Era viernes y, empecé a alistarme para la fiesta. No podía evitar pensar en qué le diría a Valeria, de qué le hablaría. ¿Cómo puede llamar tanto mi atención una chica como ella? Nadie pensaría que es mi tipo. Ni yo mismo lo haría.
Antes de salir fui a la cocina a tomar un vaso de jugo de durazno. Mi mamá entró a la cocina.
- Tan apuesto mi hijo, que te vaya bien en la fiesta. No vayas a tardarte demasiado. Si algo pasa llámame. ¿Sí? - me dijo.
- Si mamá. Te aviso cualquier cosa.
- Cuídate Sebitas. Se precavido y usa protección.
- ¡MAMÁ! - La interrumpí mientras me sonrojaba.
- Solo digo, ¿no? - me sonrió y salió de la cocina.
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Llegué al Big Mall en mi bici y esperé en la entrada, sentado en las gradas.
Esperé media hora, en la cual no dejaba de preguntarme por qué estaba haciendo esto, acercarme a la misteriosa Valeria Carter. Nunca nadie se fijó en ella, y si lo hicieron, no les importó su existencia.
Valeria llegó. Usaba una solera blanca suelta, de las que parecen un vestido pequeño, blue jeans, y Converse de caña alta plomas. Nunca se maquillaba. Amaba eso de ella, todas las chicas se maquillan, algunas demasiado, pero Valeria era muy linda así, y me gustaba la idea de que no use maquillaje.
Se acercó hasta que quedo parada frente a mí.
- Hola Sebastian. - Me saludó.
- Hola Valeria. ¿Lista para tu primera fiesta? - Le sonreí.
- Eso supongo.
- No lo supongas, va a estar bien.
- ¿Cómo estás tan seguro? - preguntó sin mirarme.
- Porque las fiestas De Matteo son buenas. - me levanté, agarré mi bici, y empezamos a caminar.
- ¿Algún consejo? - su tono era nervioso, o eso creía yo, jamás había hablado con ella así que ¿Cómo podía saberlo? Sólo podía afirmar que su voz temblaba un poco.
- No tomes nada que no te vaya a servir yo, y si tú te sirves algo, huele la botella primero ¿Ok?
- Oh... Bueno.
- Y no comas nada, peor los brownies de chocolate.
- No me gusta el chocolate. - La miré boquiabierto
- ¿Qué clase de ser eres? - me miró con el ceño fruncido. - ¿Existes? - Toqué su brazo con mi dedo índice.
- Si, Sebastian, no todos amamos el chocolate, algunos lo odiamos, y otra vez sí, existimos. - Su tono sonó más seguro. Me sonrió y se rio.
- Bueno, ya sé qué no te regalaré jamás.
- De todas formas ¿Por qué no debería comer los brownies?
- Porque no. Créeme.
- Bueno. - Me subí a la bici.
- Vamos Valeria, súbete.
- Nunca me subí a una bicicleta. - Dijo mirando las llantas con duda.
- Repito ¿Existes? - Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa. Se subió a la bici. - Agárrate de mis hombros, tienes que ir parada.
- ¿No es peligroso?
- Soy un excelente ciclista.
- Mmm... - Lanzó una suave carcajada. - Espero que pueda confiar en ti.
- Puedes. - Avancé y nos dirigimos a la finca de Matteo. - ¿Te gusta?
- Es una buena primera vez. Me siento libre.
- Bienvenida a mi mundo.
Al llegar a la finca de los padres de Matteo, noté que Valeria se ponía más incómoda de lo normal.
- Val. - me miró alarmada cuando me escuchó llamarla Val. - ¿Está todo bien? - pregunté.
- Emm... No sé. - se le cortó la voz. Bajó su vista al suelo.
- Oye - me puse en frente de ella - Si no estás lista, vamos a otro lado. No es necesario que vayamos.
- ¿Enserio? - preguntó mientras subía su mirada hacia mí.
- Enserio. - le sonreí. - Vamos a algún lugar más tranquilo y hablemos. Comamos algo, yo invito.
- Bueno. Me gusta más esa idea. - me sonrió.
Las cuatro horas que pasamos juntos fueron increíbles, al principio ella estaba un poco tímida, pero después tomó confianza conmigo.
Después de comprar pizza, fuimos al Big Mall a sentarnos al lugar en el que hablamos por primera vez.
- La pregunta esencial para conocer a alguien. - la miré. - ¿Lista?
- Lista.
- ¿Qué música te gusta?
- Buena pregunta, me gusta escuchar Aerosmith, Bon Jovi, The Beatles, Guns n Roses, algo moderno o actual Imagine Dragons, Bastille y muchas bandas de ese estilo.
- Me sorprendes. ¿Te gusta Justin Bieber?
- No. No soy ese tipo de chica.
- ¿Y qué tipo de chica eres?
- Busco sentido a la música, a las letras, para identificarme. Además, no me gusta el pop. No tengo nada en contra de Justin Bieber, sólo que no es para mí. - me sonrió. Levantó una ceja. - Y dime. ¿Te mueres por Bieber? - se rio. Yo también lo hice.
- Uyy sí. Es mi amor platónico. - Reímos bastante.
Hablamos las cuatro horas de música y grupos. De nuestras comidas favoritas. Hasta que mi celular sonó.
- ¿Hola?
- ¡Sebastian! ¡Dónde putas estás! Sam está buscándote como loca. Esta borracha. ¡Quiere contigo!
- Matteo. No me gusta Samantha. No quiero nada con ella. No es mi tipo. Dile que se vaya a su casa si tan mal está. Que no me espere, no iré. - estaba muy enojado. Odio a Samantha.
- Eres un idiota. ¿Qué andas haciendo que es tan divertido como para que no vengas? - dijo en tono de burla.
- Cosas más interesantes Matteo. Adiós. - colgué. Miré a Val. - Lo siento...
- No no no. - me cortó. - Todo está bien. Ve con Samantha. Ya tengo que irme. - se puso de pie para marcharse.
- Val. - se detuvo. - No te molestes. Matteo es un idiota cuando esta borracho. Déjame llevarte a casa.
- Sebastian. Gracias, pero prefiero irme sola. - me dio una sonrisa tímida. - Gracias por esta noche, fue increíble. La pase muy bien.
- Gracias a ti, Val. Eres increíble, desearía que repitamos esto.
- Bueno, lo haremos. - sonrió otra vez - Adiós Sebastian.
- Anda pensando cómo me llamarás de hoy en adelante. Sebastian es muy anticuado. - le guiñé.
- Ok, Seb. - me dedicó otra sonrisa. Y se fue corriendo.
Esa noche, con esa última sonrisa. Me di cuenta de que la quería. No como había querido otras cosas antes.
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Notas a mi Muerte.
Mystery / Thriller"Nunca sabrás lo que oculta con una mirada." Sebastian Díaz es un chico normal, nunca había pasado nada fuera de lo común en su vida, pero él tiene una perspectiva diferente, nunca conoció a su padre, su madre lo educó desde bebé. ¿Qué pasa cuando c...