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Era la primera vez en toda mi vida que estaba agradecida con Brice. Desde que le conozco no hemos congeniado mucho, y es algo por lo que tampoco me he preocupado. Bob se impacientó y se pasó al puesto de adelante para que Brice y yo fuéramos atrás, eso me tranquilizó. Al llegar a casa, bajo inmediatamente, si bien no estaba incómoda tampoco estaba feliz de viajar con los dos; sin embargo, algo daba vueltas en mi cabeza con las intenciones de Brice. Claramente el buscaba arruinar cualquier intento de acercamiento de su padre hacia mí. Hasta ahora no entendía de que iba todo realmente, papá no había mencionado nada y eso me ofuscaba.

―¿No me vas a esperar? ―la voz de Brice a mi espalda me sobresalta un poco. Me giro al verlo al pie de las escalinatas de la entrada de mi casa.

―¿Qué quieres, Brice?

―Quiero pasar la tarde contigo, ¿tienes algún problema con ello?

―Por supuesto que sí. Voy a estudiar no a perder el tiempo.

―Entonces estudiemos juntos, también tengo exámenes ―aduce pasando de mi cuando Eleonora abre la puerta.

―Bienvenido, señor Cameron. Adelante ―le dice recibiéndolo como si en serio yo lo hubiera invitado.

Él le regala una sonrisa fingida y torcida, al parecer detesta que lo traten con tanto bombo; no obstante, a eso, pasa al interior de la casa. Eleonora me mira y yo me encojo de hombros.

―Me quedaré a estudiar con Leah ―Brice dice mirándonos a ambas.

―Eso está bien ―Eleonora festeja―. Entonces pasen a la biblioteca y acomódense, luego les llevo algo de comer.

―No te molestes, no iremos allí. Brice no se quedará mucho tiempo ―sentencio molesta, que él quiera pasarse de listo me ofusca.

―Me quedaré a cenar ―afirma para agrandar mi molestia y sacarme de quicio.

―Entonces bienvenido ―Eleonora concede―. Leah, tu padre no vendrá temprano por lo tanto ordenaré que preparen la cena para ti y tu invitado.

―Autoinvitado, querrás decir ―mascullo irascible en voz alta.

―Bien, los dejo. ―Eleonora se marcha dejándome a merced del estúpido de Brice.

No saber que planea me pone de los nervios. Subo inmediatamente a mi habitación. Brice me sigue, cuando entro en mi habitación le niego el paso.

―Pretendes entrar conmigo.

―Por qué no, ya estuve allí, ¿acaso escondes algo?

―Eres un estúpido, jamás te he invitado. Y si quieres estudiar espérame en la biblioteca.

―Está bien, princesa, te espero allá.

Afortunadamente hace caso y se marcha. Entro en mi habitación y cierro con seguro la puerta lanzado una gran exhalación. Lo primero que hago es quitarme el uniforme y ponerme ropa más cómoda. Me dejo el cabello suelto solo con un cinto puesto, y luego de calzarme unas zapatillas también cómodas, tomo mi morral y salgo de la habitación. Miro la hora en mi reloj y son las cuatro de la tarde. Suspiro hondo, espero que se pasen las horas rápido. Al entrar en la biblioteca lo encuentro arrellanado en uno de los sofás. Se gira a verme y tuerce la boca.

―Te ves bien ―dice.

―No me vestí para ti, Brice.

―Pero soy el único que está observándote ―se ufana.

―¡Vete al diablo, quieres! ―espeto poniendo mi morral sobre la mesa.

Saco todas las cartas, esta vez las quemaré en la de la biblioteca, y no me preocupa que él lo sepa, así que la enciendo ante su cara expectante. Me arrodillo frente a ella y las voy echando una por una. Siento un poco de morbo al ver como crepita el papel con las letras que jamás leeré.

―Así que eso es lo que haces con todas ellas. ―Siento su voz detrás de mi espalda―. Jamás lo pensé, pero es tan malvado de tu parte.

―Que te asombra. Eres igual que yo

Lo miro de reojo para volver a concentrarme en mi labor.

―No tanto.

―En serio. ¡Tú! No me hagas reír ―le restriego con sarcasmo.

Él toma mi mano cuando estoy a punto de echar otra de las cartas. La apresa duro obligándome a mirarlo.

―Por qué lo dices.

―¡Suéltame!

Jalo mi mano duro para soltarme, pero no cede me lleva más sobre él. Trago grueso, es la primera vez que estoy tan cerca, hasta puedo sentir su respiración invadiendo mi cara.

―¿Te parezco malvado? ―increpa mirándome fijamente a los ojos.

Son verde claro, antes nunca los había reparado de cerca, y son... lindos. No puedo negar que es atractivo y por algo tiene fama en la escuela; pero jamás me ha llamado la atención. No de ese... modo.

―Suéltame ―gruño entredientes porque su agarre ya me hace daño.

―Y si no quiero qué. Vas a llamar a tú nana.

Abro la boca para replicar, pero no me deja, sin esperármelo se inclina sobre mí y me besa desconcertándome. La carta que estaba por echar a la candela cae de mi mano. Lucho por apartarme poniendo mis manos en su pecho, pero no puedo. Toma mis manos evitando que lo empuje y me acerca más a él estrellándome en su tórax. Cierro mi boca, pero la suya me arrasa con fuerza. Mi cabeza se confunde pensando por qué está haciendo todo esto y no hallo ninguna respuesta. Al final dejo de luchar y por un momento, solo por un breve momento, me rindo a su acuciante... beso...

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Gracias por leer!!

Deseándote en silencio✔Where stories live. Discover now