Capítulo 5

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Me había hecho sentir cosas que jamás creí que podrían ocurrirme. Me prometió un mundo juntos y yo le creí, como buen ignorante. Me hizo elevarme hacia el cielo con su mirada cautivante. Pero todo lo maravilloso y hermoso se termina algún día. Y por fin comprendo la falsedad de sus palabras.
Tormentosa pasión, Nathaniel Proulx.

Cierro los ojos mientras dejo que Nathaniel me deje arrastrar hacia el mundo sufrido de Dante e inspiro el aromatizante a limón de mi habitación. Cada vez entiendo más el sufrimiento de Dante y esa agonía que lo consume porque nadie lo entiende. Cierro el libro que me devolvió Delta y lo meto en mi mochila. Me preparo para ir al instituto y por suerte hoy tenemos deportes, lo que significa que no tengo que andar con la estúpida falda azul marino.

Cuando bajo, mis padres están sentados en la cocina, desayunando tranquilamente. Me freno en seco en el umbral de la puerta cuando veo a mi padre leyendo el diario y a mi madre preparando tostadas, como si fueran los progenitores del año. Camino despacio tratando de entender si esto es un sueño o de verdad está ocurriendo la transformación del siglo.

—¿Cómo comes tus tostadas? —pregunta mi madre con naturalidad.

Con la boca, quiero contestarle pero me muerdo la lengua.

—Yo puedo hacerlo —comento acercándome a la tostadora pero ella me detiene.

—Ve a sentarte, yo lo hago. ¿Henry, le puedes servir café? ¿O tomas té? —pregunta con dulzura, haciendo que la V en frente se note cada vez más.

Me siento en una de las sillas, frente a mi padre. Me sirve café en mi taza blanca con lunares púrpuras que me regaló Delta para nuestro primer aniversario de amistad... Teníamos cinco.

—¿Mermelada de durazno o frambuesa? —pregunta mi padre.

—Frambuesa —respondo poniendo dos cucharadas de azúcar.

Mi madre se sienta y juntos comenzamos a desayunar como una familia, por primera vez en mucho tiempo.

—Hoy a la tarde voy a visitar a Rita. ¿Quieres que pase por ti a la salida del instituto? —pregunta mi madre sonriendo.

Asiento dubitativa, tengo miedo que en cualquier momento alguien comience a estrellar platos. Nunca llegamos a ese extremo pero siempre hay una posibilidad.

—¿Lo pensaste? —suelta mi padre.

Cierro los ojos y cuento hasta cinco para no contestar una grosería.

—No y necesito que me den más tiempo. No puedo aceptar así como si nada y pretender que voy a ser feliz durante ese tiempo.

—Pero no hay tiempo, Dylan. Nos están persiguiendo. ¿Qué tal si la próxima víctima es una de tus amigas o tu madre? —contesta histérico.

—Ahora no, Henry, es muy temprano —murmura mi madre sin mirarlo y tengo la sensación que hay tensión entre ellos, como si hubieran discutido.

Mi padre golpea la mesa haciendo que se derrame un poco de café de las tazas. Con mi madre nos asustamos por su reacción inesperada. Trago saliva porque ahora sí tengo miedo de lo que puede llegar a hacer.

—¡Pauline, nuestra hija está siendo terca y egoísta! Debería pensar un poco en la familia y no es su estúpida libertad —comenta mi padre a los gritos—. Siempre eres un problema —me acusa con el dedo.

Mi madre se levanta y lo mira furiosa. Trago saliva cuando escucho la famosa frase que la gente suele decirme cuando se enoja conmigo, sobre todo mis padres. "Dylan, eres un problema y siempre lo serás".

Mi problema favorito #1 [EN EDICIÓN]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang