;; TrEiNtA y CiNcO ;;

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- Buenos días.

Me removí al sentir el aliento de Max en mi cuello, antes de que comenzara a besar éste de manera lenta. Lo aparté suavemente y sonreí, levantándome de la cama.

Volteé antes de meterme al baño, para encontrarlo sentado en la cama –sólo utilizando bóxer – tallando sus ojos y pareciendo un tierno bebé. Si dejamos de lado que está bueno y sólo usa ropa interior.

Sentí mis mejillas arder así que me metí rápidamente al baño, cepillando mis dientes, cabello, lavando mi cara y haciendo un maquillaje sencillo.

Salí de la habitación, Max estaba apoyado boca abajo en una almohada, apoyado en ésta. Parecía dormido, así que comencé a quitarme el pijama de espaldas a él, tomando un vestido ligero de verano.

- ¡Fiuu! –lo escuché silbar pero no me sonrojé, era igual que cuándo me veía con traje de baño. - ¡Preciosa!

Me mordí el labio, terminando de colocarme el vestido. Él me sonrió y se acercó a mí, pero me negué a besarlo antes de que se lavara los dientes. Él rió y salió de la habitación.

También lo hice, pues mi estómago rugía y todavía podía llegar a desayunar. Apenas llegué a la cafetería del hotel, pude ver una mesa grande, mis hermanos sentados alrededor de ésta, gritando y lanzándose lo que cada uno quería, mientras mamá observaba a Bonnie comerse una tostada y llenarse de migas la ropa.

- ¡Ya! –escuché un grito detrás de mí y di un pequeño respingo, volteé para encontrarme a Max. – Si no se calman, los ahogaré a todos y cada uno de ustedes en la piscina. –lo sentí agacharse cuándo hice un puchero. – Tú tranquila, eres mi favorita. –cuándo mamá no estaba viendo, me dio un beso en los labios, sosteniendo mi cabeza.

Ni siquiera me importó que mis hermanos nos vieran. Me separé y caminé hasta la mesa luego de recibir mi té helado, tomé unas tostadas, untando queso crema y mermelada de ciruela. Sí, eso es delicioso.

Luego del desayuno, que mis hermanos volvieran locos al personal y muchos gritos, volvimos a nuestras habitaciones para ir a un parque de diversiones muy famoso en el lugar dónde estábamos.

No me cambié, simplemente me amarré el cabello en una coleta puesto que el día estaba bastante caluroso.

Escuché la puerta abrirse y por el reflejo del espejo logré ver a Max, él caminó hasta a mí, abrazándome por detrás y entrelazando sus manos en mi abdomen.

- Eres preciosa, ¿te lo había dicho? –sonreí, causando que él también lo hiciera. Apartó mi coleta y comenzó a besarme el cuello. En lugar de apartarme porque estaríamos tarde, me corrí hacia un lado para que tuviera mejor acceso, y apoyé mi cabeza en su hombro mientras soltaba pequeños gemidos ante la sensación de sus palpitantes y calientes labios en la sensible piel de mi cuello.

Sus manos comenzaron a acariciar mis muslos, provocando que apretara los labios tratando de reprimir los gemidos, su mano derecha subió hasta uno de mis pechos y acarició la parte de debajo de éste con su pulgar.

- ¡Lizzy! –nos separamos rápidamente al escuchar el grito de mamá. - ¡Debemos irnos!

Suspiré con alivio al escuchar sus pasos alejándose por el pasillo. Me volteé hacia Max y él sonrió, podía ver su pecho subir y bajar más rápido de lo normal y supuse que había sido por esa pequeña sesión de toqueteos.

- Vamos. –dije, tomándolo de la mano. Él asintió y salimos de la habitación, separando nuestras manos al ver a mamá.

Mi mano se había comenzado a sentir fría sin la suya.

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Niñero. [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora