27.

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Su pregunta no me extrañó del todo.

Conocía a Yoongi. Era un hijo de puta inteligente, demasiado astuto para su propio bien y el de las personas a su alrededor. Y sabía que era, también, un escéptico de mierda. Todos esos calificativos me dejaban espacio abierto para pensar que en definitiva no se había tragado el cuentillo de que la noche anterior había ido a verle sólo porque sí y al parecer —muy astutamente— sólo había optado por no hacer ningún comentario al respecto.

Fue entonces que me di cuenta, teniendo en mente que estaba probablemente enterado de que algo estaba ocurriendo, que la comida no fue sólo para convivir en símbolo de amor y amistad. Tras su repentina amabilidad había una intención mucho más profunda detrás.

Joder. A veces conocerlo tan bien era más un puto problema que una bendición.

—¿Algo como qué?

Opté por sonar relajada, llevándome un bocado pequeño de carne a la boca. Por sobre todas las cosas no quería parecer demasiado afectada porque, a fin de cuentas, no era como si hubiera matado a alguien. Debía sobrellevar la situación sin cagarla demasiado y barajar bien las cartas a mi favor. Yoongi sonrió de medio lado y tomó lo último que quedaba en su plato masticando despacio, escudriñándome con su mirada afilada.

—¿Si supiera crees que te lo preguntaría? —alzó una ceja, movimiento que me obligó a chasquear la lengua en respuesta.

—Pues —me relamí los labios y encogí los hombros, despreocupada—... nos acercamos, nos hemos llevado mejor y eso. Taehyung es un buen tipo.

—Ni siquiera le conoces bien, Seori.

—¿Te jode? —corté de inmediato, ladeando la cabeza mientras lo observaba, volviendo a masticar en silencio. Yoongi acentuó su gesto serio, blanqueando los ojos una milésima de segundo—. Porque no encuentro una razón coherente como para que me estés cuestionando estas cosas, Yoongi.

—Razones tengo, idiota. Que tú no las recuerdes no es mi problema —se levantó del asiento para dejar los desechables vacíos en el cesto de basura y abrió el frigorífico para llenar su vaso con cola. Le seguí con la mirada, sintiendo una punzada de especial nerviosismo ante lo que acababa de decirme. Mierda, mierda, mierda—. Si te estoy preguntando esto es porque quiero saber qué coño pasa. Es obvio que ustedes se han acercado y es todavía más obvio que anoche no estabas aquí porque se te ocurrió visitarme, así que asumo que has venido con él.

Contuve el aliento, mirándole muy fijo hasta el momento en que fue a sentarse frente a mí, dando un sorbo a la soda con suma tranquilidad. Contrario a lo que me figuraría en otro momento no le veía molesto pero tampoco estaba como para ponerle en un comercial de artículos para bebé sobre un campo de margaritas. Estaba algo así como inquieto y yo sentía que me moría por dentro. Muy a pesar de que mi cabeza gritaba que saliera de ahí corriendo, mi orgullo y el estúpido sentimiento de que estaba en deuda con él me mantenían anclada al sillón. ¿Cómo definir algo de lo que yo ni siquiera tenía idea cómo poner en palabras?

—¿Entonces? —presionó, aún esperando por respuesta. Parpadeé varias veces a velocidad y le mostré ambas palmas como pidiéndole que fuera despacio en lo que sacudía muy ligeramente la cabeza en un vano intento por acomodar mis ideas. Yoongi sonrió de medio lado al mirarme, dando otro sorbo largo a su vaso en el acto.

—Mierda, Yoongi, tienes que ir más lento —solté luego de un pequeño bufido, mirando al vacío unos segundos—. No entiendo un carajo. Hoy desperté y estabas excepcionalmente feliz, todo amor y paz ¿pero vienes a preguntarme esto? ¿Qué clase de retorcido juego quieres que juegue?

staged » bts; myg.Where stories live. Discover now