Hasta pronto, Eileen.

303 74 29
                                    

Anthony fue el primero en explotar.

No se veía nada feliz con la decisión de Eileen, y lo demostró cuando se levantó de la silla con brusquedad.

—¡Tú no puedes hacer eso! —Vocifero—Tú no tienes derecho a liberar a nadie, mi madre...

Eileen se enojó y se levantó de igual manera.

—¡Tengo todo el derecho! —Le grito Eileen de vuelta—Misty ya no está, ahora soy yo la que toma las decisiones, te duela o no.

Anthony cerró las manos en puños.

—¡Me duele porque mi madre construyo todo esto y tú ahora vienes como si todo te perteneciera!—Anthony se encontraba realmente enojado. Estaba frente a Eileen y prácticamente le gruñía en la cara.

—Sé que duele que tus padres mueran, yo lo se...—Eileen apaciguo su voz, le mostro concordancia. Pero fue fríamente interrumpida por Anthony.

—¡No, tu no lo sabes, porque tus padres nunca te quisieron! —Trono Anthony. —¡Por eso es que no reacciones cuando hablas de ellos, como vas a querer a personas que te consideran un error, sin valor...

—¡Anthony! —Interrumpí. Mi voz se escuchó más fuerte y más demandante de lo esperado. Anthony me volteo a ver enojado, le sostuve la mirada y se retiró maldiciendo por lo bajo. Elena se acercó a Eileen. Eileen le habían temblado las manos cuando Anthony había dicho aquello.

—Al parecer no todos están bien con mis opciones, les pido disculpas por la escena. —Hablo Eileen—Pero no me importa, por favor váyanse por las buenas, mañana este lugar al medio día será desalojado. Ustedes ya no son Guides, les doy gracias por sus servicios y ha sido un placer conocerlos. Buenas noches.

Eileen desapareció por la puerta y nadie fue capaz de detenerla. Nadie dijo nada, el primero en dejar el comedor fue Derek, después Mia, después Brett. Mire a Elena, ella se había vuelto a sentar, tenía la cara tapada con las manos y por el temblor de sus hombros era obvio que estaba llorando, me senté a su lado.

—No entiendo—Susurro. Apreté su hombro de forma conciliadora. Cuando Elena se cansó de llorar se levantó y se limpió los rastros de lágrimas—Lo siento.

La acompañe hasta la puerta de su habitación, ella se despidió con un abrazo.

—Probablemente me vaya en medio de la noche, estaré en Escocia un tiempo, no dejes de escribir, ¿Si? —Pidió Elena. Asentí, le di un beso en la frente y ella se encerró en su cuarto.

Camine hasta el final del pasillo, quede de frente a la puerta del cuarto de Eileen. Mire la cerradura, luego mire mi dedo índice y como la uña de este dedo se convirtió en una garra afilada, la introduje en la cerradura y la puerta se abrió. Mi uña volvió a la normalidad. Me asome al interior del cuarto, Eileen estaba con la cara enterrada en una almohada. Ella se sienta con la espalda recta, me voltea a ver, se pasa la mano por la cara, el cabello y se baja el vestido que se le ha subido un poco. Había llorado, sus ojos rojos la delataban demasiado.

—Nathaniel, hazme un favor, ¿Les puedes dar estas cajitas a todos? —Ella se levantó de la cama y tomo unos cubos de cristal negro que estaba sobre su escritorio, me los dio y me miro. —A aquellos que no se sacaron el pecado, podrán con esto. Tu padre me los dio, dijo que eran contenedores de extracto de alma, que es lo que poseen los demonios, o algo así dijo, él tiene un acento pesado.

Tome las cajitas. Mire a Eileen, escrudiñando su rostro. Ella me sonrió, de la manera más falsa, rodé los ojos.

—Eileen, si necesitas algo, solo tienes que decirme—Susurre. Ella negó con la cabeza.

—Solo necesito que se vayan—Murmuro. Ella miraba el piso.

—¿Tuviste una visión? —Pregunte. Eileen no respondió. —Eileen.

—Si...Estarían en peligro, cosas malas pasaran y ustedes no pueden participar en este destino—Hablo Eileen.

—¿Y qué hay de ti?...¿Que pasara contigo? —La agarre por los hombros. Eileen me miro asustada.

Eileen me dio la espalda para arreglar las colchas de su cama.

—Nada, en todas mis visones estoy bien—Asintió Eileen. —Ahora sal, necesito descansar.

Ella se acostó y se cubrió. Suspire y deje la habitación, pase por las habitaciones de los demás dándoles los cubos, también a los que ya no tenían nada, la última fue Mia, me quede para hablar.

— ¿A dónde iras? —Le pregunte. Ella se cruzó de brazos y se encogió de hombros.  

— No tengo la menor idea—Respondió.—¿Vendrías conmigo? —Le pregunte. Mia me miro un buen rato.

—¿Me conviene? —Pregunto alzando una ceja.

—Probablemente. —Asentí. Ella sonrió un poco.

—¿A dónde iremos? —Pidió Mia con interés.

—Zúrich, Suiza—Informe. Ella bufo.

—No se hablar alemán. —Se quejó. Me encogí de hombros.

—Lo aprenderás—Comente. Ella suspiro. Me despedí de ella y me fui a mi habitación a empacar todo. Cuando termine, deje mis maletas y compre dos boletos de avión con destino Suiza, Berna. Primero quería ver un poco Suiza, nunca había estado en ese país. Hice todos los tramites vía internet. Baje con dos maletas a esperar que Mia bajara. En cambio veo a Elena bajar con una maleta por el ascensor. Ella me abrazo muy fuerte y le correspondí.

—Cuídate mucho—Le indique. Ella se separó y asintió. Sin decir nada, salió por la puerta. Se sentía horrible, saber que tal vez no la volvería a ver más nunca, siendo la mejor amiga que tuve y lo más parecido a una hermana. El ascensor anuncio la llegada de otra persona, Derek traía una maleta blanca, ya no deja de sorprenderme.

—Adiós primo, pórtate bien—Me mofe, el solo me miro y paso de largo a la puerta. —Bastardo.

—¡Te escuche, maldito! —Vocifero Derek, desde fuera. Me reí bajito.

Anthony fue el siguiente, él no me dirigió ninguna mirada y paso a la puerta como un rayo. Mia fue la siguiente, lleva solo una mochila de color negro. Le quite la mochila y la puse en mi espalda, salimos del edificio. Mia fue al andén a llamar un taxi. Mire al segundo piso, más específicamente al balcón de la habitación de Eileen. Ella estaba recargada en el balcón, ella me miro y m sonrió, alzo una mano e hizo un ademan de despedida. Sentí mi estómago pesado, mire a Eileen estudiando su rostro y memorizando cada detalle.

— Hasta pronto, Eileen. — Susurre. Ni Mia, ni Eileen me escucharon. Pero era algo simbólico, diciéndome a mí mismo que esta no podía ser la última vez que la viera, a ella y a los demás.

Mia empezó a llamarme, Salí del deslumbramiento y me dirigí al taxi, el conductor guardo las maletas en el baúl, Mia se deslizo dentro del taxi y antes de hacer lo mismo mire una última vez a Eileen, gracias a la iluminación de las farolas y los edificios aledaños, vi como una brillante lagrima se deslizaba por su mejilla. Mire hacia abajo y me deslice, cerrando la puerta con un poco de fuerza innecesaria.

—A las puertas de Stra hyacintho—Anuncio Mia. El conductor asintió. Mire por la ventana como el edificio quedaba atrás. Expulse el aire contenido y me pase las palmas de las manos por el pantalón. Sentí la mirada de Mia estudiándome. Evite su mirada y mire por la ventana. Si se suponía que esto era lo quería toda mi vida, ¿Por qué siento algo mal?.

__________________________________________________


Siete Males [Saga Siete #2]Where stories live. Discover now