Trece.

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Miré el reloj, 15:23, me había retrasado, supuse que Val lo entendería, era primera vez que me pasaba.

Corrí a la sala de estar, mamá estaba sentada viendo Game Of Thrones.

- Mamá, voy a salir esta tarde. Volveré a eso de las siete de la noche.

- Está bien. No más tarde. ¿A dónde vas?

- No sé.

- Sebastian. - me miró enojada.

- A drogarme mamá. No, saldré con Valeria.

- Ayy esa chica. ¿Quiénes son sus padres? Puede que los conozca. Sería bueno hablar con los padres de la novia de mi hijo.

- Mamá, no es mi novia. Y no sé quiénes son sus padres. No los vi hasta ahora.

- Está bien, pero sabes que puedes confiar en mí, yo puedo comprar preservativos si es que te da vergüenza.

- ¡MAMÁ! ¡Deja lo de los condones de una vez por todas! ¡No voy a hacer nada! - grité mientras ella moría de risa.

- Sebas, nunca pasará de moda. Siempre rio demasiado. Vieras tu cara. - se limpió una lagrima, suspiró. - Ve de una vez.

Salí de mi casa y llegué a casa de Val una hora tarde. Toqué el timbre.

- Tardaste demasiado. - dijo Val, al instante de abrir la puerta.

- Lo siento, estoy muy distraído.

Me sonrió. - Bueno, vamos de una vez.

- ¿A dónde?

- A mi lugar secreto. Súbete a la bici, yo te indicaré él camino.

Me subí y ella se paró atrás, como la primera vez que la lleve en mi bicicleta. Empecé a pedalear.

- Vamos por la carretera Oeste.

- ¿Fuera de la ciudad? - pregunté asombrado.

- ¿Pensaste que lo de París era broma? 

- Val, enserio, ¿a dónde vamos?

- Solo hazme caso. - me abrazó el cuello.

Una vez que llegamos a la carretera, detuve mi bicicleta.

- ¿Qué pasó? - preguntó Val.

- Val. ¿Podrías decirme a dónde vamos? - la miré de costado.

- Mmm... ¿Ves ese camino de allá? - me señaló un camino  que distaba más o menos a unos treinta metros de nosotros. - Te iba a decir que vayas por la izquierda. - seguí el camino con la vista, más allá se perdía entre los árboles.

- Está bien. Vamos, confío en ti Val. -Empecé a pedalear nuevamente, al llegar al camino, doblé a la izquierda como ella me dijo, llegamos a los árboles, noté que no venía ningún auto, y me detuve. - Espera. Bájate. - dije.

- ¿Por qué? Aún no llegamos, pero falta poco.

- Quiero que disfrutes del placer que da una bicicleta, yo amo mi bicicleta. Sube al manubrio.

-¿Qué? - había confusión en su rostro.

- Que te sientes en esta cosa. - dije mientras agitaba el manubrio de mi bicicleta. - Se llama manubrio.

- Lo sé. Estás loco.

- No. Vamos Valeria, anímate. - Dudó unos segundos. Pero al final asintió. La ayude a sentarse en el manubrio. - Apoya tu espalda en mí.

- Si muero hoy, es tu culpa Sebastian. - rio cuando empecé a pedalear.

Fue un momento muy lindo, su cara estaba a lado de la mía. La brisa del viento era suave, y nos daba a la cara, pero no era molestoso, era agradable. Val cerró sus ojos.

Notas a mi Muerte.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin