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Sus días sin Joel -los que ya han sido tres- fueron pintados de color gris. Disfrutaba de su último día de Nueva York, mañana saldría su vuelo de vuelta a Londres.

Se encontraba a diez calles de su hotel en la cafetería donde se encontró a Joel por primera vez. Su mentón descansaba en la palma de su mano derecha, mientras tomaba café e indagaba en lo más profundo de sus pensamientos.

—No lo volveré a ver.

Sonrió con tristeza, nunca imaginó conocer a Joel de esa manera y tampoco imaginó lo que el destino le tenía preparado con Joel.

El toro mecánico que casi lo mata.

O esas motos de agua.

¡Dios! Ahora mismo se sentía tan estúpido. ¿Qué sería lo que pensó Joel? Daría lo que fuera por revivir ese momento. Volver a sentir el vértigo y la adrenalina.

«—No me gusta verte sufrir, porque cuando sufres también sufro yo».

Erick no encontraba las palabras exactas para describir cómo se sentía en ese momento. Joel lo tomó por sorpresa. Ambos estaban tan vulnerables aquella noche.

Recuerda que estaba muy confundido. No sabía si de verdad tenía la atención de Joel o si solo era un juego. No sabía si él era el dueño de su corazón definitivamente.

Y Joel lo tomó desprevenido una noche más.

«—Lograste atrapar mi corazón, Erick».

De alguna manera sentía la presencia de Joel a su lado, el olor de su perfume lo tenía grabado en todos sus sentidos y aunque él mismo se tratara de loco, sentía las caricias de Joel.

Podía sentirlo tan cerca cuando en realidad Joel se encontraba en algún lado de la ciudad curando sus heridas. Solo.

Sacudió la cabeza y frotó sus ojos, no quería llorar más de lo que ya lo había hecho. Quizá todo esto de imaginarse a Joel era debido al sueño. No ha dormido bien, aparte de su insomnio, los gritos de Melissa y el llanto de Joel ocupaban la mayor parte de su mente.

Pero, no había que preocuparse, en horas estaría de regreso a Londres para retomar su trabajo. Lejos de Joel, lejos de sus sentimientos. Lejos de una historia de amor que pudo tener un final feliz.

Tomó el último trago de café, limpió su boca con una servilleta y dejo propina antes de salir del local donde encontró gotas de lluvia cayendo del cielo y de sus ojos.

Sin tomarle importancia comenzó a caminar hacía su hogar, no se molestó en resguardarse de la lluvia. Le gustaba, le traía buenos recuerdos.

Su primera cita con Joel.

Minutos después entró a su hotel recibiendo quejas por lo empapado que venía y el desastre que dejaba en el piso recién encerado. Sin embargo, ignoro cada una de ellas y se dirigió a su habitación donde encontró a Zabdiel dejando unas cosas.

—Hice tus maletas —avisó. Erick se sacó su abrigo y zapatos antes de tirarse al sofá.

—Gracias, Zab. No te hubieras molestado, podía solo.

—Sé que no estás bien —se sentó a su lado.

—Estoy bien, solo un poco cansado.

—Erick a veces puedo ser un tonto. Algunas veces torpe y paso más en el suelo que de pie, pero puedo darme cuenta de algo que tú no.

—¿De qué?

—Necesitas a Joel para estar completo —dijo su amigo poniendo una mano en su hombro, le envió una sonrisa comprensiva para luego desaparecer por el pasillo.

Erick suspiró.

¿Cómo luchar por algo que ya estaba perdido?

Joel nunca le perdonaría lo que hizo.

Sin embargo, no le importaba cuántas veces les dijera a sus dedos que no tocaran la pantalla táctil de su teléfono y buscar el número de Joel.

¿Valía la pena intentarlo una vez más? 




karma || JoerickWhere stories live. Discover now