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No me lo esperaba, mi padre era la última persona que quería ver en este momento. Brice intenta acercarse, conozco su intención, y le detengo. Por mucho que lo diga, al final no hay nada que pueda hacer.

―Te veo mañana en la escuela ―digo esbozando una sonrisa para tranquilizarlo.

No se la traga, su cara de descontento lo dice todo. No le doy largas, y seguido miro a Rosie y ella capta mi gesto.

―Te acompaño ―dice con amabilidad y empieza a caminar hacia la puerta.

Le sigo. Agradezco que haga silencio y no diga nada mientras caminamos hacia dónde está mi padre. En cada paso que damos escaleras abajo hacia él, no puedo evitar seguir pensando que odio a mi padre con todas mis fuerzas, y que habría preferido que nunca regresara.

―Quédate, Leah ―la voz de Brice a mi espalda, hacen que me gire y le mire con compasión.

Es indudable que él ha causado muchas revoluciones en mi vida. Me ha hecho experimentar sentimientos que antes desconocía. Me ha hecho sentirme real, adolescente, humana.

―Estaré bien, no te preocupes ―digo mostrando mi entereza, aunque en el fondo sé que su preocupación no es infundada.

Su mueca de sonrisa tiesa me comprueba que no lo cree así ni lo hará. Y al igual que él, yo también dudo de eso, algo me dice que el regreso intempestivo de mi padre solo me traerá problemas. Sin detenerme más avanzo hasta llegar a la sala donde efectivamente se encuentra sentado el gran Lucius Clarkson, quien apenas me ve se levanta del sofá y se dirige hacia la puerta.

Nada de: hola hija, ¿cómo estás?

No hace más que decepcionarme todavía... más.

―Gracias por traerla ―se dirige a Rossie, luego mira con descontento más allá de mí, donde se encuentra Brice―. Tú padre volverá pronto, trae buenas noticias para ti ―le anuncia y la sorna en su voz es palpable. Sin esperar reacción de Brice marcha a la salida.

Lo miro de reojo y sé que capta a la perfección una noticia que más parecía una advertencia para él. Levanto mi mano y me despido de él. Resignada voy detrás de mi padre. Afuera con la puerta abierta nos espera Will, su chófer. Ni siquiera pregunto, obvio sé que no me dejará ir con Albert a quien no veo por ningún lugar. Subo al auto y él lo hace después. Le ordena a Will que nos lleve a Le Court, su restaurante fino favorito. Me abstengo de hablar, la verdad no tengo nada interesante para preguntar. Lucius no es muy comunicativo que digamos, y por lo general solo informa lo que es importante para él. Sus negocios.

Llegamos al elegante lugar y luego de ser dirigidos por un mesero hasta su acostumbrada mesa reservada junto a la panorámica principal, tomamos asiento. Pide vino y me deja elegir mi comida, que es lo único que me concederás decidir, y la verdad muero de hambre. El hombre se marcha y otro aparece para servirle el vino. Mi padre es un hombre metódico y calculador, pero no me es difícil seguir la línea de sus gustos.

―Y bien, me vas a decir que te traes con el hijo de Bob.

No me extraña que no me lo pregunte para que responda, de forma voluntaria.

―No me traigo nada con él, Brice y yo somos amigos, u olvidas que crecimos juntos ―replico.

―Vas a comprometerte con Bob, no crees que no sería ético salir con su hijo.

Quería sorprenderme con sus palabras, pero era imposible con mi padre.

―Eso no sucederá.

Me niego.

―Eres mi hija y harás lo que yo digo.

Quisiera molestarme al escuchar eso; sin embargo, no hay caso. Me frustra.

Deseándote en silencio✔Where stories live. Discover now