014.

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— Ésta —dice Jungkook besando una cicatriz—, ésta —luego besa otra distinta— y ésta —termina besando una tercera— no cambian lo hermoso que eres, Jimin. Mi precioso ángel.

El mundo se cae o al menos eso siente el rubio quien aguantando las lagrimas que se acumulaban en sus ojos busca la boca de Jungkook mientras lucha con los botones de la camisa de este. Ahora más que nunca lo necesitaba, quería sentir que era parte de Jungkook.

Gemidos, caricias, suspiros acallados por besos. Se estaban entregando mutuamente no solo de forma física sino también de corazón. Se deshicieron de toda la ropa que faltaba, derribando las últimas barreras que existían y quedando ambos desnudos. Jimin delineo el cuerpo de Jungkook con su dedo índice, guardando así en su memoria la piel ligeramente bronceada, los brazos contorneados, el pecho firme, las manos fuertes y el abdomen plano que le pertenecían al chico de sus sueños.

— ¿Puedes ser mío por siempre? —Pregunta tímidamente y Jungkook sonríe.

—Ya lo soy.








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Llora. Las lágrimas recorren un camino tortuoso desde sus ojos hasta el frío piso de la habitación dejando tras de sí toda la tristeza acumulada en su interior. Apretaba las manos intentando parar, quería ser fuerte, que ya no doliera tanto como lo hacía en ese minuto, pero por más que trataba todo seguía igual. Nada cambiaría el hecho de que seguía igual de enamorado de un chico como lo estuvo hace cinco años, ni las mentiras que se decía frente al espejo, ni el hecho de que tuviese una sotana cubriéndole el cuerpo...

Jungkook ya no podía fingir.

Durante mucho tiempo se detuvo a pensar que podría vivir de esa manera, creando para si mismo una realidad alternativa donde el pasado ya no le hacía daño y donde los sentimientos habían abandonado su débil cuerpo para solo tener un poco de paz. Era fácil seguir negando lo que sucedía con el mismo y era mucho más sencillo quedarse estancado en una mentira. El problema de eso era que la burbuja que había creado a base de engaños era demasiado débil, demasiado frágil. Solo bastaba un movimiento brusco para que desapareciera, la simple brisa de la verdad podía hacer que todo se desmoronara, que el castillo hecho a su medida se convirtiese en polvo en cosa de segundos. Se decía a si mismo que no sucedería, que esta vez estaría a salvo de todo si se ajustaba a su plan, pero por más que se decretó a si mismo que seguiría un solo camino pronto se vio dividido entre las disyuntivas que siempre lograban alcanzarle por más rápido que corriese.

Cuando enfrentó a Jimin y le dijo todas las brutalidades que se podía imaginar pensó que eso sería todo, que por fin había un final para aquella historia tormentosa que ambos acarrearon consigo a través de los años. Pudo notarlo en los ojos del chico y en la forma en que le dijo que desaparecería de su vida para siempre. Debió sospechar que todo se estaba cayendo cuando sintió aquella angustia al ver a Jimin salir de iglesia. Le había pedido que se fuera para que lo dejase en paz, pero eso no era lo que de verdad quería, o al menos no lo que su corazón intentaba gritar a los cuatro vientos. Ese era el minuto en que debió darse cuenta de lo que sucedía, debió haberlo detenido antes de que se marchara para siempre y debió dejar atrás todo el odio que le consumía.

Porque cuando Jimin le intentó explicar lo que sucedió el día que se subió al tren no lo escuchó. Porque cuando Jimin fue a verle apenas supo que volvió a la ciudad lo echó de la iglesia sin miramientos ni piedad. Porque cuando Jimin intentó hacerle entrar en razón una última vez le grito las peores cosas...

Y ahora lo había perdido.

Una parte dentro de sí mismo aún deseaba que todo fuese una mentira por parte del chico, que todo lo sucedido aquel día fue lo que el vio y no una artimaña. Si Jimin decía la verdad eso significaba que su padre tenía que ver en ello y que todo lo que le dijo antes de subir al tren no era otra cosa que una maquinación gigante para alejarlo del chico que amaba. Ahora las manos de Jungkook tiemblan mientras su mirada esta en el sobre que Jimin le dio con fotografías del día que estuvo en el hospital y en la carpeta de archivos que encontró en la oficina de su padre. Ahora las cosas estaban tan difusas que no sabía que creer, ni en quien confiar. ¿A quién se suponía que recurría en esos minutos en busca de la verdadera explicación detrás de todo eso?

Pecado ◆ Kookmin ; 국민Where stories live. Discover now