Son las tres de la mañana. Estoy sentada en nuestro sofá de dos plazas, mirando por la ventana, esperando que vuelva a casa. Han pasado horas desde que se fue. Habíamos tenido una discusión, lo peor. Esta vez fue mi culpa. Por mucho que le duela a mi orgullo admitirlo, yo era la que estaba mal. No podía admitirlo en ese momento. Ninguna de nosotras podía manejar tanta tensión. No sabía lo mucho que la necesitaba hasta que la puerta se cerró detrás de ella, ella se había ido. Pero... Contra viento y marea, en la salud y en la enfermedad; habíamos prometido siempre volver a casa. Estoy esperando que vuelva a casa.
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—No te librarás de mi tan fácilmente, _____.— Ella sonrió mientras deslizaba el anillo por mi dedo. —Hasta que la muerte nos separe.—
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De todas las personas en el mundo, Lauren me pidió casarme con ella. Ella, la que tenía problemas sobre el compromiso. Ella, la que tiene problemas paternales. Ella me dio su corazón. Sobre todo lo que ella había deseado, entre todos sus sueños y ambiciones, entre tantas posibilidades que podría haber elegido, me pidió a mi que me casara con ella.
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—Te amo, _____.— Se encogió de hombros, sus ojos mirándome con amor.
—¿Tan simple como eso?—
—Tan simple como eso.— Ella me besó suavemente antes de juntar nuestras frentes. —Creo que no puedo amar a nadie tanto como te amo a ti.—
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La había amado durante tanto tiempo; anhelaba estar con ella desde que la había visto. Y lo intenté, realmente intenté alejarme de ella. Traté de olvidar mis sentimientos por ella. Traté de encontrar a otra persona que ocupara mi tiempo. Ian solo funcionó por un tiempo. Estaría envuelta en sus brazos después de que acabáramos de tener relaciones sexuales, estaría detrás de mi durmiendo profundamente. Estaría satisfecho, pero en todo lo que podría pensar era en ella. Desde el momento que entramos por la puerta, cuando nos quitábamos la ropa, hasta el momento en que se quedó dormido. Estaría deseando que fuera ella. Ella besándome. Ella tocándome. Y después, estaría acostada despierta, imaginando sus brazos alrededor de mi, su respiración en mi cuello, manteniéndome cálida y segura. No Ian. Lauren.
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—¿Qué estás pensando, _____?— Ella me sonrió, una tierna sonrisa que ilumina sus ojos, claramente divertida. Hemos pasado el día sentadas en su habitación, estudiando y escuchando música.
—En nada importante...— Me sonrojo y miro hacia otro lado.
—Ven aquí, — me mueve hacia abajo en sus brazos. —Ven, siéntate conmigo y no pienses en nada.—
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Ella siempre había sido la novia de James. No podía decirle nada cuando ella ya tenía a alguien más. Jamás quise decirle nada todo el año por miedo. Todas mis sospechas se confirmaron cuando los vi besarse. Ella y James. Una parte de mi murió, y no podía soportarlo. Lo único que podía hacer era estar allí para ella como apoyo de mejor amiga. Además, tenía a Ian. ¿Por qué iba a necesitarla?
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—Dios, no sabes cuanto te necesito,— su aliento caliente chocaba sobre mi oído mientras murmuraba las palabras, una de sus manos jugando mi cabello.
