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✭ Narración especial: Jeon Jungkook ✭ 


Levítico 20:13

"Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre".


Siempre me dijeron que había solo una forma de vivir la vida y esa era bajo el ala de Dios.

Siempre me dijeron lo que tenía que hacer, cómo debía hacerlo y por qué debía hacerlo.

Siempre pensé que era lo correcto. Pensé que era lo que estaba destinado para mí.

Pero me enamoré. Me enamoré de quien no debía y todo lo creí no significo lo mismo nunca más.

El sentimiento se implantó en mi pecho como una pequeña semilla que creció sin control con el pasar de los días. Me llene de miedo porque era algo de lo que muchas veces me habían advertido y que nunca pensé que me llegaría a suceder a mí. Había escuchado a los Ministros hablar de ello entre las paredes de la iglesia. Lo que sucedía si cometías el pecado, como las llamas del infierno te consumirían y la forma en que Dios te daría la espalda si te atrevías en pensar en ello. El levítico era el favorito para lograr el objetivo y gracias a esas palabras era que el miedo se acumulaba dentro de mí al igual que las dudas.

¿De verdad era algo tan malo, repulsivo, diabólico?

Porque cada vez que tocaba sus manos o la piel de su cara la calidez me llenaba y el miedo se iba. Sentía que por primera vez alguien me escuchaba y que se atrevía a mostrarme otra realidad diferente a la mía. Crecí en una burbuja, dentro de la iglesia y bajo la mirada atenta de mis padres. No podía ver más allá porque para mí no existía un mundo además del mío. No cuando en la escuela dominical nos decían que los que estaban fuera de las paredes que nos protegían eran pecadores perdidos y nosotros los elegidos. Ellos no eran como nosotros, jamás serían como nosotros, decían, repetían y quedaba guardado en nuestras memorias.

Y el sentimiento siguió creciendo tan alto, tan grande, tan profundo, que me vi incapaz de retenerme. Recuerdo el primer beso detalladamente. La forma en que mi estomago se sintió y las pequeñas cosquillas que aparecieron en mis labios una vez que el contacto terminó. A pesar de que una parte de mi gritaba que aquello estaba mal, que había decepcionado a mis padres y a la comunidad entera, la verdad es que jamás me había sentido tan cómodo en los brazos de alguien. Era por eso que estaba confundido. Porque algo que estaba prohibido no se podía sentir tan puro, ¿cierto? Debía ensuciarte el alma, no llenarte de luz, ¿verdad?. ¿Entonces qué? ¿Qué era lo que me estaba pasando?

Lo que nadie te dice es que por más que quieras correr lejos de tus sentimientos estos te alcanzaran de alguna u otra forma. Lo mismo pasa con la verdad. Puedes ocultarla durante años y pensar que ya todo ha sido resuelto, pero sin importar cuanto tarde, todo lo que intentaste ocultar saldrá a flote y te golpeará en la cara sin piedad alguna.

Así que me enamoré de Park Jimin. Tan profundo y desgarrador, tan puro y cálido.

Pero a pesar de ello siempre fue un chico inseguro y eso logró alejarme de él durante cinco años. En la estación, con el tren esperando que abordara, pude haber cuestionado lo que me decían y haber luchado un poco más, pero preferí acatar las palabras de mi padre porque esa es la parte fácil. Decir que sí a todo y amoldarte a la forma a que los demás quieren verte es la salida sencilla, aunque la más triste y solitaria. Quizá si hubiese dado un paso atrás muchas cosas malas hubiesen sucedido, pero al menos me hubiese sentido un poco más libre y un poco más yo. Para mi mala suerte esa oportunidad ya había pasado y lo que decidí hizo un peso en mi espalda durante mucho tiempo en el que me había perdido a mi mismo.

Pecado ◆ Kookmin ; 국민Where stories live. Discover now