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Brice me sigue mirando sin decir nada, su rostro luce desencajado mientras yo sigo riéndome. Me sigue mirando igual, se acerca a grandes pasos y me toma del brazo levantándome brusco.

―¡Oye! ―chillo aún con mi estúpida risilla.

―¿Que tomaste? ―pregunta molesto, me encojo de hombros―. ¿¡Que tomaste, Leah!? ―vuelve a insistir molesto.

Pienso que ni al caso, ¿acaso donde estaba?

―Me haces dañó ―chillo otra vez porque su agarre es fuerte.

Me suelta de mala gana y sale de la habitación a grandes zancadas. Me quedo mirando confusa la puerta abierta. Quiero moverme, pero mi cabeza da vueltas y vuelvo a quedarme en el mismo lugar. Al rato entra con la chica Erica, y discuten sobre algo. Ella me mira molesta.

―¿Por qué la dejaste sola? ―le reclama y ella se cruza de brazos.

―Porque no es mi maldita responsabilidad. En primer lugar, no debiste traerla. Es solo una niñita.

Brice resopla molesto. Yo solo ruedo los ojos meneando mi cabeza mientras repito en mi cabeza sus palabras. En eso me fijo qué mi teléfono sigue vibrando en mi mano, no me había percatado de eso. Lo miro y son llamadas del profesor. Me sonrojo recordando lo que hice, pero cuando intento contestar Brice lo toma a la fuerza de mis manos y lo estrella contra el piso, abro los ojos por la impresión, tomo impulso y me lanzo contra él.

―¡Por qué hiciste eso! ―grito eufórica intentando golpearle.

―¡Cálmate! ―masculla.

No paro de golpearlo y él me lleva contra la pared apresando mis brazos para evitar que le golpee. Mis piernas flaquean un poco, pero me las arreglo para quedarme firme.

―No voy a hacerlo imbécil ―espeto y lo empujo zafándome de él. Voy hasta dónde está mi teléfono y trato de recomponerlo, es un milagro que encienda, pero no se ve nada y la pantalla está toda quebrada―. ¡Eres un imbécil! ―le grito de nuevo con toda la fuerza de mis pulmones.

Mi cabeza duele hasta querer reventarse por el esfuerzo, me llevo mis manos a ella con el teléfono roto. Lo miro con odio. Busco mi morral con la mirada y lo tomo, seguido salgo corriendo de esa habitación sin importarme ir descalza y maltratar las plantas de mis pies. Atravieso el grupo de chicos que están bailando, busco la puerta de salida a toda costa luego de tropezarme con varios desconocidos que me miran como a bicho raro. Cuando por fin logro encontrarla la abro y salgo a afuera aspirando el aire con fuerza, como si adentro me hubiera estado asfixiando. Ya está oscureciendo, la noche está cayendo.

Se que Brice viene detrás de mi así que corro hasta encontrar una vía; pero mis plantas de los pies duelen y me tropiezo con algo y caigo. El efecto de lo que haya tomado se me está pasando y ya no río, lloro por la impotencia de no poder seguir corriendo. Levanto mi rostro al sentir una sombra sobre mí, es Brice que ha llegado hasta donde estoy tirada en el suelo. Se inclina y me levanta del suelo cargándome. Me rehúso, pero, en este momento me siento inútil.

―¡Déjame! ―Pataleo golpeando su pecho con mis puños cerrados.

Sin embargo, él me abraza fuerte aguantando mi réplica. Me obliga a recostar mi cabeza en su pecho a pesar de mis reticencias.

―Por qué, Leah. ¿Por qué tiene que gustarte él? ―dice omitiendo mi queja.

No respondo. Se a qué se refiere; pero ni siquiera yo puedo evitarlo. No elegí de quien enamorarme, solo sucedió. A pesar de ser un amor imposible...

―Él no puede salvarte de mi padre ―continúa diciendo―. Nunca podrá hacerlo.

―Quiero ir a casa ―digo llorosa por encima de su queja―. Llévame a casa, por favor ―pido.

Estoy cansada. Mucho. Ni siquiera quiero explicarme a mí misma mis acciones. Brice no dice nada más y es lo mejor, y continúa caminando conmigo a cuestas hasta que llegamos a donde está estacionada su moto. Despacio me baja sobre la parte que tiene pasto. Sin duda ha visto mis maltratados pies.

―Espera aquí. No te muevas ―habla dando la vuelta para volver a la casa.

Me acuclillo y muy impaciente espero a que regrese, cuando lo hace viene seguido de esa chica. Ella me entrega una bolsa con mis zapatos del colegio y mi uniforme.

―Toma. ―La estira hacia mí de mala gana, la agarro de inmediato―. Es una pena que te vayas. ―Se dirige a Brice con mejor genio.

Él no dice nada, esperaba que le besara como lo hizo cuando llegamos, pero solo le mira de reojo y muy serio se monta en la moto encendiéndola para ponerla en marcha. Me indica que suba con un gesto de su cabeza. La chica me mira con hastío después de eso, da la vuelta y se marcha molesta. Doy una larga exhalación y acomodando mis cosas en la mitad me subo a la moto. Brice arranca y yo solo ruego porque lleguemos rápido. Durante el trayecto pienso en que lo único bueno de escapar, fue haberme confesado al profesor, de resto todo fue un desastre; sin embargo, también siento que fui muy osada, y ahora me pregunto, ¿con que cara voy a mirarlo ahora?

¡Dios!, debe estar pensando muy mal de mí.

Al llegar, Brice apaga la moto y estaciona frente a la casa. La realidad de lo que hice llega y mentalmente me preparo para la reprimenda de mi padre.

―Puedo entrar contigo, si quieres.

―No tienes que hacerlo, lo haré sola ―digo aprehensiva bajándome de la moto y tomando mis cosas.

Empiezo a caminar y Brice me detiene tomándome del brazo. Hace que me gire brusco y lo mire a los ojos. No puedo zafarme porque llevo demasiadas cosas en mis manos.

―Lo del sobre no es mentira. En verdad me gustas, Leah ―declara con mucha seriedad, y antes de que pueda replicarle algo, sus labios están sobre los míos. Me besa con mucha fuerza e intensidad, y logra que no pueda evitarlo, luego me suelta―. Así le quieras a él, seré yo quien te libere de mi padre ―añade alejándose y volviendo a montarse en su moto marchándose.

―¡Leah, por Dios! ―exclama Eleonora y me abraza, sin darme tiempo a reaccionar―. Gracias al cielo, volviste ―sigue hablando, pero yo aún estoy sopesando las palabras y acciones repentinas de Brice.  

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Gracias por leer!!

Deseándote en silencio✔Место, где живут истории. Откройте их для себя