;; cuatro ;;

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editado.

Una inevitable sonrisa se dibujó en mis labios al ver a Kyle y Mike arrastrar una gran caja de cereales, uno cada uno. Tyler tenía tres paquetes de patatas fritas y Olivia sostenía con mucha fuerza un recipiente de nutella, mientras Max intentaba controlar a todos mis hermanos.

Max estaba volviéndose loco y eso me gustaba.

La única que se encontraba en un estado normal era Bonnie, quién se mantenía quieta en la sillita para bebés y con su dedo pulgar en su boca, mirando a todos nosotros con confusión y mostrándome sus encías cuándo sonreía de vez en cuándo. Creo que era la única esperanza para la familia Brown. 

- ¿Puedo llevar esto? – preguntó mi hermana con una sonrisa inocente presente en sus labios, batiendo sus pestañas en dirección a Max. Él claramente no era idiota y sabía que lo estaba sobornando con su cara de linda niña. Él se llevó los dedos a la sien y soltó un fuerte bufido, provocando que mi hermana menor se asustara, comenzando a llorar de inmediato. Todos mis hermanos dejaron de lado lo que estaban haciendo en ese momento para observar que estaba sucediendo con la pequeña, a quién yo tomé en brazos. Las mejillas de Bonnie estaban empapadas y sus mejillas estaban rojizas, mientras intentaba acurrucarse contra mí.

- Hiciste llorar a Bonnie. – pronunció Kyle, dejando de lado las cajas de cereales que Mike y él habían tomado, ahora para lo único que estaban en ese momento era para defender a mi hermanita y hacerle frente a Max. 

- Oigan, no van a enojarse yo...— sus balbuceos e intentos de disculpa no habían hecho nada. Mis hermanos continuaban asesinándolo con la mirada y no pensaba que pararían en un largo tiempo.

- Hiciste llorar a Bonnie. – repitió Olivia con un tono aún más sombrío que el que Kyle había utilizado. Tyler estaba detrás de él, con las manos sobre sus hombros y clavando sus ojos sobre Max, quién parecía estar bastante intimidado por esos cuatro niñatos. Yo sostenía a Bonnie, fuera del conflicto pero estaba segura que se lo refregaría en la cara apenas pudiera.

Una de nuestras características más conocidas y de nuestras preferidas son nuestras miradas. Todos poseemos ese don de mirar a alguien y hacerle sentir incómodo, que se sonrojara o incluso que saliera del lugar. Hasta hace no mucho hacíamos batallas de miradas entre nosotros. 

El resto del paseo por todo el supermercado nos la pasamos callados, sin siquiera emitir un sonido audible y mirando a Max de vez en cuándo, noté que cuándo yo le miraba, pasaba saliva de una manera audible, cosa que confirmaba mi teoría de que moría de los nervios. Podías meterte con nosotros, pero Bonnie era un tesoro, nadie debería de hacerle llorar. 

Una vez subimos todas las compras al vehículo de mi madre, él arrancó el vehículo y nos dirigimos a la casa, colocó el coche en el garaje y soltó un suspiro, apagando éste y luego pegando su cabeza al volante. 

- Lo siento. –  se disculpó, volteando lentamente hacia atrás, mirando a cada uno de mis hermanos y luego mirándome a mí. Mis hermanos simplemente asintieron con la cabeza, antes de salir de a uno del vehículo. 

- No van a perdonarte tan fácil. – dije sonriendo de manera orgullosa, saliendo a relucir mi lado egocéntrico, estaba bastante orgullosa de mis hermanos. Él suspiró y asintió lentamente con la cabeza, sus ojos marrones hicieron contacto con los míos y sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral.

- ¿Podrías ayudarme con las bolsas? – preguntó y yo suspiré, negando con la cabeza. A pesar de que su tono había sido bastante suplicante. 

- Yo me encargo de Bonnie. – abrí la puerta del coche, desabrochando a mi hermana menor de la sillita y tomándola en brazos cuándo ella estiró los suyos hacia mí. – No vaya a ser que vuelvas a hacerla llorar. — escupí.

Escuché un ruido de frustración por parte de Max, antes de oír cómo abría el baúl del coche. Entré a la casa y coloqué a mi hermana menor sobre su manta con estampado de animales, dónde había varios de sus juguetes. Olivia estaba sentada en el sofá, cruzada de piernas, con un sándwich entre sus manos y mirando una serie infantil. Tyler salió de la cocina y me sacudió el cabello, porque el maldito era más alto que yo.

- ¿Me ayudas, Lizzy? –volteé al escuchar la voz de Max llamarme, noté que se encontraba en la puerta de la cocina y con las bolsas colgadas en sus brazos. Yo me acerqué a él y decidí ayudarle, si bien era bastante insoportable, no tenía porqué hacerle sufrir tanto. – Oye, entiendo que no te caigo bien y todo eso pero...

- Max. –lo interrumpí. Mirando el bote de nutella que Olivia había estado sosteniendo durante toda la compra, hasta que ocurrió el incidente con Bonnie. – Uno, eres nuestro niñero, nosotros nunca antes habíamos tenido un niñero anteriormente y deberías de entender que es algo nuevo tanto para mis hermanos cómo para mí, aunque sea la mayor de ellos.  –dije y él sonrió levemente, cosa que hizo que mi corazón palpitara un poco más fuerte, puesto que sus sonrisa era muy bonita. – Y dos, ¿trajiste todo lo que mis hermanos te pidieron?

Una sonrisa más amplia que la anterior adornó sus labios, antes de que asintiera con la cabeza y comenzara a sacar las cosas que mis hermanos le habían pedido de dentro de las bolsas. las papas de Tyler, los cereales de los mellizos y la nutella de Olivia, mostrando los productos cómo si estuviera en un comercial.

- También traje tus golosinas. – habló, alzando varios paquetes de gomitas de distintos colores, formas y probablemente sabores. Me lanzó una, la cuál atrapé de inmediato entre mis manos y abrí, comenzando a comerlas. 

- ¿Por qué lo hiciste? – pregunté con curiosidad, luego de haber metido una gomita de osito roja dentro de mi boca, notando que Max se encogía de hombros, volteando para meter algunos productos en las alacenas. Le di una mirada a su espalda y trasero, antes de apartar la vista con algo de vergüenza.

- Debo ganarme el corazón de todos. – volteó su cabeza y me sonrió, dejando ver un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha. – Pero primero hay que consentirlos un poco, ¿no es así? –me guiñó un ojo, acto que me sorprendió y gustó al mismo tiempo. Se había visto realmente sexy haciendo aquello. 

– Pero por lo que veo a ti ya te he conquistado, es decir... mírate. Has caído por mí. — comentó de manera narcisista, mirándome de arriba hacia abajo y yo simplemente rodé los ojos, estirando mi brazo para darle un golpe en el hombro con poca fuerza, no quería herirle ni nada parecido. Me gané una risa por su parte, acción que hizo que me mordiera el labio.

Niñero. [editando]Where stories live. Discover now