Rescate.

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La noticia de parte de los guardianes llegó a los oídos de Tsuna, Iemitsu y la primera generación, enterándose de que seguirían todo acorde las órdenes del Sawada menor sin rechistar, aunque algo les decía que lo hacían a regañadientes por la familia y la protección de su cielo.

La cena estuvo servida poco después, y la mesa se llenó de silencio, siendo lo único que se escuchaba el sonido de los cubiertos.

Nadie quería hablar, la única vez que se dirigieron la palabra en esta etapa del día fue al final de la comida cuando la primera generación se retiraba junto a los Sawada a su habitación, y Nono les dijo en breves palabras que mañana a primera hora irían al ataque.

Se dirigieron con ayuda de una mucama a la habitación compartida de los dos Sawada, donde Coyote los esperaba con los brazos abiertos y una gran sonrisa.

— Coyote, muchas gracias por todo —Iemitsu se le adelantó al menor con los agradecimientos, sonriendo a la vez que le revolvía el cabello con cariño a su atuncín—, y a ustedes también primera generación. Están siendo de un gran apoyo para Tuna.

El mencionado lo miró con una molestia fingida a la vez que se aplastaba la cabeza evitando que el rubio ceniza lo acariciara.

Primo y sus amigos sonrieron compasivos, incluidos Daemon y Alaude, que les guardaban un gran cariño al pequeño atún.

—  A todo esto, Primo, ¿quién es el portador de su anillo? —preguntó el guardián de la novena generación confundido, los demás asintiwron de acuerdo, ya que él les había contado que no sabía quién era.

El rubio negó, encogiéndose de hombros: — ¡Ya me gustaría a mí saberlo! —alzó ambos brazos en el aire, frustrado.

Tsuna rió ante la actitud infantil de su antepasado y la negación divertida de G, necesitaba un poco de alegría después de todo lo sucedido en su vida.

Al día siguiente, después de una pequeña pijamada entre los Vongola y los Sawada, estos despertaron a primera hora para prepararse para la batalla, permitiéndose una pequeña charla divertida entre ellos mientras lo hacían.

Finalmente se dirigieron a la sala, donde repasaron el plan con la décima generación y el jefe de la novena junto a su asesino de mayor confianza, ya que ellos también participarían.

Más tarde partieron en la limosina a la guarida secreta de los enemigos, preparándose mentalmente a su estilo para la batalla, en especial los Vongola, ya que los "intrusos" estaban muy tranquilos con respecto a las cosas puesto que confiaban en sus fuentes y el plan que tenían; Tsunayoshi estuvo algo nostálgico, extrañando ser parte de la desastrosa décima generación.

Al llegar al lugar donde debían, los chicos se separaron en los dúos para la batalla, e ingresaron al lugar por la ruta creada por Tsuna.

En los primeros pasillos se quedaron Gokudera y Yamamoto, que se quedaron ahí plantados vigilando; dos puntos más adelante los guardias ya estaban ahí haciéndole frente a los intrusos en su base, mas tal cual al plan las dos nieblas se encargaron de ellos, siendo esta la oportunidad perfecta para continuar su camino para Tsunayoshi e Iemitsu.

Llegaron a un pasillo que se dividía  en dos, sabían exactamente cuál seguir por lo que continuaron corriendo y el menor entre ellos volando con ayuda de sus guantes, hasta llegar a una habitación obscura.

Nana se encontraba amarrada en el centro al fondo de este lugar, a donde los dos corrieron rápidamente.

El rubio ceniza revisaba a su esposa mientras el castaño se mantenía alerta porque su intuición le advertía  de algo.

— Nos volvemos a encontrar Décimo —dijo una voz desde el techo, bajando de un salto y quedando frente al ex-décimo—. Veo que ha venido por su madre junto a su familia.

Sawada observó sus movimientos por un rato sin decir nada, mientras esperaba a que su padre le diera la señal para avisarles a Nono y Reborn que era  su momento de entrar y ellos así se irían dejándole eso a ellos porque así lo habían pedido.

El rubio ceniza hizo una seña completamente disimulada a su hijo, a lo que este asintió.

— ¡Ahora! —gritó, haciendo alarmar al otro, que buscaba atacarlo pero ya era muy tarde porque el asesino número uno y su jefe estaban moliéndolo a golpes—. ¡Vamos! ¡Gracias por su ayuda!

Y los tres Sawada se retiraron del lugar con Nana en brazos del mayor, corriendo lejos de la base en un auto que los esperaba por órdenes del noveno y los dejaría en el aeropuerto, para volver a Japón con su querida mujer.

Al fin se había acabado el sufrimiento para Tsunayoshi y también para la mujer inconsciente en los brazos de  Iemitsu.

Ciao.

No esperé la doble actualización hoy ahre, pero como los quiero mucho y estoy que desbordo en ideas y tengo escritas las mismas para varios capítulos... Pos aquí estoy.

Los amo, chicos. Son los mejores del gourld ♡

Espero les guste mucho.
Chau.

Tsuna, no eres el décimo Where stories live. Discover now