CAPÍTULO 8.

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Las gradas estaban repletas, y todos apoyaban al equipo de lacrosse en un partido definitivo. Y, aunque a los adolescentes ya se le hacía rutina asistir a los partidos, un primerizo estaba presente: Gerard.

Scott debía restringirse en su juego. Estaban en clara desventaja, en especial tratándose de que sin su "ayuda sobrenatural", el moreno apestaba en el lacrosse.

Algo muy distinto de Jackson, quien parecía haber nacido con el don del deporte. Sin embargo, después de que Danny y Matt descubrieran que al video de él en la cama ―sin índole sexual de ningún tipo―le faltaban dos horas. Suplantado por una imagen en repetición de él durmiendo, lo dejaba atento a cualquier cosa menos al partido.

Ante esa noticia, era muy probable que Jackson tuviera su propia "ayuda sobrenatural", y se le abriera una ventana de esperanza al chico. Sin embargo, aunque el lacrosse era su vida, era imposible concentrarse del todo en el partido sin preguntarse: ¿Quién le robaría esas horas a su video, y por qué?

―¡Por favor! ¿Eso es un adolescente? ¡Quiero ver su acta de nacimiento! ―gritó el entrenador―. ¿Quién o qué es ese experimento genético fallido?

―Es Eddie Obomowitz, entrenador ―contestó Stiles―. Lo llaman "la abominación".

―Ah, que lindo ―ironizó el entrenador, sin ánimos de ver más de ese partido.

―McCall, ¿Qué diablos esperas? ―le interpeló Jackson molesto por su cero aporte en cancha―. Son las semifinales. Gánale a esa máquina de esteroides.

―¿Yo? Tú dijiste que jugar así no era justo ―le contestó Scott molesto, recordándole  anteriores palabras a su co-capitán.  

―¿Y crees que ese fenómeno de la naturaleza es algo justo? ¡Haz algo!

―¡No puedo! No con el abuelo de Allison presente.

Y era cierto. 

Sería muy arriesgado que con él presente Scott pudiese jugar como ya solía hacerlo. Sólo conseguiría levantar sospechas, y después andarían todos los cazadores tras su trasero licántropo. ¡No podía hacer eso!

Para entonces Allison, quien estaba sentada a un lado de su abuelo, sabía que debía poner en marcha el plan:

Conseguir sus llaves para dárselas a Stiles y que él fuera tras el bestiario que, ella estaba segura, Gerard llevaba siempre consigo.

―Debí traer algo más abrigador.

―¿Tienes frío? Ten mi abrigo ―le contestó su abuelo, y le cedió su abrigo negro.

―¿Seguro?

―Ah, sí.

La pelinegra accedió, colocándose el abrigo del veterano cazador. Cuando revisó en el bolsillo encontró las llaves. Y con una sonrisa triunfante en el rostro esperó por Stiles para darle sus llaves.

➊𝐅𝐫𝐚𝐠𝐢𝐥𝐞╢𝐓𝐄𝐄𝐍 𝐖𝐎𝐋𝐅Where stories live. Discover now