Epílogo

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—¿Estás seguro de esto? —preguntó Zabdiel viendo con sorpresa el manojo de llaves en sus manos.

Con una sonrisa, Erick asintió.

—Sí. Quiero dejártelo Zabdiel. Sé que manejarás esto mejor que yo y no cometerás mis mismos errores. Además, con la ayuda de Chris y Richard te irá bien. Confió en ti —volvió a sonreír con una pizca de nostalgia, de verdad le dolía dejar ese lugar.

—Nosotros te ayudaremos, Zab —el nombrado miró sobre su hombro, Christopher le estaba sonriendo de una manera dulce y volvió hacia Erick —. ¿Volverás?

—En un tiempo puede que sí. Solo necesito alejarme un poco de todo esto.

—¿Estarás bien? —preguntó Richard entrando a la oficina. Él ya había escuchado una gran parte de la conversación.

—Voy a estar bien.

Se dieron un último abrazo, entonces Erick camino sin mirar atrás. Se despidió de su secretaria y empleados con quienes había creado alguna amistad.

Mientras entraba al ascensor y presionó el botón hacia el piso principal, recordó la única cosa que le hizo tomar aquella decisión.

«—¿Podríamos empezar de nuevo? —preguntó Erick con sus brazos aún envueltos en la cintura de Joel con mucho cuidado —, sin nada de por medio esta vez.

Joel asintió completamente seguro, llamarlo masoquista, pero es que amaba ese hombre. Cayó profundamente por Erick, qué más podría perder si ambos se correspondían.

Como estaba dicho: Duele amar, aunque seas correspondido.

—Fuiste el primero de muchas cosas, Erick. Eres a quien le abrí mi alma, entraste a mi vida aun cuando tenía problemas, te permití conocerme y ahora, a pesar de todo, te permito amarme —aceptó. En sus mejillas se había formado un pequeño rubor, así que con una tímida sonrisa se dio la vuelta, bajo la mirada y entrelazó sus manos».

Erick salió del edificio que alguna vez le dio satisfacción. Se dio la vuelta y miró hasta el último piso.

Casi todo sigue igual, Erick hizo todo lo posible para que las cosas cambiarán entre ellos. Sin embargo, Joel siempre tendría una pequeña desconfianza hacia Erick. Es como una cicatriz que queda después de una batalla, pero la vida sigue, eso es lo que aprendió. A veces no podemos volver atrás y corregir lo que no podemos cambiar.

Echó una última mirada y volteó donde se encontraba Joel apoyado contra su auto. Mientras caminaba hacia él, no dejo de sonreír de una manera encantadora. Una sonrisa tan sincera y llena de sentimiento como nunca. Estuvieron frente a frente, Erick envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo acercó un poco más.

Y a medida que cierra los ojos y lo besa de nuevo, no puede evitar sonreír. Desde el principio, cuando empezó su trabajo, él siempre tuvo en claro que iba a tener un fin, un adiós, un límite de tiempo para su relación. Ahora, sin embargo, es diferente. No hay final para él, Erick no está preocupado o inseguro.

Porque ahora esto circunda, tienen una cantidad de tiempo para enamorarse y empezar todo de nuevo.

Y como ambos se fueron al aeropuerto directo a una pequeña ciudad a las afueras de Londres. La tarde caía.

Centros London se encontraba en paz, hasta que un hombre de unos treinta años y una mandala tatuada en su mano cruzó la última puerta del edificio.

—Bien, necesito los datos de la persona que quiere vengar —Zabdiel sacó una hoja y un bolígrafo, algo entusiasta por su primer cliente.

El hombre lo miró fijamente antes de responder:

—Erick Brian Colón y Joel Pimentel.   




karma || JoerickWhere stories live. Discover now