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Los días pasaron junto a interminables horas de trabajo, dolores de cabeza y cansancio. 

Siete de la mañana y Erick ya se encontraba saliendo de su hotel. Hace una semana que no llegaba tarde a su trabajo y quería seguir así se le hizo costumbre levantarse temprano, aunque era invierno, disfrutaba de las hermosas mañanas frías.

Mientras esperaba un taxi sacó su teléfono así entretenerse un rato. Escuchó el sonido de un motor, levantó la mirada y observó el auto que se detuvo a su lado, una de las puertas traseras se abrió y de ésta salió Melissa.

Ella se acercó mientras el chico trataba de que sus nervios no salieran a flote.

—Erick.

—Melissa, ¿Qué haces aquí?

—Joel.

—¿Joel? —repitió con el ceño fruncido—, ¿Algún problema con él?

—Seré breve. Él tiene una nueva mujer, quiero que lo sigas y me consigas información de ella.

—No —negó—, ese no fue el trato.

—Pues ahora lo es. Ha pasado tiempo, Erick. No he visto ningún cambio y si sigues así, juro por Dios que me encargaré yo misma de todo y el único perjudicado serás tú y él.

El joven mordió sus labios para ahogar gritos e insultos que tenía para ella. No podía hacer nada más que obedecer, era una gran suma de dinero la que estaba recibiendo.

—¡Por favor, Erick! —suplicó. El joven vio como los ojos de la chica comenzaba a brillar y las primeras lágrimas cayeron.

Sintió... Lastima.

Sea como sea, debe ser horrible cuando la persona que más amas te estás engañando y duele muchísimo más cuando lo sabes. Él nunca había pasado por algo así, pero por lo que se ha dado cuenta alguien despechado no tiene conocimiento de sus palabras o acciones hasta que el daño está hecho.

—Buscaré a esa mujer —resopló rendido.

Melissa sonrió y dio un salto. No dijo más, ambos se despidieron y Erick quedó solo nuevamente.

Echó un último vistazo e inconscientemente sus ojos viajaron al chófer del vehículo: Un hombre corpulento, piel morena con una mandala tatuada en su mano derecha, no pudo saber más. Solo que traía lentes de sol y su cabello era cubierto por un gorro de lana. Sin casi notarlo el auto desapareció de su vista.

No quiso tomarle mucha importancia al tema por el momento. Ahora tenía que preocuparse de llegar a su trabajo y resolver el caso que le quitaba el sueño sorprendentemente.

También podemos mencionar que Erick a veces se sentía un forense profesional.

Cinco para las ocho de la mañana y ya estaba pisando la oficina que compartía con Joel.

—Hey —saludó. Joel levantó la mirada de su ordenador y sonrió en respuesta antes de continuar con lo que estaba haciendo.

Erick no quiso preguntar nada, lleva conociéndolo por un mes y pocas semanas, con eso bastaba para aprender las manías que tenía su compañero. Cuando simplemente respondía con una sonrisa es mejor mantener la boca cerrada.

Así que dejo su mochila a un lado, tomó asiento y comenzó a hacer cualquier cosa.

—Hoy mandaron los resultados de la autopsia —escuchó el leve murmulló de Joel después de un minuto—. Resulta que no hay rastros de ADN, no hay información.

karma || JoerickWhere stories live. Discover now