Viaje.

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Los Vongola observaron cómo la  limosina partía de la entrada de su hogar y el chico que una vez había sido su amigo se iba  cada vez más lejos de su alcance, pero se lo merecían, habían sido tan crueles con él.

Lo habían perdido todo sólo para tener como jefe a un tipo que en ningún momento había pensado en su bienestar.

Tsuna iba de camino a su mansión con la mirada perdida en la ventana, Primo aún seguía molesto por lo que no hablaba y sus padres trataban de tener la menor conversación con alguno de ellos dos por preocupación a sus reacciones.

El castaño tenía una idea que comúnmente pasaba por su cabeza como solución a sus ganas de escapar de tanto trabajo por un tiempo, y aprovecharía que sus guardianes no estaban en casa para viajar junto a sus padres a un lugar que durante tanto tiempo no había visitado, además algo le aseguraba que era un decisión correcta.

Lo anunciaría más tarde cuando llegaran a casa, ya que teniendo en cuenta los horarios y la lejanía entre las mansiones llegarían por las ocho de la noche, y no estaba seguro pero tenía una pequeña ayuda, cortesía de hyper intuición, de que viajar a las cuatro de la mañana sería perfecto para llegar a las once de la mañana a Japón.

Las horas avanzaron rápidamente  luego del anuncio del castaño del viaje a Japón para volver a sus raíces un poco y ver a sus amigos allá, no le vendría mal cambiar los aires por unos días.

Las cuatro llegaron rápidamente y el viaje dió inicio, a lo que los integrantes de la familia se dirigieron a sus habitaciones para descansar por la diferencia de horario, ya que sino estarían agotados al llegar.

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En Namimori la mañana se alzaba tranquila, como siempre desde que la familia más desastrosa y ruidosa se había mudado y separado por completo, los rumores corrían rápidamente por ahí, al igual que la aparición del empresario más conocido por ese momento.

Mochida había despertado temprano, ya que sus amigos estarían ahí toda la noche y se divertirían un poco, también estarían algunas chicas presentes, entre ellas la más bonita y divertida bajo su punto de vista, y no era Kyoko Sasagawa, no era nada más ni nada menos que Haru.

Además el peli-negro estaba feliz porque su amigo castaño le había llamado avisándole de su estadía ahí por unos días.

El joven se acercó a la puerta y la abrió al oír el timbre sonar, encontrándose con los tres Sawada sonrientes en su campo visual, en donde abrazó al más joven de los tres.

— ¿Cómo haz estado, Mochida? —preguntó el castaño a su amigo de la universidad, con el que se había encariñado poco después de haberle pedido disculpas por sus actos se puberto estúpido en la secundaria.

— Muy bien, Tsuna. ¿Y tú? Espero que no te hayas esforzado mucho —ironizó, sabiendo que el joven siempre trabajaba de más para poder hacer una visita corta. Tsuna lo miró avergonzado, Mochida siempre se había preguntado cuál era su oficio, ya que sabía que trabajaba pero no de qué—. Siéntete como en tu casa.

Suspiró una vez estuvieron en su habitación y sabía que sus padres pasaban el rato con los de su amigo.

Tsunayoshi aprovechó el momento para despojar su pobre cuello de esa molesta capa, que por más que fuera de tela fina era muy molesta para su gusto.

— ¿Vendrán tus amigos hoy a casa? —preguntó él, sonriéndole con algo de  nerviosismo.

Asintió algo sorprendido, él siempre sabía cosas que nunca le contaba y siempre respondía lo mismo: "Intuición supongo"..

— ¿Quieres que salgamos un rato? Debe ser agotador trabajar todo el tiempo —dijo, dejándose llevar por el cansancio que veía en los ojos de su acomapañante.

Sawada se encogió de hombros, en señal de que no había problema y salieron juntos avisando antes, sus padres le lanzaron una mirada antes de irse al castaño, deseándole en sus adentros que nadie lo reconociera y fuera afortunado.

Se la pasaron caminando hasta que llegaron a una tienda de pasteles, donde al moreno se le ocurrió la idea de comprar un poco para sus familiares y también para esa noche comer un poco y cumplir con sus deseos.

Tsuna en ningún momento dejó de disimular cubriéndose con algunas cosas que encontrara por doquier para que no vieran su cara, sino las cosas serían un desastre y no tenía deseos de escapar o correr.

Mientras su amigo compraba, el Sawada decidió esconderse por ahí para disimular que miraba algo que comprar por su cuenta, pero con la distracción de Giotto, fascinado al ver  los pasteles, se distrajo realmente y terminó por ser descubierto.

Acabó rodeado de personas exigiendo cosas y autógrafos o cosas así, y con ayuda de Mochida logró escapar de su encierro, pero tuvieron que correr algunas cuadras de más para perderlos de vista.

Ciao.

Espero que les hayan gustado las actualizaciones de hoy.

Es ma segunda historia en que pongo a Mochida como wuena gente, pero bueno... Y si se preguntan por Kyoko, bueno, digamos que no la quiero mucho así que ya saben.

ES MÍ TSU, BITCH. ¿NO ENTENDÉS?

Ok, paro. Los jamón con queso ahre.

Bai.

Tsuna, no eres el décimo Where stories live. Discover now