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Tan intenso que no quiero parar. No es la primera vez que me besa; pero si la primera vez que lo hago por decisión propia; es claro que aún no puedo o no sé cómo dimensionar lo que siento, o como llegué a eso. Solo sé que me gusta, me gusta Brice.

¡Me gusta!

Brice detiene el beso, pero no se aleja ni deja de acunar mis mejillas. Me mira expectante, excitado, con una mezcla entre felicidad y confusión.

―¿Esto es en serio, Leah? ―susurra.

Suspiro hondo.

―No lo sé ―respondo con sinceridad.

Lo cierto es que también estoy confusa, y también excitada por lo que está pasando. Mi vida es un desastre; no obstante, en este momento siento que he hallado un poco de paz.

―¿Qué clase de respuesta es esa, señorita inteligente? ―rezonga frunciendo los labios.

―¿Otra vez burlándote de mí?

―Para nada. Nunca me he burlado de ti.

―¡Mentiroso! Siempre me molestas ―me quejo rodando los ojos.

―¿Alguna vez te preguntaste por qué? ―cuestiona presionando mis mejillas para que lo mire de nuevo.

Noto nuevamente la seriedad en su tono, y eso me hace repararlo con detenimiento.

―No ―contesto―. Dime la razón ―exijo y él esboza una sonrisa petulante.

―Solo hay una, y es que siempre me gustaste odiosa Leah ―dice arrogante y no puedo evitar que, pese a su descaro, las crea.

―¿Por qué nunca me lo dijiste?

―Siempre te lo hice ver.

―¡No es cierto! ―lo acuso.

―¡Por supuesto que sí! ―se defiende―. Hasta fui capaz de escribirte una carta y arriesgarme a que la quemaras. Pensé que si lo hacías ya no iba a insistir; pero no lo hiciste.

Esa confesión me hizo tragar grueso, no le di importancia, incluso...

―Al principio creí... que era una de tus bromas.

―¿Y ahora?

―Sigo sin entenderlo.

―¿Sigues enamorada de él? ―¿Enamorada? Bajo mi rostro―. Es así ―afirma con un deje de dolor en su tono y se aleja dándome la espalda.

Eso me constriñe el pecho. Tomo aire y lo boto para armarme de valor, si hay alguien con quien puedo y quiero ser sincera, es él.

―N–no ―respondo―. No ―repito más firme, y él se gira a mirarme.

―¿No qué? ―inquiere.

―No es así ―respondo― Yo... creía que era así, pero al final no lo era.

―Te escuché decirle que te gustaba, y no sabes cómo eso me dolió.

―Eso no estuvo bien. ―Sonrío un poco apenada.

No fue una buena noche a pesar de que ese día había escapado con él para divertirme. Fue un choque, yo nunca me había divertido... antes.

―Ya hablé con el profesor ―continúo, y a la espera de su reacción.

―Lo sé, es por eso por lo que estoy aquí. Él me lo dijo, también me dijo lo que tiene en mente, quiere ayudarte Leah ―Brice culmina sonriendo y seguramente por lo irónico que resulta todo eso.

―Es una locura ―digo desanimada.

Brice se acerca y pone sus manos en mis hombros

―No lo es, como tampoco bromeaba cuando te dije que iba a salvarte de mi padre.

―Brice...

―¿Entonces es cierto que me quieres un poquito?

―Sí, tonto.

―Creí que era un imbécil.

―Eso también ―presumo divertida.

―Pero este imbécil te quiere, y va a salvarte princesita, así tenga que hacer una verdadera locura ―prosigue con seriedad.

Sin dudar un instante acerca su cara a la mía tanto que me invade con su agitada respiración, y sin darme tiempo a responder me besa, una y otra vez hasta que nuestras bocas se acoplan consumándose en un beso dulce que sube en intensidad, sorprendiéndome por lo bien que se siente cuando siento la lengua de Brice rozando la mía. Me abrazo a su cuello y me abandono a la nueva sensación mientras las manos de Brice tocan y exploran mi cuerpo llevándolo con cada caricia más cerca del suyo, tocando partes que se sienten duras, convirtiéndolo en un momento único, demasiado íntimo, una experiencia nueva e inexplorada para mí, y que me excita de una forma diferente.

―Leah, siempre he querido estar contigo. ¿Sabes lo que eso significa? ―murmura bajito y en el fondo siento un deje de vergüenza tan extraño en él―. Está bien si no quieres, solo quiero que lo sepas. No me... ―continúa, pero le detengo poniéndome de puntillas y dándole un besito.

―Yo... también quiero ―digo y lo miro con la seguridad con las que expreso mis palabras ante algo que desconozco pero que no me molestaría experimentar con él.

De eso estoy segura.

Me mira con alivio, y ese alivio me contagia. Sigue siendo extraño, pero no miento, realmente quería estar con él

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Deseándote en silencio✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora