Diecinueve.

30.2K 2.1K 93
                                    

Este "juego" me tuvo loco todo el día, toda la noche, no podía esperar, no podía calmarme. Estaba nervioso, y deprimido. Rara combinación, lo sé, pero así me sentía.

El simple hecho de pensar que una persona que quieres, que amas, se fue de este mundo y no volverá. Que sepas que no volverás a vivir algo con esa persona. Destruye. Te mata por dentro, y yo sentía que estaba vivo, pero que no tenía razones para estarlo.

Decidí dormir, eso siempre me ayudaba, me tranquilizaba, pero esta vez no podía. Pensé en escuchar música, pero cada canción me recordaba a ella, a lo que vivimos juntos.

A duras penas llegó el lunes. El fin de semana fue horroroso, horrorosamente largo. La semana libre que me concedió mamá me sentó un poco bien.

Matteo pasó por mí en la mañana para llevarme al colegio. Sus padres le regalaron una moto por su cumpleaños, que había sido hace dos semanas. Yo no lo había felicitado, ya que no hablábamos.

- Hola. ¿Qué tal? ¿Descansaste? - Preguntó Matteo, que me examinaba con preocupación en los ojos.

- No. - respondí. - Fue horrible, estresante.

- Te ayudo en el colegio, con lo de Valeria, tú sabes. Sólo si quieres, obvio.

- Está bien.

Matteo y yo entramos al colegio examinando cada detalle, por si encontrábamos algo. Paciencia, eso me faltaba.

La clase de ciencias estuvo horrible. Tuve que sentarme solo y, cuando todos hacían el experimento, me congelé mirando el pizarrón. El Sr. Harrinson se acercó a mi mesa de trabajo.

- Señor Diaz. No veo que haya progresado con su experimento.

- Disculpe profesor.

- Está bien, se lo que siente. Lamento su pérdida. Usted fue muy buena persona al acercarse a Valeria Carter. Era buena alumna.

- Lo sé. - apoyé los codos en la mesa y puse la cabeza sobre las manos. -Me ayudó bastante. - reí. - No sé cómo aprobaré la materia a partir de ahora.

- Esfuérzate. Ella lo hubiese deseado.

Detestaba cuando la gente decía "ella hubiese querido eso" o "ella lo hubiese deseado" etcétera. ¿Cómo pueden saberlo? No son, nunca fueron y nunca serán esa persona, y en algunos casos ni si quiera la conocen lo suficiente para saber qué harían, o qué hubiesen querido.

Supongo que el Sr. Harrinson sólo quiso animarme. Es un buen profesor, así que se lo agradecí, y empecé con el experimento.

~~~~~~~~~~~~

A la salida Matteo me esperaba en la puerta.

- ¿Alguna novedad? - preguntó.

- No. - suspiré. - Estuve atento todo el día.

- Bueno, vamos. Mañana será...

- Ah, espera. - le corté. - Tengo que ir a mi casillero. Dejaré mis libros y sacaré cuadernos para hacer tareas.

- Está bien. Te espero.

Me dirigí hacia los casilleros. Me sentía muy triste, desesperado, desilusionado... Solo.

Abrí mi casillero y lo primero que vi era una carta. Abrí mucho los ojos, o eso creí, pero agarré la carta y la abrí lo más rápido que pude.

Dentro del sobre había una nota, decía:

Un día muy especial. ¿Cómo te sientes? Feliz. Cuando te das cuenta de que alguien si te quiere, que le importas, te hace feliz. Qué sentimiento más egoísta, pero a veces así es la felicidad.

Respirar el aire del parque. Ha sido increíble. Mostrarle mis vidas en libros. Porque en la vida real no hay vida para mí.

Cuando levanté los ojos de la página del libro que leía ese día, me di cuenta de que yo podía tener una historia, un libro en el cual yo sea el personaje principal. Así es la vida de cada uno de nosotros. Todos vivimos nuestro propio libro.

Podemos hacerlo bueno, es decir interesante, o podemos no hacer nada, haciendo que sea uno de esos libros que nadie quiere leer.

Hazlo bueno Seb, hazlo bueno.

Me senté en el piso. Leer "Seb" en la nota me trajo miles de recuerdos: el día que nos conocimos, nuestra primera tarde juntos, el día del parque, la tarde en "Paris".

Sólo ella me llama Seb, y tampoco quería que alguien vuelva a llamarme así. Solo significaba algo para mí cuando ella lo decía.

Nunca pensé que Val podría ser tan profunda, u ocultar así lo que pensaba, lo que sentía...

Ella terminó su libro así. Sólo me faltaba terminar de leerlo.

Agarré el sobre. En la parte de adentro había algo escrito.

Esos lugares, esos momentos.

Ese momento, al aire libre.

Ya sabía a dónde ir. París. Pero ¿Por qué me habría dicho que nunca volveríamos ahí? Quizás era un reto, y no perdía nada intentando ir ahí.

No podía creer en el hecho de que Val ya tenía todo planeado desde esa tarde.

Tenía que ir a Paris lo más pronto posible. Esto me atormentaba y, mientras más rápido acabara este misterio, más rápido podría afrontar que ella ya no estaba, no superarlo, pero aceptarlo.

El juego de Valeria Carter sólo hacía que yo siga sintiéndola viva. Jugando conmigo.

Notas a mi Muerte.Where stories live. Discover now