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—Quítate la ropa.

—Muéstranos tus abdominales.

—Baila para nosotros, bebé.

—¡Es muy joven!

Esas eran algunas de las muchas cosas que gritaban los hombres frente a él. Cada uno de ellos estaba entre los treinta y tantos años de edad, la mayoría eran unos corpulentos, la mayoría parecían drogadictos, la mayoría lo miraba como si fuera un trozo de carne, un trozo de carne joven para ser exactos.

Ahora entendía lo que sentía cada chica en los sitios a que él iba.

Con desesperación trató de encontrar una manera de salir; volvió su cabeza para mirar a Erick y lo encontró mirando a través de la cortina riéndose como loco.

Los otros cuatro hombres en el escenario habían empezado a hacer su trabajo y estaban bailando, moviendo sus cuerpos al ritmo de la música mientras Joel era el único que estaba desesperado con la necesidad de salir de allí; el horror continuo cuando el público comenzó a gritarle palabras incoherentes, era obvio que, si quería salir con vida y ver el sol en la mañana, Joel tendría que hacer lo que esperaban que hiciera. 

Con ese pensamiento empezó a mover sus caderas muy elegante y sensualmente como una stripper lo haría. Poco a poco se sacó su chaqueta y la hizo rodar en el aire un par de veces antes de tirarla. Su propio público se volvió loco e hizo todo lo posible para no reírse de sí mismo.

Los cuatro chicos se bajaron del escenario a bailar con cualquier hombre. Joel dudo un poco, pero termino haciéndolo. Algo extraño poseía su cuerpo, bajó del escenario y se acercó a un hombre calvo. De mala gana acarició su brazo, se inclinó hacia él y susurró:

—En vestidores después del show.

Y el hombre calvo parecía encantado.

La música ya iba a llegar a su fin así que subió al escenario e hizo un último paso de baile y fue donde estaba Erick, éste se apoyó en la pared riéndose como maníaco.

—Esto —Joel hizo referencia al incidente que acaba de pasar—, nunca paso.

Erick rodó los ojos.

—Vamos a la fiesta —tomó su brazo guiándolo a la entrada, pero Joel lo detuvo.

—¿Qué? ¡No! Allá afuera hay hombres, hombres gays que quieren comerme.

—Estoy seguro que nadie te recuerda ahora —señaló a un nuevo chico que había llegado al escenario—. Solo un rato, luego nos vamos.

Al cabo de media hora dos chicos se encontraban en la barra riéndose de cada estupidez dicha por alguno. Iban por la cuarta copa de... Ni siquiera tenían idea de qué estaban tomando.

—¡Ya! —Erick dejó su trago y apoyó su mano en el hombro del otro—. Es hora de bailar. 

Nooo —Joel arrastró sus palabras—. Otro brindis más.

—Quiero bailar —insistió con un puchero. Tomó sus dos manos, Joel se dejó guiar hasta la pista de baile.

Y sí, ambos estaban demasiado tomados para darse cuenta que bailarían una canción lenta.

Suavemente sus cuerpos se unieron en la pista de baile. Sin hablar, Erick tomó la mano de Joel e hizo que envolviera sus brazos alrededor de su cintura. Los ojos de ambos brillaban por la cantidad de alcohol que consumieron.

Sus mentes estaban nubladas, ambos cuerpos se movían al ritmo de la música. Erick cerró los ojos y apoyó su cabeza contra el pecho del otro.

—Lastimé a muchas personas en el trascurso de mi vida —la boca de Joel alcanzó el oído de Erick.

El más bajo levantó su cabeza y observó las mejillas rojas de Joel junto a una lágrima cayendo por su mejilla.

—Yo he jugado con muchas en la mía —susurró contra su boca.

Sus labios se encontraron sin aviso. De repente las luces de colores eran las únicas que se podían notar a su alrededor. Cada persona desapareció, solo eran ellos dos. Joel nunca había sentido ese calor en el estómago y nunca deseo que algo fuera eterno.

No entraron en lo verbal. Erick fue el primero en romper el beso, lo único que podía mirar y pensar era en Joel. Agarró su mano y lo sacó de la pista de baile, subieron al tercer piso entre pisotones y con pasos torpes entraron a la primera habitación que se les cruzó.

El de ojos verdes empujó al moreno y cerró la puerta. Joel se acercó y lo atrajo nuevamente a él.

—Joel —susurró contra sus labios. Enredó sus manos en el cabello del más alto y firmemente lo acercó más a él.

Suavemente sus pechos chocaron y Joel cayó a la cama. Erick se subió encima rodeando con sus piernas las caderas ajenas. El roce encima de la tela era algo jamás sentido, los toques descuidados por cada parte de sus cuerpos y los pequeños suspiros soltados. Todo era algo tan excitante.

Beyoncé...

—No —corrigió con una sonrisa—, Erick.

Joel sonrió antes de inclinarse hacia adelante y besarlo.

—Erick... 


karma || JoerickWhere stories live. Discover now