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Primera ley para conocer a una persona

Tengo que ganarme su confianza: Conocer su pasado. La razón por la cual tiene ese trabajo. Porque, vamos, todos tenemos secretos.





Llegar a Nueva York a medio día, era la hora perfecta para empezar sus planes. Sería más fácil para Erick con la ayuda de sus dos amigos; que estarían vigilando a su presa cuando él no pudiera.


Después de que Erick consiguiera la mayor información sobre Joel, de inmediato compró tres boletos de avión hacia Nueva York que es donde actualmente vive Joel. Además de esa información, Melissa le contó sobre su trabajo y una que otras cosas sin importancia para Erick. Fuera de eso, todo era un misterio y un desafío.


Y Erick, amaba esas dos cosas juntas.


—¡Christopher! ¡Zabdiel! Ya apúrense que tenemos mucho que hacer hoy — gritó Erick mientras corría a tomar un taxi, y comprobar si era verdad lo que salía en las películas. Hoy veremos si al gritar taxi, paran más de cien, pensó.


Por otro lado del aeropuerto; Christopher se apresuró tanto al correr que dejo caer una maleta sin darse cuenta y su otro compañero Zabdiel, que venía atrás no logró esquivarla causando que cayera soltando las tres maletas que traía.


Christopher al escuchar el golpe cerró fuertemente los ojos preparándose a lo que se enfrentaría —¡Zabdiel! ¿Otra vez? — preguntó viendo como su amigo tenía la cabeza enterrada en las maletas —, ¿Cómo es que puedes caerte? Si desde allá arriba puedes ver todo muy bien.


Zabdiel apoyo una mano en la baldosa —Ayúdame a pararme o voy a meter mi maleta en...


—Chicos ¿Por qué...? —una tercera voz interrumpió. Erick apareció y observo a uno de sus amigos en el suelo y el otro riéndose —. De tantos amigos que tengo ¿Por qué me traje a los más tontos? ¡Dios mío! —lloriqueo —. Zabdiel deja de jugar y levántate o el taxi nos vas a dejar.


—Sí, Zabdi —dijo Christopher —, no es tiempo para jugar tenemos mucho por hacer —con eso se fue detrás de Erick.


El otro chico aún en el piso murmuró —Ya vas a ver criatura del demonio...


—¡Zabdiel! —gritaron Christopher y Erick al unísono. Con pesadez Zabdiel suspiro y a regañadientes se levantó del suelo, agarro las cuatro maletas —una que dejo tirada Chris— y camino apenas hacia el taxi.


Dentro del auto Erick estaba sumergido en sus pensamientos, mientras sus dos amigos se pellizcaban los brazos; a pesar de cruzar los veinte y tantos no dejaban de ser niños y eso era lo que Erick amaba de ellos.


Aquel chico de ojos verdes miraba con gran atención las hermosas calles de Nueva York y los grandes anuncios y centros comerciales. Apoyo su cara en la palma de su mano, pensando en cómo empezaría su investigación y su trabajo.

karma || JoerickWhere stories live. Discover now