Treinta y tres.

28.1K 2.2K 242
                                    

Vaya coincidencia. Me había olvidado por completo, el lunes entrante, era 21 de Noviembre. Mi cumpleaños. El aniversario de la muerte de mi papá.

Mamá y yo fuimos al cementerio a dejarle flores amarillas a papá, siempre le dejábamos flores amarillas porque eran sus favoritas. Él siempre le regalaba a mamá esas flores. Cuando mamá le preguntó por qué, él le dijo porque es un color feliz, amo ese color, te amo a ti, y tú me haces feliz.

- Sebastian. - dijo mamá. - déjame un rato a solas con tu papá por favor.

- Está bien. - Cada año mamá le hablaba a papá. Quizás por eso me entendió cuando le dije por qué le leía a Val.

Luego de diez minutos mamá se acercó a mí.

- Vamos. - dijo.

- No. Déjame hablar con papá. - mamá me sonrió. Yo nunca lo hacía, ya que nunca lo conocí y no sabía que decirle.

Me acerqué a su tumba.

- Papá. Nunca te conocí. - Susurré. - Nunca te hablé. Pero me amabas, y amabas a mamá. Eso siempre lo supe. Quisiera haber tenido la oportunidad de conocerte papá. Me haces falta, y más a mamá. Ella te ama tanto. Perdóname por tratarla mal a veces, es una madre excelente. Aunque no te conozca, te amo papá. - dejé una flor amarilla en su tumba y me acerqué a mamá.

- ¿Vamos a la casa, cumpleañero? - preguntó llorosa, mientras se limpiaba una lágrima que no pudo evitar dejar escapar.

- Necesito hacer algo. - respondí con el tono más dulce que puede producir.

- No te hagas esto hoy. - me miró con una mirada que apestaba a tristeza. - No en tu cumpleaños.

- Mamá, lo terminaré hoy.

Me miró entristecida, y por fin, asintió.

- ¿Quieres que te espere?

- Es probable que tarde, así que ve a casa. Nos veremos ahí.

- Está bien. Te espero en casa, Sebas. - me sonrió, pero se dio la vuelta y, se fue.

Caminé hacia la tumba de Val.

- Hola Val. - susurré. - Es mi cumpleaños. Últimas veinte páginas. Qué buen regalo de cumpleaños de parte de la vida. - Sonreí e imaginé la sonrisa que me daría, me miraría a los ojos, con su gran par de ojos miel.

Abrí el libro y empecé a leerlo en voz alta.

Al cabo de una hora lo había terminado. Había tardado porque decidí leer lo más lento posible, pronunciando bien cada palabra. El libro tenía el final más impactante que cualquier otra cosa que hubiera leído, o visto. Entendía por qué Val amaba ese libro.

La respuesta a toda la trama estaba en la última palabra.

Pasé las hojas. Había algo escrito. Una pequeña frase.

Te amo Seb.

Me puse a llorar. Después de quince minutos conseguí calmarme.

- Val, siempre vas a estar en mi corazón. Lo sé. Puedo sentirlo. Marcaste mi vida como nadie pudo hacerlo. Eras increíble. Lo eres. Soy quien soy hoy gracias a ti. Te debo demasiado. Lamento no poder recompensártelo. Si pudiera cambiar una sola cosa, te salvaría, y hubiéramos estado juntos, hubiéramos tenido un hermoso bebé, o una hermosa bebita. Con tus ojos. ¿Sabes? Nunca en mi vida olvidaré lo que viví contigo. Ningún detalle. Pero tienes razón, bueno, la tenías. - respiré hondo y hable más fuerte. - Debo seguir adelante. Te dejaré ir, pero no te olvidaré. Descansa en paz Valeria Carter. Estas en un lugar mejor. Adiós.

Puse la violeta que compré para ella dentro del libro, y lo dejé apoyado en su tumba.

Me fui.

Ese día salí con Matteo y con Jessica al cine. Mamá cocinó su famosa pasta para nosotros, a la noche cuando ya todo terminaba Matteo se acercó a mí.

- ¿Terminaste el libro? - me preguntó.

- Sí, es hora de seguir adelante.

- La amas.

- Siempre lo haré.

Notas a mi Muerte.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن