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    Segunda Ley para conocer a una persona.

"No tiene que darme pena su vida" Todos tenemos nuestros demonios que nos atormentan tanto despiertos como dormidos. Él pasó por cosas, yo también lo hice, pero de algo estaba seguro: Él merece sufrir. No lo digo yo, lo dice la ley del Karma.




El despertador sonó por tercera vez esa mañana. Con movimientos torpes apagó el aparato y aún adormilado se duchó y vistió. Entró al comedor donde ya sus amigos se encontraban discutiendo algún tema trivial de menor importancia.

Refregándose su ojo derecho tomó un vaso de jugo y rápidamente recogió sus cosas antes de despedirse de sus compañeros. Caminó por los pasillos del hotel y corriendo entró al ascensor deseando que las puertas se abrieran pronto.

El aire fresco de la nueva mañana chocó contra su rostro. Con una media sonrisa observó las calles infestadas de gente; era increíble que cumpliera un mes en esa ciudad y que su suerte siga siendo la misma.

Suspiró justo antes de emprender camino hacia su trabajo. Ya era costumbre para él quedarse dormido, salir corriendo del hotel, llegar a su trabajo y escuchar los casos que llegaban cada día.

Sin siquiera percibirlo Erick cayó en una rutina. Todo el tema de su venganza paso a un segundo plano. La confianza que había ganado desde el principio fue disminuyendo a través de los días. Recién ahora él comprendía unas sabías palabras que escuchó en algún lugar:

"En los momentos menos esperados puede llegar algo que cambie todo, que te haga sentir en una cuerda floja. No todo es siempre como lo planeamos"

Erick quería pensar que ese algo era Joel.

Y realmente lo estaba intentando. Pensaba y pensaba, día tras día, cualquier método. Nada. Se había vuelto tan inseguro en el momento que encontró algo tan difícil como Joel.

El problema era que él no es una mujer.

Aquella excusa es lo único que puede levantar su ego ahora mismo. Y sí, era entendible. Desde un comienzo Melissa le mencionó que Joel es heterosexual. Aunque, su duda es por qué Joel es como es, por qué es tan distante, crea barreras con las personas, y eso lo lleva a preguntarse si debe hablar con Melissa.

O descubrir él mismo los demonios de Joel.

Esas son algunas de sus preguntas que vuelan por su cabeza mientras baja del taxi que tomó hace siete minutos. Dio pasos largos hasta que estuvo frente a su zona de trabajo.

—Algo tendrá que unirnos —murmuró. Sus ojos miraron el cielo y buscaron la ventana que da justamente en la oficina de Joel.

Como de costumbre saludó a algunas personas. Corrió por su sector y abrió la puerta, sin prestar la mínima atención tomó asiento.

Joel que se encontraba revisando unas carpetas lo miró con una ceja alzada.

—Alguien está de mal humor —dijo con diversión.

Fue inesperado para él que Erick no le haya respondido. Con duda Joel siguió sus movimientos: Dejo su mochila en el suelo, su abrigo colgado en el respaldo de la silla, por último, pasó una mano por su cabello y prendió la computadora.

—¿Te pasa algo?

Erick bufó.

—Hola Joel.

karma || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora