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Los días fueron pasando hasta llegar el tan esperado día viernes. No había sido su mejor semana; el caso se complicó, no hallaban más pistas. Melanie desapareció y Joel se volvió un problema.

El chico de nuevo tenía esa actitud cortante hacía él. No le dirigía la mirada, hablaban lo justo y necesario. Lo único que no había cambiado era que después del trabajo siempre lo llevaba a su hogar.

Allí es donde Erick se preguntaba desde cuándo su vida se había vuelto tan aburrida y monótona. Sus trabajos en Londres no estaban ni cerca de lo que estaba haciendo ahora; sus anteriores trabajos eran divertidos y satisfactorios al ver a gente sufrir por sus propias acciones.

Pero, tener que besar y quizá acostarse con un hombre heterosexual le parecía absurdo.

—¿Crees que la veremos mañana? —preguntó Erick afligido. Eran las cinco de la tarde, un día que salían temprano; y como ya era de costumbre Joel ofreció llevarlo.

—Espero que sí. Porque sin ella no podemos avanzar —respondió Joel con una mueca. Hace cinco días no había rastro de Melanie y sólo faltaba ella para completar una fase.

Los siguientes cinco minutos los pasaron en silencio; cada quien metido en su mundo. Erick estaba concentrado mirando el paisaje cuando notó que Joel dio una vuelta contraría.

—¿No vamos a mi hotel? —preguntó. Aunque ya sabía la respuesta, él sonrió y Joel le copio.

—¿Tienes algo que hacer?

—Nada.

—Bien —dijo simplemente.

Solo un par de minutos y Joel se estacionó frente a la playa. Ambos bajaron y el frío aire los envolvió causando escalofríos en el cuerpo del más joven ya que era el único que no traía abrigo.

El sol comenzaba a bajar mientras el cielo celeste era trazado por un lienzo naranja.

Los dos chicos caminaron hacia una banca que daba una buena vista al mar. Erick dejó su mochila sobre la arena y miró a Joel quien tenía los ojos cerrados y su rostro relajado. No le tomo mucha importancia y miró a otro lado.

Una pareja caminaba por la orilla de la playa. Chicos y chicas surfistas entraban al agua por su última ola perfecta. Mientras otras personas guardaban sus cosas para irse.

Volvió su cabeza hacia Joel que continuaba en la misma postura.

—¿En qué piensas?

—En nada.

—¿Uh?

—A veces es bueno cerrar tus ojos y escuchar el sonido del mar.

—Nunca puedo estar así —divagó—. Quiero decir, estar sin pensar nada. Siempre estoy pensando algo —no obtuvo respuesta. Joel seguía con los ojos cerrados—. Entonces, ¿Qué hacemos?

—Nunca cierras esa boca, ¿No? —abrió los ojos y miró sobre su hombro—. Mira no tengo nada que hacer, iba a buscar a alguien con quien acostarme, pero la playa se atravesó y aquí estamos.

—¿Así que en vez de ir a buscar a alguien con quien acostarte quisiste venir aquí conmigo?

—No te ilusiones, somos compañeros de trabajo. No quiero tener ningún vínculo de amistad contigo.

El joven no dijo nada. En cambio, sólo hizo un gracioso mohín y fijo su vista en el mar.

—¿Qué te trajo a Nueva York? —escuchó la profunda voz de Joel después de un momento.

karma || JoerickWhere stories live. Discover now