31.

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Aún si el ambiente se sintió tenso minutos después de la extraña e intensa charla, las cosas se normalizaron al punto de llegar a la imagen mía sentada sobre las piernas de Yoongi (aún en las no tan cómodas sillas del comedor), besándonos por lo menos durante media hora a las dos y treinta de la madrugada. Mis dedos, curiosos y exploradores, acariciándole el pelo y las clavículas; sus manos masajeando mis hombros y mi cintura como buscando confortarme. Yoongi balbuceando mi nombre de forma tersa para pedirme que por favor le regale una sesión de sexo express en la sala y yo negando con un puchero porque, sin exagerar, estaba jodidamente cansada.

Al final el muy imbécil -como cosa normal- terminó obteniendo lo que quería, pero a cambio yo pude estar sin mover un pelo por lo menos hasta el mediodía siguiente. Al despertar descubrí que trazaba con sus dedos líneas imaginarias en la piel de mi estómago que daban vueltas en espiral cerca de mi ombligo. Su mirada oscura se clavaba en la piel que recorría pero, también -y a pesar de que quiso pasar desapercibido-, me miraba los pechos y las piernas por debajo de las cobijas, pues a pesar del frío había dormido en ropa interior.

No importaba realmente, pues acercándome a su cuerpo me daba calor suficiente como para no tener que cubrirme en lo absoluto.

-Oye. Mis ojos están aquí arriba.

Pareció sorprendido pero no asustado ante mi habla. Sus dientes se asomaron apenas por encima de sus labios rosados, mostrándome una sonrisa pequeña a la par que negaba con la cabeza, entretenido.

-¿Y yo para qué voy a querer ver tus ojos cerrados?

-No sé, quizá para no quedar como un puto pervertido.

-¿A estas alturas crees que me importa eso, Seori? -se estiró para largar un gruñido de gozo ante sus músculos liberándose de toda tensión-. Además te encanta que sea un pervertido contigo.

Chasqueé la lengua con ganas, frunciendo el ceño mientras tomaba el primer cojín que se me cruzó enfrente para estampárselo en la cara, ahogando su risa tan áspera como su voz. De haber podido, lo juro, me hubiese puesto a destripar el relleno para meterle cada maldita bola de algodón dentro de la boca a ver si así se callaba un mes.

-Idiota -farfullé levantándome a velocidad para tomar la primera sudadera grande que encontré en el clóset, colocándomela. Era de color verde militar y me llegaba casi a medio muslo; lo suficientemente larga como para castigarle tapando el noventa por ciento de la vista que tanto parecía disfrutar.

Lo resintió, pues nada más volvió a verme hizo un puchero con el ceño fruncido y rodó los ojos. Yo sonreí victoriosa, guiñándole un ojo a la vez que lanzaba un beso al aire de forma odiosa, imitando a esas idols que, sabía, le parecían tan irritantes. Se sentó en la cama con el pecho al descubierto y miró alrededor de mi habitación rascándose la nuca a la par que liberaba un gruñido largo y grave. Yo aproveché para ir a la cocina por un vaso con agua porque, con lo que había sudado la noche anterior (seguramente por eso), estaba muriéndome de sed.

-Hoy vas a guardar parte de tus cosas, ¿no? Así voy llevándolas al apartamento -le escuché vociferar desde la habitación, y para cuando empecé a beber del vaso de plástico recargada contra la encimera de la cocina, escuché sus pasos de abuelo aproximándose a mí.

-¿Qué? -solté como si me sintiera ofendida, levantando una ceja al verlo acercarse.

-Que puedo ir llevando algunas de tus mierdas hoy así la mudanza no es tan pesa...

-¡Oh, mierda, Yoongi!

Si alguna vez estuvo seguro de que me faltaba un tornillo, probablemente fue en ese momento. Me eché como loca a reír casi ahogándome con el agua mientras él sólo me miraba con cara de "qué cojones te pasa". Mis carcajadas largas y poco discretas me hicieron golpear mis pies descalzos contra el suelo, arquearme hacia adelante y topar mis manos varias veces contra mis muslos desnudos. Yoongi seguía sin entender un carajo.

staged » bts; myg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora