sí mismo —explicó Yongguk.

—¡Yongguk!

La mujer miró con reproche a su empleado y éste se encogió de hombros, haciéndolos reír a todos, incluso a la pequeña, quien al parecer había entendido el tipo de persona que fue su padre en su juventud. Afuera el día era gris y ventoso, las nubes se habían agrupado en grumos oscuros como borrones en todo el cielo y, a lo lejos, se escuchaba el marchar desordenado de los truenos. Era ese tipo de climas que perturbaban el corazón de Youngjae.

—¿Seguros que quieren viajar con el tiempo que hace? —inquirió luego de las risas mientras la señora Park se dedicaba a partir el pastel que él había comprado.

—No habrá problema —aseguró el hombre de la casa—, son apenas las nueve de la mañana, es probable que el sol salga al medio día.

Pero el castaño no estaba convencido, lo mismo habían pensado sus padres el día que murieron, que seguramente el clima iba a ser brillante y espléndido durante su viaje, sin saber que lo que les esperaba era una tragedia. Yongguk observó la angustia en el rostro de su mejor amigo y pudo entender lo que sentía; recostó la espalda en el respaldo de la silla y se cruzó de brazos.

—Pues yo creo que deberían viajar mañana, el clima no pinta muy amistoso —expresó.

—Chicos, se preocupan demasiado —sonrió el hombre—. No sabía que te importaban las personas, Yongguk.

—¿Cómo puede decir eso, señor? Si soy un sol.

Dijo aquello con el rostro tan inexpresivo que le fue imposible al mayor de los hijos Park contener una estruendosa carcajada que se fusionó con el primer trueno audible. La familia Park consistía en el padre, la madre, tres hijos varones —uno de quince, otro de catorce, el tercero de trece— y, por último, la chiquilla de diez años. El mayor era muy fanático de Bang Yongguk y siempre estaba de acuerdo con él cuando éste hablaba, dijera una barbaridad o algo muy serio. La señora Park a veces llamaba al moreno por celular para que hablara o le diera alguna lección a su hijo cuando éste no quería hacerles caso a sus padres.

[B.A.P] «fishing for love».Where stories live. Discover now