04.

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El sol que se coló por la única ventana próxima a la cama me despertó de la manera menos amigable: con un maldito rayo en la cara. Ahora entendía la razón por la que Yoongi prefería dormir del lado izquierdo del colchón. Ahí estaba a salvo, lejos de los malvados brazos de la luz. Él era como un gato reacio a salir de su cómoda esquinita de oscuridad y luego estaba yo, el maldito perro que lanzaban al patio importando nada los estragos del amanecer poco después de las siete y treinta de la mañana.

Me removí lenta, perezosa, advirtiendo sus manos que aún descansaban sobre mi cintura, rodeándome y pegándome a él. Su respiración pausada contra mi cuello generó escalofríos que me hicieron recordar todo lo que había ocurrido durante la noche y madrugada anterior.

Mierda. Decir que nos habíamos comido el uno al otro era poco. Literalmente y aunque no me gustara aceptarlo, Yoongi y yo habíamos desquitado esas casi cuatro semanas en las que finalmente habíamos decidido comportarnos como lo que éramos: simples amigos y compañeros de trabajo... y en una sola noche todo se había ido a la mierda.

En algún punto me había prometido a mí misma que no dejaría que eso pasara de nuevo, pero estaba más que claro que era una estupidez que no iba a cumplir ni aunque dejara de alcoholizarme o doparme a su lado.

Nuestra ambigua relación llevaba así poco más de dos años. No voy a mentir, desde que lo conocí en la facultad quise tirármelo. Por lo menos los primeros días cuando lo veía de lejos y mantenía su bonita boca cerrada. Luego de que empezamos a frecuentarnos me di cuenta de lo mucho que nos parecíamos y lo insoportable que era, pero para mi desgracia la recíproca tensión sexual nunca se esfumó. Al contrario, estuvimos en un vaivén de "te miro profundo, te sonrío, te hablo sugerente, te rozo la mano y ay, aquí no ha pasado nada" hasta que un día en una de las tantas fiestas que organizaba Hoseok nos pusimos hasta el culo y pasó.

Me gustaría decir que me arrepiento, pero estaría mintiendo muy descaradamente.

Bufé restregándome los ojos con la parte alta de mis muñecas y busqué escurrirme fuera de la pálida prisión que me retenía. Detestaba ponerme a divagar entre mis pensamientos respecto a esta relación porque era como dar vueltas en círculos; un constante "me gusta pero lo detesto" y sinceramente tenía cosas más importantes en las que pensar.

No me fue demasiado difícil escapar pues al parecer Yoongi estaba en el quinto sueño y a juzgar por la profundidad con la que dormía no iba a despertar luego del décimo. Rastreé con la mirada mi ropa, agradeciendo infinitamente que por lo menos tuviese la decencia de colocarme la interior luego de la buena sesión de besos que nos habíamos mandado al acabar.

Mi pantalón estaba a la vista en el suelo, pero mi blusa parecía descansar arrugada debajo del cuerpo de Yoongi, por lo menos la mitad. Hice ademán de jalarla despacio y no se movió ni un ápice; parecía una maldita piedra. Me pasó por la mente despertarlo, sin embargo rehuí a la idea en cuanto me planteé lo probablemente incómoda que sería la situación y no dudé que quisiera repetir toda la hazaña de anoche aún sin rastros de estupefaciente en su sistema. Lo mismo podría ocurrir conmigo.

Negué con la cabeza, decidida. Prefería mil veces antes tomarle alguna playera prestada y ya está.

Me acerqué al armario muy sigilosa, tomando la primera prenda que se me cruzó. Era blanca, sin un estampado en especial y de cuello redondo bastante holgado. Luego de colocármela y mientras me la arreglaba con una mano, con la otra buscaba en mi mochililla la libreta y pluma que siempre cargaba conmigo. Una vez di con ambas cosas me incliné contra el escritorio y escribí.

"Tomé una de tus playeras ya que la mía te pareció un cómodo aditamento para dormirle encima. Si no quieres que queme la tuya y deje las cenizas frente a tu puerta no te atrevas a hacerle algo (mucho menos usarla). Ah, y mándame los archivos para que termine la compresión más tarde.

staged » bts; myg.Where stories live. Discover now