Agotamiento.

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Tsuna fue obligado a hacer su papeleo y esta vez se plantaron en la oficina para vigilar que el castaño sí cumpliera con su labor por completo olvidada con tanto drama.

Todos los jefes maldecían a aquel ser creador de esas cosas que les facilitaban algunas cosas pero a la vez les daban tanto problema, y como él no era la excepción a ellos se negaba rotundamente a hacerlo con actitudes infantiles que quizás podrían ganar la compasión de sus guardianes, que lo consentían y admiraban mucho, pero como su tutor estaba ahí no se pasaba por alto los intentos de escape fallidos de su pupilo.

Los problemas con su negación a hacerlo acabaron sacando el peor lado sádico del encapuchado, que terminó amenazándolo de muchas formas y apuntándolo con sus armas a tal punto de asustar al joven y verse obligado a tragarse su orgullo y cumplir con las órdenes forzadas del mayor.

La tarde avanzó en papeleo, peleas, risas, amenazas y un castaño junto a dos personas encerrado en su oficina y habitación más odiada de toda la mansión, ya que está siempre contenía las cosas que menos agradaban al castaño.

Tsuna ya estaba muy cansado, bostezaba y de vez en cuando quizá se tomaba un pequeño reposo sobre el escritorio que le era cedido por obligación de parte del portador del pacificador arcoíris.

De repente se llevó una mano a la boca y comenzó a torcer con fuerza, tanta que parecía forzado lo que ha, por lo que los otros dos trataron de no prestarle atención.

Sawada mostró su mano manchada con un pequeño charco de su propia sangre y un hilo de la misma salía de sus labios, lo que alarmó al guardián y tutor del Abedelli.

El cielo siguió tosiendo sangre sin parar por unos minutos, y un profundo y punzante dolor molestaba a su cabeza, resultando no ser su intuición advirtiéndole de algo, sino producto de lo que le hacía sentirse tan mal repentinamente.

Se guardó las quejas para sus internos y se recostó sobre el sillón de la habitación, siendo atendido provisionalmente por un preocupado espartano.

Su vista se fue nublado poco a poco y sintió más voces llamarlo a todo pulmón mientras se desvanecía en medio de su oficina, que cabe destacar aún se rebosaba de papeles.

Cerró los ojos sin contener más el cansancio y dolores musculares que le habían tomado desprevenido, creyendo que se trataban de las consecuencias del "entrenameinto" intensivo del otro día.

Oh, cuán equivocado estaba...

Ciao.

Aoi, aoi bokura no yume. Furikaetteru hima wa nai~

Oya oya~ me atraparon cantando..

Espero que les guste el capítulo, no sé si les advertí antes pero se los diré.

Sís, Tsu...

Ah, te la creíste we. Io no diré nada, bye~ *Huye antes de ser asesinada por dejarlos en suspenso*

Tsuna, no eres el décimo Where stories live. Discover now