09

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No, Erick no estaba nervioso, al menos trataba de convencerse que no lo estaba. Pero si lo estuviera lo que se niega a creer tendría sus motivos. Melissa lo ha estado siguiendo hace varios días y las llamadas no paran, aunque ninguna de esas llamadas fueron contestadas.

Zabdiel y Christopher no lo estaban ayudando en nada, lo que le llevó a pensar que sólo se los trajo de paseo.

Con Richard era todo lo contrario, frecuentemente recibe llamadas de parte de él manteniéndolo al tanto de todo lo que sucedía y que sigue buscando información sobre Melissa.

Porque Erick no era tonto. Él sabía que Melissa traía algo más que venganza con ella.

—Lleva media hora de retraso —Erick suspiró con frustración, dejando a un lado la guerra de pensamientos en su cabeza—. Si te citan tienes que llegar a la hora.

—Tú llegas tarde siempre —dijo Joel dejando el libro que leía a un lado.

Erick no respondió, ni siquiera tenía ganas de discutir con Joel. Discutirle algo que los dos saben que es cierto. Erick volvió su cabeza hacia el moreno, lucía tan relajado.

Joel tenía paciencia, a través de la experiencia, aprendió a esperar.

Finalmente tocaron la puerta. De un salto Erick fue a abrir; allí se encontraba una mujer alta, de cabello rubio y piel blanca como un papel, poseía unos ojos verdes hermosos, pero sin ninguna expresión o brillo que tiene cada ser humano.

—Hola —saludó ella con voz firme—, soy Melanie.

Erick estrechó su mano y le dio paso. Joel se levantó de su puesto presentándose de la misma forma. Los tres tomaron asiento y comenzaron.

—Estás aquí por el asesinato de tu hermana —leyó Joel.

—Y su marido —añadió ella.

Melanie mantenía la mirada baja. Su respiración era tan calmada que casi no se notaba. Su piel se había puesto más pálida, si eso era posible.

—Hace un mes —dijo finalmente—. Hace un mes mi hermana se casó. Ben era un buen hombre, trabajador y humilde. Estaban esperando un bebé. Yo no supe nada de ellos hasta unas semanas, ¡Entraron a su casa, los asaltaron, pero no se llevaron nada! Los mataron, mataron a mi hermana, mataron a su bebé —gritó. Su voz en ningún momento se quebró. Ella se mantuvo firme tragando el nudo en su garganta—. Quiero encontrar a ese desgraciado, acabo de terminar mi carrera en derecho así que no será difícil.

Nadie hablo por un buen rato. Melanie tenía su vista clavada en la pared, Erick jugaba con el bolígrafo en sus manos. Joel se aclaró la garganta y dijo:

—Dices que fueron asesinados. Llamas esto un asalto, pero nadie se llevó nada. ¿Tú no sabes si alguno de los dos andaba en malos pasos?

Erick asintió y quiso responder.

El escritorio tembló cuando Melanie se levantó y golpeó sus puños contra la mesa. Sus ojos tomaron algún brillo extraño lleno de enojo y tristeza.

—Déjenme decirles algo... Si ustedes están tratando de decir que mi hermana andaba en malos pasos, ustedes mismos se van a encontrar en un callejón sin salida.

Erick se mantuvo en silencio, algo andaba mal con esa mujer.

Melanie se apoyó en el borde de la mesa retorciéndose las manos cuando el común dolor en su pecho la atrapó. Comenzó a llorar y Erick a pesar de sus intentos de mantenerse sentado, le fue imposible. Él fue a abrazarla. Nunca fue sensible ante estas situaciones, pero la escena era tan desgarradora.

Ella fue la primera en romper el abrazo y como si los últimos minutos nunca hubieran pasado, tomó su cartera y sacó un papel.

—Este es mi número. ¿Me informan cualquier cosa?

Asintieron y luego de unas cuantas preguntas se despidieron. Arreglaron todo y fueron al auto de Joel, la dirección a la cual se dirigían quedaba a una gran distancia, por el camino fueron hablando sobre este caso.

—Ella es rara —comentó Erick—, parece un fantasma.

La casa se encontraba cerrada por fuera, aunque no fue difícil entrar. Ya dentro miraron a su alrededor, a pesar de que el suceso fue hace un mes el lugar y todo sigue intacto.

Muebles llenos de polvo, un sillón con una mesa dados vueltas. Entonces Joel comprendió por qué Melanie lo había llamado un asalto, el hoyo en el techo y un palo tirado se lo confirmaba.

Rápidamente empezaron a trabajar antes que la tarde cayera. Erick siguió las instrucciones de Joel: No hacer nada, para él era mejor. Revisaron cada rincón de esa casa, hasta ahora sólo la sala y el dormitorio eran un desastre.

—Deberíamos revisar eso —sugirió Joel apuntando un enorme armario antiguo.

—¿Qué vas a buscar allí? —preguntó Erick viendo como Joel abría las dos puertas con dificultad.

—Trae la cámara.

—¿Por qué?

—Solo tráela.

El joven se quejó en voz baja antes de salir. Joel por otro lado negó con la cabeza, lleva años haciendo este tipo de cosas y con el tiempo aprendió que en los lugares menos apropiados encuentras cosas relevantes.

Ese armario tenía espacio tanto para los lados como para el fondo. Estaba lleno de polvo y vacío. Todo lo que Joel pudo notar fue un pequeño papel atorado en la rendija del armario.

Metió una pierna y lo tiro suavemente. No lo logró, así que con cuidado entró al armario acomodando su cuerpo y con sus dos manos dio un tirón.

Ni siquiera supo cómo ocurrió. Si fue la fuerza de su cuerpo o algún fantasma habitaba esa casa, pero las puertas se cerraron. Su cuerpo quedó inclinado, apenas podía mover sus manos.

—¡Erick! —gritó, escuchó un golpe luego unos pasos—, ¡Erick!

Por otro lado, un chico caminaba tranquilamente.

—Ya traje la cámara —dijo buscando a su compañero—, ¿Joel?

—¡Mierda Erick ayúdame a salir de aquí!

Dio un pequeño salto y rápidamente corrió al armario. Trato de abrir las puertas, pero éstas estaban atascadas.

—¡Tranquilo Joel te sacaré del armario!


karma || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora