01.

41.8K 2.3K 776
                                    


—Eres un hijo de puta.

Le metí una zancadilla sin fijarme siquiera en lo que llevara entre las manos. No me importó. Había logrado cabrearme antes de que se subiera al escenario y desde hacía por lo menos una hora estaba con ganas de arrancarle uno a uno sus malditos cabellos que, ya había conjeturado, eran exactamente iguales al escobón amarillo con el que barría todas las mañanas y tardes la vieja loca del apartamento de al lado.

Estuvo a punto de tropezar y me miró con cara de querer matarme. Nada nuevo. Alcé las cejas en cuanto él dejó de lado la interfaz y cables de micrófono (sanos y salvos, por cierto) e hice un movimiento de cabeza que denotó el nulo cuidado que tenía en cuanto se me acercó con su cara de pocos amigos, pellizcándome la base del cuello como si estuviera dispuesto a arrancarme el pedazo de piel. Chasqueé la lengua haciéndome para atrás con brusquedad, provocándole una risa amarga y seca, medio ronca.

—Sigue quejándote y tampoco va a haber paga la próxima vez, Seori.

—Deja de tratarme como si fuera tu puta empleada, Yoongi. En esto estamos los dos y si yo no gano un quinto tú tampoco, que te quede claro.

Rodó los ojos negando con la cabeza y volvió a agarrar el equipo, ocupando ambas manos para empezar a caminar hacia el auto. Lo seguí con la mirada sin dejar de enredar los cables restantes y me quejé por lo bajo tentándome el pedazo de piel que me había pellizcado. Con una mierda, seguramente al día siguiente tendría un moretón enorme.

—Tenemos que pagar la renta del equipo, la gasolina y está claro que ese ramen de hace rato no se compró solo —masculló, acomodándose la gorra mientras volvía hacia mí—. Yo no estoy ganando nada esta vez.

—La renta de mi apartamento tampoco se paga sola, ¿sabes? —le reté, extendiéndole varios cables ya enroscados—. Creí que habíamos acordado que no aceptarías menos de cien mil won.

—No todo el mundo paga esa cantidad, Seori. No seas ingenua.

—El ingenuo aquí eres tú. Te hace falta visión, Min. Si quisieras podríamos estar ganando hasta quinientos mil cada que tus lindas piernas de palito se paran en un escenario.

Se dio la vuelta, haciéndose el desentendido mientras cargaba los micrófonos enfundados en cajas y los cables que faltaban por subir. Yo bufé, inhalando aire muy profundo para intentar relajarme, pero tal como esperaba estaba siendo inútil.

Yoongi y yo éramos una suerte de socios; compañeros, compinches de trabajo. Desde los primeros meses en la universidad nos había unido el amor por el rap, por lo que entre tardes de tarea, fiestas con mucho alcohol y uno que otro momento de lucidez en sobriedad habíamos concluido con la idea de hacer nuestro propio proyecto. Un proyecto en donde él rapeaba (porque, no voy a mentir, siempre lo ha hecho de puta madre) pero ambos escribíamos, componíamos, producíamos y básicamente lo manejábamos todo.

Él era la figura pública y yo el respaldo que desde las sombras lo apoyaba a hacer funcionar los engranes. Teníamos casi tres años con el proyecto, pero siendo constantes y tomándolo muy en serio apenas cumpliríamos uno.

Un año en donde habíamos empezado a golpear puertas como desquiciados y habíamos logrado más cosas que en los dos años pasados. Entre ellas, presentarnos en algunos bares y eventos a lo largo y ancho de Seúl con paga por día. El problema era que yo sabía lo jodidamente bueno que era Yoongi sobre el escenario pero él parecía ignorarlo. O quizá no quería darle el valor suficiente a su trabajo porque muchas veces aceptaba pagas muy por debajo del promedio.

Los primeros meses no me pareció mal, pero había dejado mi trabajo de medio tiempo para dedicarme por completo a lo nuestro y mi único ingreso era ese. Se había vuelto un maldito problema pues apenas llegaba a final de mes alimentándome a base de puro arroz y kimchi.

staged » bts; myg.Where stories live. Discover now