Veintitrés.

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No sabía cómo arreglar las cosas con mamá.

Seguía con el nudo en la garganta, el cual empeoró con lo de mamá, con lo que dije.

Esa sensación de malestar que tu conciencia hace que tengas repitiendo constantemente en tu cabeza cosas como "Eres un idiota. Arruinaste las cosas" "Imbécil". "Estúpido". Etc. etc.

Sólo quería que mi conciencia en verdad sea un Pepito Grillo, para así poder pisotearla y callarla al fin.

Decidí ir al cuarto de mamá.

- Mamá... - Susurré en la puerta, con la cara metida entre el pequeño espacio que se formó al abrir la puerta.

- Estoy viendo The Walking Dead. Déjame. - Observé la pantalla de la televisión.

- Mamá, ese capítulo es de la primera temporada, lo viste como mil veces.

- Nunca es demasiado para estas series.

- Mamá... - dije entrando completamente al cuarto. - Mira, perdón por ser un idiota, estaba muy estresado.

- Ah. - Dijo mamá, mientras agarraba la caja de chocolates de su mesita de noche.

- Es que... Lo lamento... Valeria me está matando.

- Está muerta Sebastian. Más respeto. - levantó el dedo índice hacia mí. - Ni se te ocurra repetir lo que dijiste de ella.

- No lo haré... Sólo que me dejó un juego. Yo no la conocía, se suicidó y me dejó muchas notas, cada una me lleva a otra, y todo es confuso. - Mamá frunció el ceño, fue un gesto muy notable, aunque había muy poca luz en el dormitorio.

- Estaba loca si es que te hizo eso. Parecía una niña excelente.

- Sí, pero tengo que cumplir su último deseo, saber su historia.

- Cuidado Sebastian, no me está gustando para nada ese jueguito.

- Si mamá, a mí tampoco.

- Deja de seguir buscando esas... - Hizo una breve pausa. - "Notas" o lo que sea que sean. - Se metió un chocolate en la boca. - Podrías volverte loco.

- Mamá, tengo que hacerlo.

- No, te lo prohíbo. Vete a tu habitación, aún sigo molesta contigo.

- Esta bien. - cerré la puerta.

Al menos estaba perdonándome de poco a poco. Eso significaba que las cosas podrían mejorar un poco.

~~~~~~~~~~~~

Parecía que el fin de semana nunca llegaría, los días pasaban lento, las horas también, las noches parecían más largas.

En el transcurso de la semana no pasó nada nuevo.

Matteo y yo andábamos juntos todo el tiempo que podíamos en el colegio, pero, no hablábamos de mucho, menos de lo de Valeria.

Los miércoles pasábamos Matemáticas juntos, esta semana dimos examen en parejas, Matteo y yo fuimos los primeros en terminar, así que pudimos salir al corredor del colegio a sentarnos y a pasar el rato.

- Sebastian, no sé si habrás encontrado algo de Valeria, pero quiero que sepas que está bien si no quieres decirme nada, quizás es privado o simplemente estás incómodo con hablar de esto. - Dijo él.

- Gracias Matteo, eres el mejor amigo en el mundo entero.

A parte de esto, nos enteramos de que Laura iba a cambiarse de colegio, ya no tenía amigas y ya nadie la admiraba. Pasó a ser molestada por la gente a la que ella molestaba. Ley del karma, ¿no?

Samantha consiguió nuevas amigas, y pidió disculpas a todas las personas a las cuales alguna vez hizo daño.

Por fin llegó el sábado y yo estaba ansioso por conocer a la chica con la que hablé de Val, quería saber que lo iba a contarme de una vez.

- Sebastian ¿A dónde vas? - preguntó mamá mientras salía de casa.

- Al Big Mall, no creo tardar.

- Está bien ¿Irás con Matteo?

- Eh, sí. - Detestaba mentir a mamá, pero ella no quería que siga con lo de Valeria, y yo tenía que terminarlo.

- Bueno, tarda lo que quieras, total, hoy hay maratón de The Vampire Diaries y no quiero que un chico adolescente me moleste. - me guiñó. - Pero cuídate.

- Está bien mamá, nos vemos después.

Salí de mi casa, y agarré la bici, me dirigí al Big Mall muy nervioso. ¿Quién será esa chica? Sebastian imbécil, ni siquiera sabes cómo es.

Estaba muy angustiado. Al llegar a la puerta del Big Mall, mis manos empezaron a temblar. Estaba demasiado nervioso. Entré, y me dirigí al centro, cerca de la librería, al Snack.

Al acercarme a las mesas observé cada mesa para ver si podría haber una chica sentada sola. Había dos. Mierda.

Una era demasiado menor, pero, ¿por qué juzgar? Había una posibilidad de que fuese su prima o su hermana menor. De repente, la chica cortó mis pensamientos con un grito muy agudo. Se levantó y fue con un grupo de chicas que había llegado.

Por suerte no era ella.

Luego vi sentada a la otra chica, llevaba una chaqueta beige y pantalones blancos, estaba usando gafas de sol, de esas redondas y grandes, cuando me miró noté que se parecía demasiado a Valeria. Oh Dios.

Mientras me acercaba, ella elevó la mirada hacia mí.

- ¿Sebastian Díaz? - preguntó. Al mismo tiempo en el que se sacaba las gafas. Tenía los mismos ojos que Val, grandes, pero de color café oscuro. Podría ser Val, la única diferencia era el color de sus ojos y, que ella tenía el cabello lacio hasta los hombros, el de Val era largo y ondulado por delante.

- Si, ese soy yo.

- Qué bien que me hayas reconocido. - Dijo apoyándose en la mesa.

- Te pareces mucho a Valeria. - me miró con una mirada melancólica.

- Siéntate. - Me senté. - Bueno, primero diré quién soy, luego me contaras todo lo que pasó con Valeria Carter, luego te contaré todo lo que sé ¿Te parece bien?

- Si... Sí. - asentí dudando un poco.

- Bueno. Esto será difícil para ti. Pero también para mí. - respiró profundamente. - Mi nombre es Claudia Carter. - Abrí mucho los ojos.

- Oh... ¿Eras la mamá de Valeria? - pregunté tímidamente.

- No ¿A caso me veo tan vieja? - Me encogí de hombros.

- No, es sólo que... El apellido...

- Sí, el apellido, Valeria era mi hermana.

Notas a mi Muerte.Where stories live. Discover now