Veintiuno.

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Quizás necesitaba descansar.

Echarme en la cama hasta comprender que a veces necesitas dejarlo ir. Dejar ir cosas que fueron importantes para ti.

Tenía ganas de hacer eso y, escuchar Iridescent de Linkin Park porque sí tenía sentido.

Pero no.

Tenía que cumplir con lo que ella quería. Terminar de leer su libro. El libro de su vida, su misterio, al cual ella le puso final, el final que Valeria Carter quiso, y se siente como si fuera uno de esos libros que ella misma me había prestado, El Túnel de Ernesto Sabato, el cual empieza por el final. Me daba la misma intriga que cuando lo leí, pero esto es real, aunque no lo crea.

Dejé a Matteo en la puerta de mi casa y, le dije que tenía algo que hacer. Me miró con un rostro comprensivo. Entendió que había encontrado otra nota de Val, aunque no se lo haya informado. Sabía que quería hacerlo solo.

No quería ir por esa zona. Tenía tantos recuerdos.

Me dirigí al parque. Quería poner fin a esto de una vez por todas.

Al ver el césped, la casa de Val, la imaginé colgada. Agh. No quería imaginar esas cosas.

Me senté en el piso con las manos en la cabeza. Estaba entrando en shock otra vez. Mierda. Pensé.

Me levanté y fui donde nos sentamos juntos la primera vez que me llamó aquí. No había nada. Di una vuelta sobre el mismo punto para ver qué podría haber ahí. No había nada. No, no, no...

Estaba neurótico, mareado. Todo estaba borroso. La imagen de Val colgada en el árbol me volvió loco. Volví a botarme al piso, me eché mirando al cielo. Luego vi una nota colgada en el árbol del parque. Estaba colgada por una lana blanca.

Escalé al árbol, casi me caí, tenía miedo a las alturas, pero alcancé la nota.

¿Miedo a las alturas?

Nunca tengas miedo de lo alto que puedes llegar, porque Seb, yo sí lo tuve. No pude más. Te preguntarás por qué, lo sé, y cuál es el motivo de esto... De lo que hice.

Ya acabará esta locura. Cuando termine la noche y salga el sol, será un nuevo día, y con él vendrá un por qué. Una respuesta.

Estás cerca.

Me quedé sentado en la rama. Di la vuelta la nota, pero no había nada más. Ni una palabra, ninguna señal.

- ¡CERCA DE QUÉ SI NO ME DAS OTRA PISTA! - grité mirando arriba. Como si le gritara a ella.

Apoyé la cabeza en el tronco del árbol, cerrando los ojos, estaba a punto de llorar, de hacer que todo se desmoronara. Ya no estaba seguro de nada. ¿Cómo estaría cerca, si no tenía otra pista? Abrí los ojos.

De repente, vi otra nota, más alto. Otra vez mierda. Subí.

Agarré la nota con la punta de mis dedos, así logré jalarla y soltar la lana que la sujetaba a una rama del árbol.

¿Ves lo alto que puedes llegar?

Llegarás más alto.

Volví a mirar arriba. Como un metro y medio más arriba, había otra nota.

- Valeria Carter, algo que no supe de ti por no conocerte, fue que estabas loca. - Susurré mientras escalaba.

Agarré la nota. En la nota estaban escritas dos letras, CC, seguidas por un número. Era un número de celular.

¿Quién sería?

Llamé.

-¿Hola? - Contestó una voz femenina.

- Hola. ¿Quién habla?

- Eso es lo que debería preguntarte yo a ti.

- Lo siento. Soy Sebastian Díaz, era amigo de Valeria Carter.

- Ah. ¿Por qué me llamaste? Hace años que no hablo con ella.

- Porque... - se me cortó la voz. - Lo siento.

- ¿Por qué dices que lo sientes?

- Ella... - tragué saliva. - Ella se quitó la vida hace un mes. - Hubo un largo silencio.

- Oh Dios mío.

- Ella me dejó una nota con tu número.

- Tenemos que hablar. ¿Dónde podemos vernos? No vivo en tu ciudad. Tampoco te diré dónde vivo, nadie puede enterarse, pero sé dónde vivía Valeria.

- Bueno. Veámonos en el Big Mall. Dime cuándo.

- Iré el fin de semana, el sábado. Nos vemos ahí a las 20:30.

- Está bien. - colgué.

¿Quién sería ella? Olvidé preguntar. Pero nos veremos el fin de semana y, pienso que es mejor que me diga todo lo que sabe en el mismo instante.

Valeria tenía razón. Después de esta noche, ya tendría más respuestas esperándome.

Me quedé en el árbol toda la tarde por dos razones: Uno, me daba miedo bajar y, dos, quería ver como este día desaparecía. Me tranquilicé demasiado, y al bajar, ya no tenía miedo de lo alto que podía llegar.

Notas a mi Muerte.Where stories live. Discover now