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El tiempo en la ciudad de Nueva York pasaba volando, diciéndole adiós al invierno y hola a la primavera, como también ya se cumplían tres meses desde que se alojaba en la ciudad. 

Erick ajustó la bufanda en su cuello a la vez que una brisa le causó escalofríos, a pesar de que hace tres días había empezado la estación templada el frío no quería irse.

Sus días han sido normales ahora con Joel a su lado y Melissa siguiéndolo a todas partes. No podía hablar, no podía quejarse. Sólo aguantar cinco meses más.

Aunque no estaba seguro si sus sentimientos podrían desaparecer, Joel ha sido tan atento con él, después del trabajo suelen dar paseos por la ciudad, Joel lo lleva a lugares que nunca conoció y hasta algunas veces Erick se queda a dormir en su departamento.

Están todos los días juntos.

Los dos eran parte de una guerra en sus mentes.

Joel estaba peor.

La última semana ha estado batallando con sí mismo y sus sentimientos. Era uno de estos casos donde sueles enamorarte, pero te niegas a creerlo. Porque algunas personas le temen al amor.

Joel lo hacía, se sentía vulnerable. Jamás se le cruzó por la mente que un hombre le haría sentir cosas maravillosas, que un hombre que apenas conocía le diera lo que a gritos pedía.

Ser escuchado, sin ser criticado.

Pero para llegar a una sola respuesta tuvo que pasar por miles de preguntas.

¿Por qué sintió dolor cuando Erick le hablo de su infancia? ¿Por qué se preocupó tanto la vez que Erick casi se desmaya? ¿Por qué cuando Erick no está a su lado todo su mundo se vuelve gris?

Y lo más importante: ¿Por qué sus expresiones tristes le quitan el sueño en la noche?

Fue más simple de lo que pensaba.

Joel quiere hacer sonreír siempre a Erick.

Todo lo que estaba sintiendo era cien por ciento real y no podía negarlo más.

Le gusta Erick. Mucho.

Así que ese día Joel se acercó a Erick y le preguntó si quería salir con él, sin decirle que se trataba de una cita.

Y cuando Erick le sonrió y aceptó no pudo borrar la sonrisa de su rostro en toda la noche. Iba a ir a una cita con alguien especial y Erick no tenía idea de que era una cita.

—Así que... Voy a una cita con Erick, pero él no sabe que es una cita —se dijo a sí mismo. Este era el momento donde se maldecía por ser un jodido asocial en la vida. No tenía a nadie a quién contarle acerca de su inseguridad—. Solo es una cita —esas palabras sonaban tan mal. No solo era una cita. Era una cita con Erick, cómo era posible que sus propios sentimientos lo hicieran sentir extraño y perturbado.

Estaba inseguro pensando si Erick simplemente era algo pasajero.

—¿Y si se me pasa? —siguió hablando en voz alta —. No es como si fuera la primera vez. A los cuatro años pensé que estaba enamorado de una chica de dieciocho, oh, y a los siete con mi maestra, de verdad creí que era amor —se encogió de hombros—. La chica rubia de la playa, pensé que era amor a primera vista y Melissa, ella me terminó hace poco y ni siquiera me duele.

Quería convencerse de que Erick era algo rápido en su vida. No estaba listo para enamorarse de verdad, tenía demasiadas cosas que hacer por su futuro.

—Hola —la voz de Erick interrumpió sus pensamientos. Él rodeó el auto y entró—, ¿A dónde vamos?

Con el motor encendido, Joel sonrió y le respondió:

karma || JoerickWhere stories live. Discover now