FRDZ: Friendzone |J.Jungkook

08.•Primera jugada•.

Yo solía ser como ustedes, creía y estaba segura de que lo más importante en la vida era, quizás, dar el primer paso, pero...

¿Que hay si les digo que realmente no es así?

Quiero decir, ¿Por qué le damos tanta importancia al primer paso y dejamos en el olvido al último paso el cual, lógicamente, es nuestra meta?

***

Siempre pasaba lo mismo, no importaba cuantos días libres pudiese tomarse mi madre, siempre recibiría una llamada del hospital solicitando su presencia urgentemente y a pesar de que no podía quejarme (ya que hablábamos de la vida de sus pacientes) no podía dejar de sentirme enojada al respecto.

Miré al plato de mi madre, apenas si había podido darle un bocado al arroz cuando la llamaron desde el hospital. Aunque siendo honesta, debí haberlo imaginado, ya había pasado más de 6 horas seguidas dentro de la casa. Me puse de pie con el propósito de levantar todo de la mesa y así poder lavar los platos, pero entonces, sonó el timbre de mi casa.

Sin pensarlo dos veces fui corriendo hasta la puerta, totalmente convencida de que se trataba de mi madre y que su llamada solo había sido un mal entendido hasta que vi aquella sonrisa burlona bajo el umbral.

―¿Qué pasó cariño? ¿Ya me extrañabas? ―preguntó con ese tono altanero al verme semi-agitada por haber corrido hasta la puerta. Recargó su cuerpo sobre el marco de metal y me vio directamente a los ojos―¿Me invitaras a pasar o qué? Está bien que el invierno esté finalizando pero las noches siguen siendo frías.

Sin esperar a mi respuesta se incorporó nuevamente y bufó molesto mientras se quejaba por el frío que hacía. Cruzó el umbral, metiéndose en mi casa, importándole muy poco que no lo haya invitado a pasar y luego de sacarse su calzado sobre el pequeño escalón que separaba la puerta de entrada del resto de la casa, avanzó hasta el sofá de la sala.

―Espera un momento―dije cuando pude reaccionar― ¿cómo es que sabes donde vivo?

Cerré la puerta detrás de mí, asegurándome de echarle llave y caminé hasta la sala para mirarlo con los brazos cruzados mientras él se acomodaba bastante tranquilo sobre mi sofá.

¿Con qué derecho entraba a mi casa sin permiso y se acomodaba en la sala como si esta fuese su propio hogar?

―¿Qué clase de novio no sabe donde vive su novia? ―preguntó como si fuese lo más obvio del mundo, moviendo su cabeza para poder mirarme fijamente.

―Tú y yo no somos novios―respondí con su mismo tono de voz, mientras apilaba mis platos vacíos.

―Aun―respondió con voz gruesa mientras elevaba una ceja y entonces me detuve para verlo fijamente. Sabía que se refería al plan y la estrategia que él había elaborado pero algo dentro de mi no pudo evitar ponerse nerviosa. Quizás era porque, aun sabiendo que era mentira, decirlo en voz alta le daba una pizca de realidad que me dejaba bastante inquieta ―¿Qué es esto? ―preguntó cuando bajó su mirada a los platos que había sobre la mesita ratona de la sala― Oh, ¿ya me cocinas? Estamos avanzando bien.

―Quita tus manos de ahí, tonto―dije apartando su mano de un golpe cuando la vi acercándose a los palillos que estaban cerca del plato―Era la comida de mi madre―me tomó del brazo en el momento en el que quise tomar el plato para llevarlo a la cocina y me apartó de él mientras tomaba los palillos con su otra mano.

Trastabillé dos pasos y no caí solo porque el aun me tenía agarrada del brazo, me moví bruscamente para que me soltara pero aquello solo hizo que me mirara con un brillo particular en su mirada, un brillo tan frío que me dejó paralizada. Tiró de mi con tanta fuerza que mi cuerpo fue impulsado hacia él más rápido de lo que pude prever y, sin darme cuenta, caí sobre Jungkook en cuestión de segundos. Terminé aplastada contra su pecho y agradecía el hecho de que aun no se hubiese quitado el abrigo ya que me había servido para apaciguar el golpe. Levanté mi mirada con sorpresa y algo de susto y ahí estaba aquel par de ojos que parecían dos de los imanes más atrayentes del mundo. Era realmente peligroso lo adictivos que estos se volvían cuando me encontraba cerca de su rostro, casi tan peligroso como reconocer que había terminado varias veces en este tipo de situaciones.