;; uno ;;

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editado.

- ¡Sálvese quién pueda! – debí despertar debido al eufórico grito de mi hermano menor, Kyle. podía oír sus pasos en el pasillo, cosa que me hizo alzar mi cabeza de la almohada para frotar mis ojos.

estaba a punto de pegar mi cara a la almohada nuevamente, pero el pequeño ruido de la puerta de mi habitación abrirse hizo que alzara la cabeza, seguido de el nuevo niñero entrando mientras golpeaba una sartén con una cuchara de manera rápida e insoportable.

- ¡¿Qué está mal contigo?! – pregunté exasperada, alzándome rápidamente de la cama, tomando mi almohada y lanzándosela. la esquivó con gran facilidad, que hasta a mí me acababa de sorprender. 

- Hora de despertar, linda. – canturreó en tono burlón luego de haber recibido un pequeño golpe en el hombro por mi almohada más pequeña, saliendo de la habitación con una sonrisa victoriosa pasmada en sus labios.

Mi madre había metido un loco a la casa y esa persona estaba encargándose de mis hermanos y de mí.

Sacudí la cabeza apartando aquellos pensamientos, antes de abrir mi clóset (que había ordenado el día anterior) y buscar mi uniforme escolar. nada demasiado interesante, una falda azul a cuadros, una corbata azul, camisa blanca y saco azul. de suerte podíamos elegir nuestro calzado. 

Al bajar las escaleras pude ver a todos mis hermanos sentados en sus lugares, tenían las caras adormiladas y parecían no haber dormido en días. Kyle y Mike intentaban peinarse vagamente con sus manos, mientras Olivia ni siquiera intentaba remediar el nido de ratas que tenía en su cabello y ella no era ese tipo de niña. Para ella, no tener accesorios de plástico era cómo estar desnuda. Tyler era el único que estaba calmado, con su videojuego en sus manos.

Pero éste no tardó en desaparecer, ya que Max pasó por su lado y se lo retiró de las manos, recibiendo un quejido por parte del hermano siguiente a mí. 

- Buenos días, Elizabeth. – escuché que alguien decía detrás de mí, en el momento que me acomode detrás de Olivia para intentar calmar su nido de pájaros y hacer una coleta algo presentable. Logré ver por sobre mi hombro, que Max estaba detrás de mí con Bonnie colgada en el cangurito, la bebé parecía a gusto. 

- No me llames así. – pronuncié con una sonrisa de lo más falsa presente en mis labios, tras haber rodado los ojos de manera exagerada. no me caía nada bien por más lindo que fuera. una vez terminé de acomodar el cabello de mi hermana, estaba dispuesta a tomar mi teléfono de encima de la mesa, pero Max me lo quitó, alzándolo por sobre su cabeza al oír mis chillidos. — ¡Ey, devuélvemelo! –protesté con molestia.

Max alzó su brazo más alto, por sobre su cabeza dónde yo ni siquiera llegaba dando saltos, me rendí tras unos segundos, caminando a mi asiento entre pisotones y sentándome de golpe. Mis cuatro hermanos excepto Bonnie me observaron entre sorprendidos y con compasión.

- Al parecer en esta familia todos son unos mal criados y caprichosos. – pronunció Max, iba a protestar pero él me señaló con su dedo y luego se llevó éste a los labios, una clara señal de que quería que guardara silencio. – De ahora en más, durante mi estadía aquí compartirán una emocionante charla durante las cuatro comidas del día, cómo debería de ser. Sin teléfonos celulares, ni videojuegos o revistas de moda. — al decir aquello último, le quitó de las manos la revista de moda para niñas a Olivia, quién de inmediato comenzó a forcejear con fuerza para que se la devolviera, pero Max terminó por quitarla y mi hermana soltó un chillido de frustración. estaba segura de que Olivia prefería ahogarse entre las múltiples frutas que había de desayuno que continuar en ese lugar. 

- Vamos a la escuela, genio. – murmuré por lo bajo, ganándome una mirada y un asentimiento de cabeza por parte de mis hermanos, por lo que nunca compartíamos el almuerzo juntos o con mamá, lo cuál nos había hecho sentir tristes más de una vez, pero nos habíamos acostumbrado con el paso del tiempo. 

Una risa amarga y sarcástica se oyó detrás de mí, proveniente de Max. antes de sentir cómo sus manos se colocaban en el respaldo de la silla y su respiración chocaba contra mi oreja. cerré las piernas por el escalofrío que me recorrió por completo.

- ¿acaso te olvidas que hoy es el último día que van a la escuela, Elizabeth? – abrí los ojos de par en par, queriendo ser yo quién me ahogara en la fruta en ese momento. — vaya, yo estaría más emocionado si fuera ustedes. 

Mis hermanos, al contrario de lo usual, también se encontraban callados y mirando su plato de mala gana, excepto Bonnie, que se encontraba en la sillita en la que Max le había puesto y comía la fruta sin rechistar. Tyler había comido solo una fresa y Olivia miraba el resto de semillas que había con asco. 

- Desayunarán, sin gritos y con una amigable charla de familia, cómo debería de ser. – pronunció el castaño, antes de apartarse de detrás de mí y caminar hacia la cocina. Bufé con frustración. 

Una vez los pies de Max estuvieron fuera del comedor, mis hermanos comenzaron a gritar o a chillar frustrados debido a lo que no esperaba para el resto del verano. si tendría a ese niñero, no sabía si alegrarme porque podría tener una aventura veraniega o matarme porque era insoportable.

A este punto estaba pensando seriamente en ir al campamento de verano para las personas que reprobaban materias, aunque yo estaba perfectamente y mi promedio era uno de los mejores.

- No puedo creerlo. – la voz que ya se había hecho conocida por mis hermanos, conocida cómo una pesadilla resonó en todo el comedor, el cuál se sumió en un silencio sepulcral. 

Todos hicieron silencio en el mismo momento en el que yo había dejado salir mi primer chillido de frustración debido a los cambios. ¡Prefería seguir cuidando a mis hermanos yo misma!

- Vaya, Elizabeth... - distinguí el tono de burla en sus palabras, al mismo tiempo que comenzaba a acercarse lentamente a mí. Me senté de lado en la silla para observarle con más atención, frunciendo mi ceño. – Puedo ver que tus hermanos aprenden más rápido que tú. — escuché su ronca risa y mis piernas flaquearon. Comenzó a juguetear con un mechón de mi cabello, hasta colocarlo detrás de oreja. —  espero que no seas adicta a tu teléfono, porque estarás cinco horas sin él. –pronunció lentamente, haciéndome entender que la situación le divertía de sobremanera, cosa que me hizo estremecer del odio.

- No puedo creerlo. – dije, mientras rodaba los ojos, apoyando mi cabeza en la mesa. acababa de dejarme sin mi teléfono, no era que fuera adicta a él pero si era necesario. Había llegado el día anterior y ya se creía Dios. — y ni siquiera creo que puedas hacerlo. 

- Claro que puedo, lo acabo de hacer. Además, soy tu niñero y tu madre me ha dado todo derecho del mundo de castigarlos. –tocó la punta de mi nariz con una sonrisa socarrona presente en sus labios, cosa que me hizo querer besarlo y golpearlo hasta que se le salieran los dientes a la vez. apreté mis puños sobre mi regazo. – Aprende y no seas cómo tu hermanito Tyler, que acaba de perder diez horas con su videojuego por haber gritado una palabra de muy mal gusto. 

Escuché a mi hermano menor soltar un bufido, el hecho de que tuviera trece años, hormonas alborotadas y demás era algo que me molestaba. peor Tyler no molestaba a nadie si estaba con su videojuego o sin  él. Max se tenía que meter con el pobre Tyler. 

Suspiré con pesadez y me levanté de la mesa, dejando mi plato en el lavaplatos y sintiendo la mirada de mis cinco hermanos sobre mí cuándo lo hice, ellos hicieron lo mismo apenas yo volví al comedor.

Tomé mi mochila de encima de una de las sillas y miré a Max con fastidio, frunciendo mis labios al notar que estaba sonriendo. Odiaba a Max Johnson, lo odiaba con toda mi alma al igual que su estúpida sonrisa.


Niñero. [editando]Where stories live. Discover now